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‘Curro Vargas’, zarzuela con mayúsculas
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‘Curro Vargas’, zarzuela con mayúsculas

Por José Catalán Deus
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jcdeustelefonicanet/6/6/17
domingo 23 de febrero de 2014, 01:00h

Con esta ópera española de enorme categoría, el italiano Paolo Pinamonti, a mitad de su mandato al frente del Teatro de la Zarzuela, presenta un montaje ambicioso y arriesgado; opta por un Curro Vargas de Ruperto Chapí en versión íntegra (cuatro horas de duración, con dos intermedios) y una ambientación que traslada el dramón dieciochesco a una supuesta actual España a lo Almodóvar, y por tanto fea y estridente, con un montaje destinado a la polémica por cuatro detalles redundantes. Quizás el italiano quiera heredar el puesto de escandalizador mayor del reino ahora que se va el belga Mortier del Teatro Real. A pesar, o por todo ello, esta nueva producción es un hito importante en este penltimo intento de renovación del género al que asistimos.

Curro Vargas es sin duda uno de los más emblemáticos títulos del repertorio lírico español del siglo XIX que, pese a su importancia, ha sido escasamente representado en las ltimas décadas. Representarla íntegra y vestirla a la moda actual son las dos grandes decisiones tomadas, con pros y contras ambas. En nuestra opinión, pesan más los aciertos y resulta un espectáculo de alto nivel comparable a los de la competencia de la plaza de Ópera.

Pero vayamos primero al argumento. Curro, huérfano y pobre desde niño, criado por el cura del lugar -un pueblo de la Alpujarra granadina- se enamora de la hija del administrador que arruinó a su padre, y se lanza a hacer fortuna no sin antes amenazarla de muerte si no le espera. Soledad se casa con Mariano, el rico del pueblo, aunque no ha olvidado a su antiguo novio. El hijo de ambos tiene unos ocho años cuando Curro vuelve cargado de billetes, y cegado de rabia al saber lo ocurrido, jura matar a ambos. Cuando el párroco le convence de que no lo haga y les perdone y se vaya del pueblo, Esperanza le manda una carta confesando que an le quiere, y todo cambia. El dramático desenlace es inevitable: Curro matará a Esperanza y se dejará matar por Mariano.

El libreto se basó tan fielmente en El niño de la bola, de Pedro Antonio de Alarcón, que sus herederos pleitearon por ello aduciendo plagio. Al protagonista Manuel Venegas le cambiaron de nombre (a peor) y poco más. Chapí compuso una extraordinaria partitura operística pero mantuvo amplios diálogos conservando el gusto de la zarzuela. Su longitud y densidad han impedido su éxito. Este jueves como hace cien años el tercer acto cayó como una losa sobre los dos primeros, cambiando el sesgo del espectáculo, lastrando lo que parecía una obra maestra, arrastrando a los intérpretes a la ineficacia, empujando la escenografía al delirio, condenando la pieza a un final fallido.

Graham Vick, -que puso en pié en el Teatro Real en 2008 un Tamerlano de Händel (con Plácido Domingo) de forma cuanto menos discutible (ver nuestra reseña de entonces)-, explica su fascinación por el encargo: Sí, aquí había un drama coherente, vivo, apasionado, penetrante, con esa obsesión por el amor y la muerte, tan del gusto del teatro musical del siglo XIX. Pero además, había un rigor moral, una severidad por encima de lo normal, una tradición, un sentimiento, una decision de explorar las embriagadoras efusiones de la pasión a la clara luz del día, y de cuestionar el papel de la familia, de la iglesia, incluso de la propia religión. Peligroso, apasionante, cruel y moralmente rotundo, absurdo y absorbente, el drama lírico de Chapí nos arrastra hacia un viaje oscuro y obsesivo, a través de la hipocresía provinciana, el chantaje emocional, el autoengrandecimiento y el autoengaño, hasta la más difícil de las preguntas, qué significa ser un hombre?.

