Ayer estrenó por todo lo alto Mario Vargas Llosa Los cuentos de la peste, su ltima entrega de un ciclo teatral que el Teatro Español apadrina hace ya tres temporadas. La producción fue la más ambiciosa de las cuatro hasta ahora presentadas, con el aliciente de que la protagoniza el mismo autor, y el pblico puede contemplarlo a dos metros de distancia desenvolverse con prestancia a sus 79 años de edad y a lo largo de 130 minutos de representación ininterrumpida. Escenografía espectacular, dirección sobresaliente e interpretación magnífica en una pieza decadente y entretenida que se representará todo el mes de febrero.
Los cuentos de la peste está basada en el Decamerón de Bocaccio, partiendo de cuya trama la reunión de unos jóvenes en una villa a las afueras de Florencia durante la que se cuentan de viva voz historias para entretenerse mientras la peste asola la ciudad ha construido un nuevo argumento hilando ocho de los relatos de Boccaccio con los mejores ingredientes -humor y amor, sexo y muerte- y esa omnipresente sensualidad que caracteriza a la obra clásica, plagada de estallidos de lujuria en un ambiente decadente, de crisis generalizada, de fin del mundo bajo una epidemia de peste que descompone el orden social.
Una visión personal de una obra literaria intemporal define su trabajo el autor, que amplía su visión diciéndonos que las historias de Boccaccio, además de hacernos compartir un sueño, nos sirven para entender mejor el mundo real, la vida cotidiana, con sus miserias y grandezas, nos aleccionan sobre lo que anda en él mal o muy mal y sobre lo que podría y debería estar mejor.
Por qué Vargas Llosa, que lo ha escrito ya todo, vuelve a estas alturas a Boccaccio y su Decamerón? Seguramente le atrae como en el caso de las mil y una noches el que sea una historia de contar historias, un enredo en el que se solapan lo real de lo ficticio, en el que lo más verídico es inventado, y lo que parece falso es auténtico. En fin, un panorama ininteligible, fascinante y vencedor, como la vida misma. Cuentista de vocación, enamorado de su profesión, quiere convencernos del poder curativo de la ficción en todos los tiempos, del poder terapetico de la risa y el placer, de la vigencia de la ambigedad posmoderna y del eclecticismo líquido cómo mirada a un mundo imposible de abarcar.
Construye una pieza en la que su excelente prosa parece la de Boccaccio, en la que no se sabe bien qué aporta quién de los dos, en la que todo conlleva una nostálgica incursión en un paraje decadente donde los sueños de la razón no tienen sitio frente a las necesidades de la carne amenazada por una brutal e inmediata destrucción, frente a la imperiosa necesidad de conjurar la más horrible de las muertes.
Pero quizás lo que ha movido realmente al autor a escribir estos cuentos de la decadencia conjurada por la imaginación, es el deseo irrefrenable de protagonizarlos el mismo. Vargas Llosa actor cumple un sueño insistente, y como tantos escritores que anhelan ser periodistas, él es un escritor que ama ser actor, la quinta esencia de la simulación, la ficción tomando cuerpo, poseyendo la misma vida del creador de ficciones. Y además parece estar realizando un cierto exorcismo revelador de sus más profundos secretos, ese culto a la adolescencia virginal y al dolor que da el placer y al plcer que da el dolor aunque sea en versión intelectual. Por ltimo, Vargas recurre a Bocaccio porque quizá ya no tiene, ya no encuentra, ya no sabe qué más contar.
Cinco personajes escondidos en una villa de las afueras de la ciudad, intentado pasar desapercibidos a la poderosa peste que está arrasando con todo y con todos. Una pareja de saltimbanquis callejeros -Pánfilo y Filomena- proceden del Decamerón: alegres y desinhibidos, son arquetípicos actores que cambian de personalidad como de chaqueta y a todo se adaptan con despreocupada actitud. El tercer personaje es maese Bocaccio, el mismísimo autor Giovanni Bocaccio, que en realidad era bastante más joven cuando fue testigo de que la peste asolara la ciudad de Florencia en 1348, sinónimo de intelectual descreído que descubre la vida real y se aferra a ella. El cuarto personaje es el duque Ugolino, un culto solterón, poseído de un amor imposible hacia una mujer ideal que quizás nunca existiera en realidad, el quinto personaje, Aminta, la condesa de la Santa Croce, una etérea aparición que odia a Ugolino y está obsesionada por devolverle con creces el mal que la ha causado.
Naturalmente, el Duque Ugolino es Mario Vargas Llosa, que se revela actor de vocación. Su enorme experiencia ante las más diversas y escogidas audiencias le vacunan de miedo escénico; sus probadas dotes oratorias y su identificación con el texto proporcionan prestancia a sus parlamentos; y la adopción de un hieratismo medido y una expresión permanente de atención escrutadora ennoblecen sus largos silencios. Naturalmente, Aminta, Condesa de la Santa Croce, es Aitana Sánchez-Gijón, inseparable compañera teatral de don Mario, que sobrevive a un personaje melodramático del que cuando puede se evade haciendo de monja liberada junto a Marta Poveda, una Filomena espectacular, colega de Pánfilo, entrañable personaje que borda Óscar de la Fuente hasta los mismo puños. Nos resta Pedro Casablanc, un Bocaccio creible, sólido puntal de todo el entramado.
