El actual regidor de los teatros municipales madrileños celebra su toma real de posesión postrándose a los pies del escritor Fernando Arrabal, con cuyo nombre bautiza la sala mayor de Las Naves del Español donde él mismo dirige el montaje probablemente más caro y espectacular de la reciente historia para estrenar un encargo especial de la alcaldesa al melillense residente en París, en supuesto homenaje a Cervantes y El Quijote. Pinginas es el mayor desaguisado teatral cometido en la ciudad en la ltima década y por ello el pblico le ha dado ostensiblemente la espalda, con apenas un cuarto de entrada desde su estreno hace dos semanas. Previstas funciones para dos meses, el coste de este imperdonable capricho batirá la marca de dispendio subvencionado.
Menos mal que decidimos no ir al estreno, pues cuentan que fue un aquelarre de politiqueo y famoseo como sólo en los acontecimientos prefabricados puede juntarse Vaya triste despedida le han preparado a Ana Botella la cohorte de pelotas subvencionados!
Fernando Arrabal tiene 82 años y cuando tenía cincuenta menos, instalado en París tras un escándalo ridículo, tuvo alguna presencia en el teatro provocador de aquella década. Luego ha vivido medio siglo de las rentas, unas rentas inconcebiblemente rentables para un autor dramático que nunca pasó de pasable. Desde entonces siempre está reivindicándose de no se sabe qué afrentas, siempre hablando mal de España y los españoles, él tan parisino y tan privilegiado. Dice estar en Destierrolandia y debería decir en Chollolandia pues está continuamente por aquí vendiendo sus chorradas; en 2009 con el mediocre libreto de Faust-Bal para Leonardo Balada en el Teatro Real (ver nuestra reseña de entonces); en febrero de 2014 -hace poco más de un año- la pasable comedia Dalí versus Picasso en estas mismas Naves del Matadero y dirigida por este mismo fan de fanes llamado Juan Carlos de la Fuente (ver nuestra reseña de entonces), que quedó tan prendado de la experiencia que ha repetido inmediatamente como si no no hubiera otra cosa que representar en la escena española, siempre reacia a los autores autóctonos.
Demos la palabra al autor: Las diez pinginas rinden homenaje a Cervantes jugando a ser diosas y a veces consiguiéndolo. No pronuncian comentarios; ni análisis; ni lecciones críticas o universitarias. Planean con pantis a rayas. Son mujeres echadas para adelante; de armas tomar, de rompe y rasga; excepcionales. Nos deslumbran tras iluminarnos. La ambición de la pingina es la de ser tan especial que no logra parecerse a sí misma.
Demos la palabra al director: Permítanme presentarles a estas pinginas libres e insobornables, a estas dervichas, a estos ángeles de las motoqueras, a estas giróvagas. La abuela Torreblanca, la hermana monja Luisa, la sobrina carnal Constanza, la madre Leonor, la tía paterna María, la hermana mayor Andrea, la hermana menor Magdalena, la prima paterna Martina, la esposa Catalina y la hija natural Isabel. Falta la estrella invitada. El vértice sobre el que pivotan todas las palabras: Miho. (Quién como Dios o incluso Quién cómo Pan?). Les queda claro, no? Ustedes son un pblico inteligente, un pblico del siglo XXI.
La trama de la pieza son estas diez mujeres pinginas dicurseando al pblico y perorando entre ellas interminablemente en un aluvión incoherente que mezcla retazos de sus vidas, alusiones al ingenioso hidalgo, peripecias cervantinas y anotaciones pedestres sobre la vida y la muerte, los más allá y más acá, la existencia y sus misterios, que si dios existe, que si no existe, esa papilla mental que todo humano lleva alojada en el cerebro y sólo se atreve a enarbolar con unas cuantas copas.
El texto es una infame recolección de refranes y sinónimos para salpimentar un supuesto debate metafísico que el espectador apenas puede vislumbrar. Una sucesión de insensateces repartidas al buen tuntn entre el femenino elenco con muchos chistes, desparpajo, chabacanería, mal gusto, mediocres ocurrencias y general desatino.