Pero decidió traer el drama a nuestros días y naturalmente la subasta del baile de las mozas en honor de la Patrona quedaba imposible ni practicando la peor de las leyendas negras. Vick presenta una españa rural deleznable, de curas que andan cobrando diezmos, gañanes hooligans y putillas en tacones de punta. Y aderezó la procesión en honor de la Virgen con sus peores elucubraciones de la Semana Santa papista, esa supuesta idolatría católica que le llevó a poner un Cristo viviente en el climax final del segundo acto, un Cristo al que escupen y patean los paracaidistas al mando de un capitán de infantería mientras los ricos son paseados en andas. Un pblico más ecléctico ni habría reparado, pero en la Zarzuela la protesta superó en la función del jueves pasado todo lo que uno lleva visto en años: gritos de Fuera! y Basta!, abucheos nutridos y abandono de dos docenas largas de espectadores del repleto patio de butacas. El escándalo estaba servido. Vick, Pinamonti y el Teatro de la Zarzuela se lo podìan haber ahorrado, si es que no ha sido premeditado.

La dirección musical de Guillermo García Calvo fue magnífica. La orquesta sonó a alto nivel. La Banda La Lira de Pozuelo es una notable aportación. Se agradece también la presencia en escena de la Escolanía Cantorium (detalles todos de una cuidada producción). Chapí se explayó, con trece largos nmeros, más dos preludios que preceden a los actos primero y tercero. La partitura rebosa de frases inspiradas y hermosas, y de la mejor técnica; así, uno de los temas más importantes y bellos, el que puede llamarse la frase de Curro, de honda raigambre española, presentada en el preludio de la obra, y repetida a lo largo de la obra, es objeto de las más variadas transformaciones armónicas, rítmicas e instrumentales. La base de la partitura son los cantos populares andaluces, pero sirven sólo de destellos sobre los que una msica an hoy muy moderna despliega páginas de resonancias wagnerianas que presagian a Bela Bartok y la msica centroeuropea de dos décadas después. Los agudos contrastes entre estribillos melódicos y estridencias de metales, especialmente un trombón melodramático que irrumpe en muchos momentos, son de enorme belleza.

En el acto primero el Lamento de Soledad Esperanza que finges, el cuarteto Cerca estamos del molino y el do Cruz santa, Cruz bendita destacan. En el acto segundo son dignos de mencionar, aparte un vivo pasodoble y una bien construida arieta cómica, el do de tiple y barítono Su llanto no se seca, el coro de hombres y el final, marcha de procesión y saeta de Soledad, interrumpido ayer por las protestas del respetable ante un Cristo vivo y apaleado. En el tercero se destacan la plegaria de Curro Oh Virgen que fuiste amparo una sencilla melodía que precede a la romanza Que siempre me ha querido, uno de los momentos culminantes de la obra. Luego llegan el baile andaluz y el minué, culminando la obra con un lento moderato que subraya la trágica muerte de los amantes.

La escenografía y el vestuario de Paul Brown cultivan una imagen descarnada de un país tercermundista donde al pie de la cruz mora un cubo de basura. Así nos ven desde Gales? Nos tememos que no les falta razón. Es buena la iluminación, como lo es el movimiento escénico de un conjunto enorme de personas.

Las partes vocales son de gran belleza. Nuestro idioma suena y resuena en un texto extraordinario, rimado, con el que Chapí hace maravillas musicales, sólo estropeadas por una pronunciación poco cuidada de algunos intérpretes a los socorren los subtítulos.

El papel de Soledad está encomendado a una tiple dramática, y la soprano Saioa Hernández lo interpreta en el primer reparto. En la velada que presenciamos mostró una voz templada, agradable y atractiva hasta que llegó el tercer acto y todo se descompuso. El de Curro Vargas está escrito para tenor lírico y Andeka Gorrotxategui lo condujo con personal prestancia hasta su larguísima intervención en el tercer acto. Luego se convierte en un matoncillo agitanado. Don Mariano está escrito para barítono y Joan Martín-Royo cumplió en su sitio. Doña Angustias, la madre de Soledad, es una mezzosoprano que encarna Milagros Martín con todo su oficio. Destaquemos a Luis lvarez en el papel de ese sacerdote cabal que poco canta y mucha acta, y todo ello lo hace bien. Timoteo es la nica concesión de Chapí a la inevitable baza cómica zarzuelera e Israel Lozano se hace cargo de la papeleta. Los demás personajes secundarios cumplen todos con notable. Y el Coro titular está genial, como casi siempre. La partitura de Chapí le reserva momentos estelares, de una fuerza dramática imponente. Y ellos magnifican sus aportes con máxima autoridad.

