Organizada con ocasión del centenario de su fallecimiento, esta exposición presenta una amplia retrospectiva de la trayectoria artística de Darío de Regoyos (1857-1913), principal representante del impresionismo en nuestro país. La originalidad cromática y la audaz representación de los fenómenos lumínicos y atmosféricos hacen de los paisajes de Regoyos un asombroso despliegue.
Es posible que nunca antes se hayan visto juntas un centenar de sus obras. Fue innovador y vanguardista. Vivió solamente 55 años pero ha dejado una hermosa obra, en la que destaca una colección de paisajes urbanos -especialmente vascos- que es un testimonio impresionante de la España del penltimo cambio de siglo.
De origen asturiano, (Ribadesella, 1857- Barcelona, 1913), su aprendizaje se enriqueció en contacto con artistas belgas y franceses como Camille Pissarro, Georges Seurat y Paul Signac. A lo largo de su vida realizó numerosos viajes por España, Bélgica, Holanda, Francia e Italia en busca de motivos pictóricos.
Tras participar en muestras colectivas en Bruselas, Amberes, Gante, msterdam, París, Madrid o Barcelona, se vinculó al grupo de artistas vascos Manuel Losada, Francisco Iturrino, Pablo Uranga, Ignacio Zuloaga que, desde Bilbao, trataba de renovar el contexto artístico local. En 1907 se desplaza con su familia a Bizkaia y se instala en Durango y, más tarde, en Bilbao y Las Arenas. En 1912 se establece en Barcelona y, aunque ya gravemente enfermo de cáncer, celebra allí dos importantes exposiciones y contina pintando al aire libre. Un año después, moriría tempranamente a los 55 años de edad.
Darío de Regoyos fue uno de los pocos artistas españoles que adoptó las teorías impresionistas y que, a pesar de la incomprensión de una parte de la crítica, se mantuvo fiel a ellas a lo largo de toda su carrera. Su temprana relación con pintores, msicos y literatos belgas y franceses, y su activa participación en los círculos artísticos de vanguardia, configuran el perfil más internacional de la pintura española de finales del siglo XIX. Como fue costumbre en los intelectuales de la época practicaba un papanatismo estpido hacia lo europeo y un desprecio injusto hacia lo español, comparando nuestras churras -pobreza del medio rural, analfabetismo- con sus merinas -no todo en Bélgica era Bruselas-. También por tanto se cebó en la España negra, recogiendo la tradición cultural española más sombría y colaborando a esa maldita costumbre exacerbada por la Generación del 98 de despreciar lo propio y alabar lo ajeno. Aquellos barros trajeron los lodos que todavía nos paralizan estéril e inexplicablemente.
Tras una sala dedicada a sus primeros años, con los paisajes brumosos de Bruselas, que ya presagian su interés por los efectos lumínicos y los fenómenos atmosféricos, se llega a la dedicada a su visión tenebrosa de los paisajes y rituales de la España profunda, y las xilografías del conocido libro España negra. Víctimas de la fiesta (1894) y Vendredi Saint en Castille (Viernes Santo en Castilla, 1904), son, con su crudo simbolismo, obras paradigmáticas de este momento.
En 1887 Regoyos se interesó por el neoimpresionismo o divisionismo tras conocer en París y Bruselas sus primeras formulaciones de la mano de Seurat, Signac y Pissarro. Las redes (1893) es una obra maestra de este periodo, que fue breve -básicamente, entre 1892 y 1894- debido a que esta nueva técnica le impedía pintar al aire libre. Después emplearía el característico toque puntillista de manera ocasional para conseguir nuevas texturas y matices de luz en sus paisajes.
Y a partir de aquí llega el despliegue muy notable y atractivo de su plenitud impresionista. Quiso expresar en sus obras la impresión inmediata que produce la apariencia de las cosas, la fugacidad de los efectos de la luz y la presencia rotunda de las sombras. Trabajaba directamente del natural, con rapidez y sin bocetos previos; por ello, abundan en su obra los formatos pequeños y medianos, más fáciles de transportar.
El paisaje le permitió investigar sobre la luz y sus efectos fugaces y sobre el color. Las salidas y puestas de sol, los días nublados, la luz crepuscular y los nocturnos, los vendavales y aguaceros, fueron sus temas preferidos. En obras como Aguacero. Bahía de Santoña (1900), Lumière électrique (Luz eléctrica, 1901), El Urumea (1904) o La Concha, nocturno (c. 1906) se hace evidente este interés por reflejar distintos fenómenos relacionados con la luz el arco iris, la luz diurna o nocturna, de gas o eléctrica, la nieve, que alcanza su máxima expresión en la representación de un mismo motivo en dos momentos distintos del día: Plaza de Burgos por la mañana y Plaza de Burgos al atardecer, ambas pintadas en 1906, se acompañan y comparan en lugar destacado de la exposición. El humo y el movimiento de barcos y trenes, propios de la vida moderna, también aparecen a menudo en su obra, tal y como refleja en la estampa bilbaína El puente de El Arenal, fechada en 1910.
