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Estrafalarios cuernos los de don Friolera
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Estrafalarios cuernos los de don Friolera

Por José Catalán Deus
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jcdeustelefonicanet/6/6/17
miércoles 03 de septiembre de 2025, 19:58h

Ya sabemos que los Teatros del Canal tienen ahora una dirección artística muy plural de la que forma parte Ainhoa Amestoy. Ya en marzo pasado se programó esta adaptación suya de ‘Los cuernos de don Friolera’ de Ramón María del Valle-Inclán, que tras una gira veraniega se repone para inaugurar esta temporada. Un esperpento al cubo.

En su tiempo apenas tuvo recorrido, con escasas y marginales representaciones en 1921, 1959 y 1968, para ganar una segunda vida con la Transición y José Tamayo, y llegar a nuestros días en sucesivas resurrecciones dirigidas por Mario Gas y Ángel Facio. El autor la publicó en 1930 en el volumen 17º de su ‘opera omnia’, titulado ‘Martes de Carnaval. Esperpentos’, una trilogía que la colocaba entre ‘Las galas del difunto’ y ‘La hija del capitán’. Es el Valle-Inclán que se reconoce puramente esperpéntico, para nosotros ni el mejor ni el más interesante, cultivador de una visión deformada y grotesca de la realidad española que algunos confunden o quieren confundir con la realidad abundando en una visión negativa y pesimista a ultranza que tanto daño nos ha hecho desde hace tanto tiempo.

La obra critica el ya muy periclitado en su época y no digamos ahora código del honor masculino que permitía y hasta obligaba a castigar la infidelidad femenina pero nada decía de la propia, y denuncia el chismorreo tan proclive a la envidiosa difamación, sin olvidar atacar a la cultura entonces vigente, tanto la popular como la elitista. Pero sobre todo se ceba en el estamento militar -también en el clero-, presentándolo inculto y presuntuoso. ‘Los cuernos…’ son una ‘trigedia’ como se afirma al final. La historia de los celos y venganza del militar se nos cuenta primero en un prólogo con los muñecos de guiñol del ciego Fidel, luego en la obra propiamente dicha y, finalmente, en el romance de ciego del epílogo. Aunque los estudiosos han alabado esta originalidad, resulta prolija y redundante dando a la pieza una extensión excesiva.

Don Friolera, un teniente muy vocacional del cuerpo de carabineros -el estamento militar que vigilaba las fronteras y en 1940 se integró en la guardia civil- , recibe un anónimo que le avisa de que vigile a su esposa Loreta por su trato con Pachequín, el barbero de la localidad. El asunto le enloquece de celos, porque está convencido de que un militar en activo debe vengar tal afrenta con la muerte de la infiel y su amante. Y cree ver confirmación a la sospecha en posteriores rumores e insinuaciones del vecindario que él magnifica y da por hechos. La supuesta infidelidad de doña Loreta -que no ha pasado de oír halagos y cumplidos del barbero- se convierte en una obsesión para Don Friolera, que enloquece e intenta matar a su esposa a pesar de sus desesperados intentos de ella por afirmar su inocencia. Mientras, sus compañeros le quieren obligar a pedir el traslado por el escándalo de cuernos que se da por supuesto, y ello le decide finalmente a matar a la infiel, a la que da alcance cuando finalmente se decide a marcharse con el barbero. Creerá haberla matado y lo confesará al coronel del destacamento, pero entonces llegará la noticia que lo agrava todo: ¿a quién ha matado en realidad?

La adaptación es absolutamente fiel al texto pero, como se suele hacer en los escenarios españoles con Valle-Inclán, carga aún más las tintas del esperpento, para resultar en una apoteosis truculenta, una mascarada de personajes guiñolescos, de marionetas estrafalarias que vociferan entre aspavientos. Hubiéramos preferido algo más sobrio, como pudo idear su autor, siempre descontento con cómo se le representaba.

Esta hipérbole escenificada permite, sin embargo, a la directora desplegar un notable talento en la dirección de actores, y el reparto termina haciendo un trabajo sobresaliente que es lo más destacado de esta puesta en escena junto al fantasioso vestuario de Rosa García Andújar, dado que la escenografía de Tomás Muñoz simplifica en una enorme jaula los diferentes ambientes de las doce escenas de la pieza, y lo deja todo a merced de la declamación de las anotaciones del autor en las que describe espléndidamente el escenario de los hechos. Cumplen iluminación y espacio sonoro, aunque haya que reseñar que se entiende muy mal a los actores al inicio, aunque luego mejora conforme el oído se acostumbra a la enrevesada prosa valleinclanesca.

El trío protagonista -Roberto Enríquez, Lidia Otón y Nacho Fresneda- desbordan el sobresaliente, pero el resto del reparto marca la calidad del conjunto, alternando con brillantez sus muchos personajes Ester Bellver, Miguel Cubero. Pablo Rivero Madriñán y José Bustos, sin olvidar a Iballa Rodríguez en La Moña y Manolita.

En definitiva, un buen trabajo teatral al que perjudica el antifaz prejuicioso con que se enfoca: considerar el esperpento ayer y hoy como una descripción de la realidad y no como lo que es, una exageración a menudo alevosa. No ejecutar la pieza tal y como su autor la quería y aplicar filtros ‘desde la mirada y la sensibilidad actuales’. Y abundar en lo grotesco hasta el hartazgo. Estos cuernos y este don friolera son algo muy anacrónico que si no se presencia contextualizado y se quiere actualizar a toda costa, resultan extravagantes y hasta tediosos.

Aproximación al espectáculo (del 1 al 10)
Interés, 6
Texto, 9
Adaptación, 8
Dirección, 8
Interpretación, 9
Escenografía, 6
Producción, 8
Documentación a los medios, 7

Teatros del Canal
Los cuernos de don Friolera
De Ramón María del Valle-Inclán
Dirección y adaptación Ainhoa Amestoy
Del 4 al 23 de marzo de 2025

Reparto:
Don Estrafalario y Don Friolera – Roberto Enríquez
Don Manolito y Pachequín – Nacho Fresneda
Doña Loreta – Lidia Otón
Doña Tadea, Doña Calixta y La Coronela – Ester Bellver
Nelo el Peneque, Teniente Rovirosa, Ciego romancista,
Narrador y otros – Miguel Cubero
Bululú, Teniente Campero, El niño del melonar, El Coronel,
Narrador y otros – Pablo Rivero Madriñán
Curro Cadenas, Teniente Cardona, Merlín, Narrador y otros – José Bustos
La Moña y Manolita – Iballa Rodríguez

Escenografía: Tomás Muñoz
Vestuario: Rosa García Andújar
Iluminación: Ion Aníbal López (AAI)
Música original y espacio sonoro: David Velasco Bartolomé
Marionetas: Gerardo & Tony
Cartel y fotografías: Sergio Parra
Asesoría de movimiento: Mar Navarro
Dirección técnica: José Miguel Hueso
Regiduría: Carmen Romero
Producción ejecutiva y dirección de producción Estival Producciones
Una producción de la Comunidad de Madrid para Teatros del Canal

Sala Verde
Duración: 2 h 5 min (sin intermedio)
Encuentros con el público: 5, 11 y 18 de marzo, después de la función.

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