Se estrenaba Curro Vázquez el 10 de diciembre de 1898, el mismo día en que la derrotada España firmaba el tratado de París entregando Cuba, Puerto Rico y Filipinas a la potencia emergente. Es decir, que el drama del maestro alicantino subía a escena justo cuando en la conciencia colectiva española sonaba el aldabonazo de la pérdida definitiva de su pasado colonial. Una buena parte de la intelectualidad española clamaba por esa regeneración ética y social de la nación, tan demagógica y carente de contenido entonces como ahora. En esos momentos pudo crearse por derecho propio un gran teatro lírico hispano. El proyecto quedo a medias y deslavazado como otros muchos. Curro Vargas es una obra ambiciosa, con vocación operística, que Ruperto Chapí compone en la cima de su carrera y en la que vertió todo su talento y profunda sabiduría musical. El texto es una pieza sofisticada, llena de matices y complejos niveles de lectura, un rico estudio de los comportamientos humanos que encierra un profundo debate ético y moral. Su profundo contenido ejemplarizante contrasta con el páramo valetodo actual. La sociedad española, castrada por ese pesimismo insensato a base de comparaciones odiosas que sólo han producido esterilidad, no entró al trapo de elevar el listón del teatro musical autóctono. Bretón compuso numerosas óperas y Chapí cuenta con un consistente catálogo, pero uno y otro siempre serán los autores de La Verbena de la Paloma y La Revoltosa.

Curro Vázquez es una gran ópera demasiado larga. Esta producción es una gran producción con algunas veleidades provocativas. Por ambas cuestiones al final del espectáculo no llegaron ni la mitad de los espectadores. Pero los que se quedaron aplaudieron con ganas. Altamente recomendable.

VALORACIÓN DEL ESPECTCULO (del 1 al 10)
Interés: 8
Partitura: 8
Libreto: 8
Dirección musical: 8
Dirección artística: 8
Orquesta: 8
Voces: 7
Escenografía: 7
Realización: 8
Producción: 8
Programa de mano: 7
Documentación a los medios: 7

TEATRO DE LA ZARZUELA
Curro Vargas
Drama lírico en tres actos
Texto original de JOAQUÍN DICENTA y ANTONIO PASO
Msica de RUPERTO CHAPÍ

Ficha Artística

Dirección musical: Guillermo García Calvo (días 14, 15, 16, 20, 21, 22 y 23 de febrero) / Martín Baeza-Rubio (días 26, 27 y 28 de febrero; 1 y 2 de marzo)
Dirección de escena:
Graham Vick
Escenografía y vestuario:
Paul Brown
Iluminación:
Giuseppe Di lorio
Movimiento escénico:
Ron Howell
Ayudante de escenografía:
Carlos Murcia
Ayudante de dirección:
Pablo Viar
Ayudante de iluminación:
Carmen Martínez
Ayudante de vestuario:
Cristina Rodríguez

Reparto

SOLEDAD
Saioa Hernández (días 14, 16, 20, 22 y 27 de febrero; 1 de marzo)
Cristina Faus (días 15, 21, 23, 26 y 28 de febrero; 2 de marzo)
CURRO VARGAS
Andeka Gorrotxategui (días 14, 16, 20, 22 y 27 de febrero; 1 de marzo)
Alejandro Roy (días 15, 21, 23, 26 y 28 de febrero; 2 de marzo)
DOÑA ANGUSTIAS
Milagros Martín
ROSINA
Ruth González
LA TÍA EMPLASTOS
Aurora Frías
TIMOTEO
Israel Lozano
DON MARIANO ROMERO
Joan Martín-Royo (días 14, 16, 20, 22 y 27 de febrero; 1 de marzo)
Marco Moncloa (días 15, 21, 23, 26 y 28 de febrero; 2 de marzo)
EL CAPITN VELASCO
Gerardo Bullón
EL PADRE ANTONIO
Luis lvarez
EL ALCALDE
Airam de Acosta
ARRIEROS
Francisco Sánchez, Juan Manuel Padrón, Sebastiá Peris
TELESFORO
Alberto M. Rios*
PAJALARGA
Antonio González*
MOZO 1.
Mario Villoria*
MOZO 2.
Javier Ferrer*
PETIMETRE
Houari López*
* Miembros del Coro del Teatro de la Zarzuela
NIÑOS
Izan Corsino, Marcos Gómez

Escolanía Cantorium
Director: Antonio Bautista
Banda La Lira de Pozuelo
Director: Maxi Santos
Orquesta de la Comunidad de Madrid
Titular del Teatro de La Zarzuela
Coro del Teatro de La Zarzuela
Director:
Antonio Fauró.

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