La ópera más famosa no para de representarse por todo el mundo. Este montaje fue sonado en 2005 y ahora -tan tarde- llega al Real. Ha perdido todo su impacto minimalista y ahistórico y resulta aburrido y desangelado. Con un libreto imposible, queda su equilibrada y melódica partitura: este miércoles el reparto estuvo sobresaliente y la orquesta notable.