Marta y Óscar personifican el buen hacer y buen oficiar de la generación joven de actores bien formados, en su caso ahormados en la muy noble Compañía Nacional de Teatro Clasico (CNTC), en la que Poveda ha protagonizado las tres ltimas producciones dirigidas por su director, Helena Pimenta, a saber: Donde hay agravios no hay celos, La verdad sospechosa y La vida es sueño.
El espacio escénico merece la pena verse. Nunca habíamos contemplado el patio de butacas del teatro más antiguo de Europa trasladado de su lugar habitual, convertido el escenario es anfiteatro, ocupado el centro del edificio por una simulación minimal y realista del patio de una mansión con su estanque seco en medio, ocupado por una pequeña plataforma sobre la que los actores giran a los cuatro puntos cardinales acentuando el contacto con el pblico que les rodea a poca distancia en un aforo reducido que busca intimidad. El patio donde ocurre casi todo esta bordeado de bancos de madera de los que los actores van sacando y metiendo casi todo lo que necesitan sus sucesivos personajes para distinguirse del anterior y del siguiente.
Efectiva, pues, la escenografía de Sebastià Brosa; preciso el vestuario de Miriam Compte y sutil ambientación la de la msica de Quim Ollé. Merece desacarse el movimiento escénico de la pieza, incesante, siempre afortunado, a cargo de Regina Ferrando. Con todo ello Juan Ollé firma una buen dirección escénica, muy buena que suponemos completa con la dirección actoral, aunque sólo se mencione la primera. Quizás Ugolino peque un tanto de solemne pero fue el nico que no trastabilló en sus parlamentos a lo largo de la noche. Muy graciosos los tonillos de Marta Poveda, espectacular el complemento de abadesa a cargo de Casablanc. Muy débil el inicio leído de la pieza y muy solemnes las palabras de despedida del gran protagonista de la noche, ante la presencia institucional de la alcaldesa de la ciudad y el ministro de cultura.
En cuanto a las anteriores entregas del ciclo vargasiano -til comparación- El loco de los balcones se estrenó en septiembre pasado (ver nuestra reseña), tras Kathie y el hipopótamo (ver nuestra reseña) en noviembre de 2013. Fue la primera La Chunga en abril de 2013 (ver nuestra reseña). Siendo las comparaciones odiosas, nos sentimos más conmovidos por la primera que por las siguientes. El argumento y construcción de la tercera nos pareció más endeble que el de las otras, aunque su carga emotiva, más persistente y honda. De todas, esta cuarta nos dejó más fríos. En la producción teatral de don Mario se incluyen también la nunca publicada La huida del Inca (1952), y La señorita de Tacna (1981), Ojos bonitos, cuadros feos (1996), y Al pie del Támesis (2008). Con Aitana Sánchez de coprotagonista y Juan Ollé de director ya había estrenado y protagonizado anteriormente a este ciclo La verdad de las mentiras (representación sobre sus 35 ensayos agrupados con ese título), Odiseo y Penélope (sobre La Odisea), y Las mil noches y una noche (en torno a Las mil y una noches).
Aunque no sea la primera sino la cuarta subida al escenario de don Mario, las anteriores fueron aperitivos para esta. Ningn aficionado que se precie debiera perderse estos cuentos de la peste. El teatro tiene esa cosa de que ayer te ves un monólogo discreto con una silla por toda escenografía y hoy una producción con elenco numeroso y despliegue de imaginación y técnica. Ambas cosas por el mismo precio. En este espectáculo ni por asomo se paga lo que vale.
Aproximación al espectáculo (del 1 al 10)
Interés, 9
Texto, 9
Dirección, 8
Interpretación, 8
Escenografía, 8
Msica y sonido, 7
Producción, 9
Documentación para los medios, 8
Programa de mano, 7
TEATRO ESPAÑOL
LOS CUENTOS DE LA PESTE
De Mario Vargas Llosa
Dirección, Joan Ollé
Del 28 de enero al 1 de marzo
Reparto por orden de intervención
El Duque Ugolino, Mario Vargas Llosa
Aminta, Condesa de la Santa Croce, Aitana Sánchez-Gijón
Giovanni Bocaccio, Pedro Casablanc
Filomena, Marta Poveda
Pánfilo, Oscar de la Fuente
Equipo artístico
Dirección de escena, Joan Ollé
Escenografía, Sebastià Brosa
Diseño de Luces, José Manuel Guerra
Diseño de Espacio Sonoro, Damian Bazin
Diseño de Vestuario, Miriam Compte
Colaboradora de Vestuario, Ana López-Cobos
Movimiento escénico, Regina Ferrando
Ayudante de Dirección, Ester Nadal
Ayudante de escenografía, Nicolás Bueno
Ayudante de vestuario, Laura García
Diseño imagen y Fotografías, Javier Naval
Realización de escenografía, Readest
Confección de vestuario, Goretti
Msica: Quim Ollé.
Producción musical, Quim Ollé y Damien Bazin
Una producción del Teatro Español
De martes a sábados 20h. Domingos, 19h.
Precio Entradas de 12 a 25 . Martes, miércoles y jueves 25% dto.
Duración 2h. y 10min. aprox.
Encuentro con el Pblico, jueves 19 de febrero de 2015
Encuentro con el Pblico: Jueves 19 de febrero de 2015
Contará con la presencia del premio Nobel Mario Vargas Llosa, el director Joan Ollé y todos los actores de la obra. En esta cita distendida contestarán a las preguntas del pblico y compartirán con él las experiencias vividas en el proceso y puesta en escena del espectáculo.