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Jugadores, teatro en la estela del cine
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Jugadores, teatro en la estela del cine

Por José Catalán Deus
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jcdeustelefonicanet/6/6/17
viernes 29 de agosto de 2014, 01:00h

Pues sí, una comedia negra inspirada en ese cine británico de humor positivo, de parados que montan un negocio boyante, bomberos que se despelotan por una buena causa, y zonas deprimidas en las que se lucha por salir adelante. Una comedia bien planeada y escrita que ha dado con el buen plantel actoral que necesitaba. Una comedia de duración justa, desenlace rápido, escenografía sensacional y escenas encadenadas a buen ritmo, todos los secretos del cine pero en vivo y en directo. Al pblico le va a gustar mucho.

Pau Miró ha cumplido los cuarenta y tiene derecho a ser incluido -con Sanzol y Mayorga- en el podio de esa hornada de autores del régimen juancarlista a los que ha llegado la hora. Ya nos gustó su Llueve en Barcelona en 2009 (ver reseña), de la que decíamos: es una comedia costumbrista de pequeño formato bien escrita, dirigida e interpretada que le hará pasar un buen rato. Tiene aciertos indudables y algunos defectos. Merece un notable. Exactamente lo mismo podemos decir de esta Jugadores, estrenada hace tres años, triunfadora en Barcelona hace dos y en Italia en el pasado, que ahora reponen los Teatros del Canal con nuevo elenco e indudable acierto.

Cuatro hombres que más que en la parte mala de los cincuenta llevan los sesenta bastante avanzados, y ya ven llegar el relevo. Miró los ve de esta manera: En el fondo son jugadores: ruletas, cartas, deudas, excesos, fracasos. Con unas vidas de mierda enfocadas a aquellas milésimas de segundo en las que la carta que decide una partida se da la vuelta. Cada personaje tiene su historia, casi podríamos decir que cada personaje tiene un cuento por narrar. Hombres descolocados que han perdido el pulso del mundo y solo tienen una manera de recuperarlo. Una manera demasiado arriesgada. Alocada. Desesperada. Son gente corriente salvo que al autor le ha dado por elegirles algunos oficios pintorescos y demasiado heterogéneos para formar una piña: un profesor de matemáticas, un enterrador, un actor y un barbero. No tienen nombres, casi nada se nos dice de su historia, poco de su presente, y toda la trama viene a preparar un inmediato futuro imprevisible aunque muy usado en guiones cinematográficos.

Los cuatro personajes lo cuentan todo, así que se necesitan cuatro actores capaces. Por orden de subjetiva preferencia nuestra, Luis Bermejo como el actor fracasado, como un homosexual contenido que ya sólo vive de subidones de adrenalina; Jess Castejón como el peluquero entrañable en el disparadero del despido laboral y la separación matrimonial; Ginés García Millán como el atrabiliario empleado de cementerio, macarra y peleón, que dará la nota final; y Miguel Rellán, el más conocido y celebrado de los cuatro, que construye un profesor taciturno y autista, igualito al anterior personaje en el que le hemos visto en teatro, el monólogo Novecento el pasado mayo (ver reseña). Estuvo mucho mejor unos meses antes en El viaje a ninguna parte (ver reseña). Le dan siempre papeles parecidos -ya sea en Luces de Bohemia de Valle (ver reseña) o en La gaviota de Chéjov (ver reseña) o en Celebración de Pinter (ver reseña)- y a veces los hace demasiado semejantes.

Individual y colectivamente es notable la actuación de los cuatro protagonistas. Sobresaliente nos pareció la escenografía de Enric Planas -una cocina hiperrealista, repleta de detalles cuidados- y la iluminación de Juan Gómez-Cornejo, precisa en sus fundidos y repleta de matices en las diferentes escenas. Bien el vestuario de Elisa Sanz, aunque no entendimos el cambio de chaqueta del barbero con ayuda incluida de un técnico, una chaqueta que luego ni se pone. Aceptable el espacio sonoro en el que destaca la canción que se marca Bermejo sin venir mucho a cuento. Una producción en fin, impecable, a la que no se la pueden tachar de escatimar y sin embargo juraríamos que su austeridad funciona en las cuentas finales.

Pau Miró escribe bien, pero su loable precaución de no meterse en camisa de once varas, de dejar prejuicios e ideas preconcebidas aparte cuando intenta reflejar la cambiante realidad, nos deja un tanto descontentos a los que buscamos en el teatro más profundidad, más reflexión y más emoción. El texto tiene bastantes imperfecciones que podían y debían haber sido corregidas en esta reposición; por ejemplo, que el actor se olvide de entregar al profesor el importe de la venta de la urna; claro que con ello a lo mejor se cargaba la pirueta final, la cual desde luego no es lo más original de la obra. Miró ha conseguido engranar escena y actores a la perfección, destaca su rigor en los movimientos dentro de la cocina, pero nos parece deficiente sin embargo como los mueve en los mutis y entradas y el par de coreografías con que abre y cierra la sesión.

En el día siguiente al estreno, el pblico llenaba el considerable aforo de la Sala Roja y se mostró convencido y satisfecho, lo que anuncia varias semanas de éxito y confirma que los espectadores tienen criterios que la crítica debe tener muy en cuenta sin dejar de mostrarse más exigente. Jugadores va a ser un buen comienzo de temporada.

Aproximación al espectáculo (del 1 al 10)
Interés, 7
Texto, 7
Dirección, 8
Escenografía, 8
Interpretación, 8
Producción, 8
Documentación para los medios, 7
Programa de mano, 5


Teatros del Canal
Jugadores
Escrita y dirigida por Pau Miró
Del 27 de agosto al 5 de octubre de 2014
Duración 1h. 20 sin pausa

Intérpretes (por orden de intervención):
un barbero: Jess Castejón
un actor: Luis Bermejo
un enterrador: Ginés García Millán
un profesor: Miguel Rellán

Escenografía Enric Planas
Vestuario Elisa Sanz
Iluminación Juan Gómez-Cornejo (a.a.i.)
Espacio sonoro Sila
Sonido Marta Folch
Producción ejecutiva Olvido Orovio
Dirección de producción Ana Jelin
Producción y distribución: Producciones Teatrales Contemporáneas, S.L.

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