Viajero incansable, sus campañas de trabajo en el País Vasco fueron regulares entre 1884 y 1912, y durante largos periodos de tiempo residió en Irn, San Sebastián, Las Arenas y Durango. Prefería trabajar bajo la luz fina del Cantábrico, aunque pintó también en otras latitudes más meridionales, como en Salida del sol en Granada (1911) o Almendros en flor (c. 1905), captada en Castellón. Las vistas y escenas vascas forman el más nutrido componente de la exposición y son un documento de primera mano para constatar un País Vasco de entonces tan español como cualquier otra región, en el que la fiesta de los toros es capital y en el que aparecen acá y allá cotidianas banderas rojo y gualda.
El baño en Rentería (1900) o Viaduco de Ormáiztegui (1896) son buenos ejemplos de estos años de plenitud, y representan también elementos compositivos característicos, como las escenas a vista de pájaro, las diagonales en profundidad y los encuadres fragmentados. En toda su obra es escasa la presencia individual de la figura humana, no así la de los grupos y multitudes, que Regoyos representa de una forma indefinida y sin detalles para dotar de vida y movimiento a las escenas de mercado, fiestas o procesiones. La exposición termina con una selección de obras que pinta durante su ltimo año de vida, en Barcelona, incorporando a su pintura el paisaje de diversas comarcas catalanas, algunas vistas de la Ciudad Condal y otras escenas que, como El gallinero (1912), captaba en su entorno más inmediato.
Irn al amanecer'(1901), Paisaje de Hernani (1900), Una calle en Córdoba (1905), Mañanita de mayo (1908) y Marismas de Ciblaes (1910) nos impresionaron. Este paseo por las españas de hace un siglo a través de los pinceles de Darío de Regoyos es un relajante oasis de color, y una afortunada iniciativa vasca que ha tenido acertado respaldo del Thyssen. Sin duda dará lugar a una renovada atención por el pintor de coleccionistas y pblico, una atención merecida. La obra de Regoyos es más modesta que la de Sorolla, menos ambiciosa pero más innovadora. Admirado por Baroja no gustaba a Juan Ramón Jiménez, aunque reconocía su modestia: no pintar sino con lo que podía y conformarse con ello. La honradez: era sincero y sencillo. No claudicaba, dentro de su temperamento vulgar. Lo pintoresco: aspectos de una España infantil, para soldados y niñeras. La soledad: el apartamiento; el cariño por su arte. Ramiro de Maeztu fue quizás de sus contemporáneos el que mejor supo mirarle: Es puramente impresionista, con los defectos y cualidades de la escuela. Tiene el secreto de los ambientes fugitivos; []; cada minuto y cada décima de cuadrante tienen para él color distinto. Lo que hay en las cosas de inmutable carece de importancia. Le afectan nicamente las nubes que pasan, la bruma que se aleja, la sombra que se escapa, la nieve que se liquida, el matiz que se esfuma []. Imposible superarle en sensibilidad colorista []. Sus cuadros nos enseñan a mirar el paisaje. Por arte de programación, coincide ahora en el Thysse con Cézanne (ver nuestra reseña), y los astros son favorables a la coincidencia.
Aproximación a la exposición (del 1 al 10)
Interés: 8
Despliegue: 7
Comisariado: 7
Catálogo: n/v
Documentación a los medios: 7
Programa de mano: 8
Museo Thyssen-Bornemisza
Darío de Regoyos (1857-1913)
Del 18 de febrero al 1 de junio de 2014
Organiza: Museo de Bellas Artes de Bilbao con la colaboración del Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid y Museo Carmen Thyssen de Málaga.
Sedes y fechas: Bilbao, Museo de Bellas Artes de Bilbao, del 7 de octubre de 2013 al 26 de enero de 2014; Madrid, Museo Thyssen-Bornemisza, del 18 de febrero al 1 de junio de 2014; Málaga, Museo Carmen Thyssen, del 26 de junio al 12 de octubre de 2014.
Comisario: Juan San Nicolás.
Coordinación general: Leticia de Cos, Museo Thyssen-Bornemisza.
Nmero de obras en Madrid: 100
Catálogo con textos de Juan San Nicolás, Javier Barón y Mercè Doñate.
INFORMACIÓN PARA EL VISITANTE
app de la exposición para tabletas y smartphones, en español e inglés
Dirección: Paseo del Prado 8. 28014, Madrid. Salas Moneo, planta -1
Horario: de martes a viernes y domingos, de 10.00 a 19.00 horas; sábados, de 10.00 a 21.00 horas. Último pase una hora antes del cierre.
Tarifas: Entrada general: 9 .