La producción es un despliegue tecnológico desaforado, a modo del Cirque du Soleil o de la superdiscoteca Pachá de Ibiza, con cañones de luz disparando frenéticos, estruendos monstruosos, y proyecciones visuales y acsticas deslumbrantes y ensordecedoras en una especie de carpa gigantesca que rompe la platea en dos mitades lejanas. Un montaje espectacular que posee en su centro una columna prodigiosa llena de artilugios mecánicos que movimentan al nico personaje masculino -dios y hombre, cervantes y su circunstancia-, un tal Miho (pronnciese Mijo y no se confunda con el gur navarro Miyo, un señor mucho más serio), que ni habla ni pasma, sólo vuela y sobrevuela en circenses circunvalaciones hasta dar en tierra cerca ya del final del show y arrastrarse dentro de una circular jaula portátil a supuesta imagen del joven Miguel preso en Argel por los sarracenos.
Son muchos los méritos del equipo artístico que ha ideado, diseñado y construido este tinglado de la nueva farsa. Pero resulta tan apabullante y ostentóreo que sumado a la inexistencia de trama y a la inconsistencia de texto, producen uno de los espectáculos más vacíos y superfluos que puedan imaginarse. Una realización de enorme mérito, una producción sobresaliente, un esfuerzo artístico y técnico considerable al servicio de la nada absoluta.
Del elenco nada bueno puede decirse salvo que tienen más moral que el alcoyano. Ana Torrent nunca debió aceptar semejante papelón, sola frente a los desatinos. Marta Poveda y María Hervás la secundan compitiendo denodamente por encarnar los personajes femeninos más soeces, repugnantes, gritones y asquerosos que puedan imaginarse. El resto de las féminas montan en moto, se azotan el bajo vientre y allan cuando les toca.
Son dos horas de aquelarre pirotécnico, una falla despendolada poblada de ninots esquizofrénicos. El frenesí enloquecido rodeado del vacío espectador más grande que hemos visto en muchas temporadas fue sin duda este jueves ltimo un espectáculo pá-ni-co. Pánico de caradura rampante, de estafa intelectual, de dispendio lamentable y de tristísima impotencia. Y atentos, porque el autor de este cervanticidio está siendo promovido descaradamente al Premio Cervantes: Cosas veredes que farán fablar las piedras!, la famosa y falsa cita de El Quijote que viene como anillo al dedo a este alegato anticervantino, homenaje a la prepotencia y la pedantería.
Aproximación al espectáculo (del 1 al 10)
Interés, 3
Texto, 3
Dirección, 4
Escenografía, 7
Interpretación, 5
Producción, 8
Documentación para los medios, 7
Programa de mano, 7
Teatro Español Naves del Matadero
SALA FERNANDO ARRABAL
PINGÜINAS
De Fernando Arrabal
Dirección: Juan Carlos Pérez de la Fuente
Del 23 de abril al 14 de junio
Producción Teatro ESPAÑOL
Reparto por orden de intervención
María Hervás Torreblanca (la abuela)
Ana Torrent Luisa de Belén (la hermana monja)
Marta Poveda Constanza (la sobrina carnal)
Lara Grube Leonor (la madre)
Ana Vayón María (la tía paterna)
María Besant Andrea (la hermana mayor)
Lola Baldrich Magdalena (la hermana menor)
Alexandra Calvo Martina (la prima paterna)
Badia Albayati Catalina (la esposa)
Sara Moraleda Isabel (la hija natural)
Miguel Cazorla Miho (quién cómo Dios? o incluso quién cómo Pan?)
Pedro Tena Voz en off
Equipo artístico
Movimiento Escénico y Coreografía Marta Carrasco
Diseño Escenografía Emilio Valenzuela
Diseño de Vestuario Almudena Rodríguez Huertas
Diseño de Luces José Manuel Guerra
Composición Musical y espacio sonoro Luis Miguel Cobo
Diseño Audiovisuales Joan Rodón y Emilio Valenzuela
Ayudante Dirección Pilar Valenciano
Ayudante de escenografía Alessio Meloni
Ayudante de vestuario Liza Bassi
Asistente de Dirección Pablo Martínez
Asistente de Gestión Artística Cristina Bertol
Asesoramiento Acrobático Escuela de Circo Carampa
Fotografías promoción y escena Javier Naval
Realizaciones
Escenografía Escénica Integral, Scenik, Bungy Jumping, Peroni y Equipo del Teatro Español
Confección Vestuario Sastrería Cornejo
Ambientación Vestuario María Calderón
Efectos Pirotécnicos Pirotecnia Almudena
Una producción del Teatro Español