Un aldabonazo de vida para hablar de la muerte. Todo un acontecimiento en las estancadas aguas de nuestro teatro. Esta formidable pieza merece primeros premios a la idea, a la dramaturgia, a la puesta en escena, al contenido musical y a la interpretación, por quedarnos cortos. Un impresionante cortocircuito entre generaciones, nostálgico para carrozas, sincero para cuarentones y til para veinteañeros.
Una banda de msica se reencuentra después de un año para hacer un segundo disco. Pero el recuerdo de la componente fallecida lo preside todo. Qué sucede cuando alguien muere antes de tiempo? Cómo contina la vida? Y la noche? Cómo contina la conversación? Ahora, los que se han quedado, tienen tres días para retomar un disco que dejaron por terminar. Pero qué sentido tiene todo esto ya? Cómo asumir que la vida cambia en un instante? En el estudio de grabación ensayan, improvisan, proponen; ríen, se apenan, recuerdan; comen, intentan dormir Y hablan. Así hablábamos y así hablamos ahora.
La pieza llega algo adelantada para el centenario de la escritora Carmen Martín Gaite (Salamanca, 8 de diciembre de 1925Madrid, 23 de julio de 2000), quien pensaba que si hay alguien con quien puedes hablar, para mí que se quite el cine, el teatro, los viajes, incluso placeres más fuertes. Los tres tristuros -Itsaso Arana, Violeta Gil y Celso Giménez- la responden: Hacemos lo que podemos, Carmen, hacemos lo que podemos. Nos parecemos a ti en algunas cosas y eso nos alegra; buscamos siempre, hablamos y escuchamos, intentando generar esa situación sencilla pero trascendente para comprendernos mejor. Aunque ahora, pensándolo bien, si an estuvieras aquí no haríamos esta obra. Ya sabes, donde esté una buena conversación que se quite el teatro y todo lo demás. Pero vamos a intentarlo, Carmen.
Han tenido muy poco tiempo para aplicar su método de trabajo, sin texto inicial, creado sobre la marcha, hablando- pero el argumento, la trama, los diálogos, todo tiene una frescura y una calidad sobresaliente. Han contado con viejos conocidos, para la escenografía, Marcos Morau, y para el protagonismo esencial del espacio sonoro, Pablo Gisbert con Uriel Ireland, amén de la veteranía lumínica de Juan Gómez-Cornejo. La msica de Ede (Irene Villa), Rebeca Praga y Marcos Nadie consigue con la colaboración de los intérpretes una intemporal y ecléctica banda sonora que parece tan improvisada como se necesita: excelente.
La dirección actoral consigue un trabajo colectivo de un dinamismo y plasticidad en tantas coordinadas variaciones que sinceramente deslumbra un tanto, con escenas como el almuerzo de media mañana diríamos que antológicas. Los ocho componentes del reparto forman un friso humano auténtico a más no poder. Lo que hacen, lo que tocan, lo que dicen, es como la vida misma, es teatro sin la influencia nefasta de las teleseries.
Además del homenaje a la escritora, que se lo merecerá sin duda, pero cuya obra apenas conocemos, el texto es una continua reflexión bien hilvanada sobre las cosas que nos preocupan a todos en torno a la muerte de alguien próximo, de su presencia, de su ausencia, de un rastro que se difumina inevitablemente. Aporta un gran conocimiento de la trastienda del mundillo discográfico y tiene valor casi documental, más bien ambientado en los años del cambio de siglo que en la actualidad. Algunas escenas se prolongan demasiado, sobra tanto taco, el principio asusta, el final es convencional, pero en medio tiene cosas memorables, sin ir más lejos la fuerte presencia de una de las mejores canciones en español que recordamos, En qué nos parecemos, antigua canción española -cántabra, dicen- popularizada en Chile por el grupo Quilapayn en los años sesenta y desde entonces infinitamente versionada en todos los estilos y maneras.
La Tristura nació hace dos décadas y ha madurado dando muchas vueltas, dejando por el camino a un cuarto componente, separándose y volviéndose a juntar, siendo ya cuarentones como aquellos que criticaban en sus inicios por acomodaticios, y aceptando el desafío de aterrizar en el CDN, que de tan difícil ha cuajado en lo mejor que han hecho nunca. Feliz madurez la de algunos.
VALORACIÓN DEL ESPECTCULO (del 1 al 10)
Interés: 9
Dramaturgia: 8
Dirección: 9
Interpretación: 9
Escenografía: 8
Msica: 9
Producción: 9
Teatro Valle-Inclán | Sala Grande
Así hablábamos
Creación La tristura
A partir del universo de Carmen Martín Gaite
Dramaturgia y dirección Itsaso Arana, Violeta Gil y Celso Giménez
7 FEB 24 MAR 2024
De martes a domingo a las 20:00
Duración: 1 h 30 min aprox.
Dramaturgia y dirección
Itsaso Arana, Violeta Gil y Celso Giménez (La tristura)
Reparto
Anaïs Doménech, Ede, Teresa Garzón Barla, Gonzalo Herrero, Fernando Jariego, Belén Martí Lluch, Eva Mir y Marcos Úbeda
Voz de Sofía, Itsaso Arana
Voz de Carmen Martín Gaite, Archivo e Inteligencia Artificial
Escenografía y vestuario Marcos Morau y La tristura
Iluminación Juan Gómez-Cornejo
Msica Rebeca Praga, Ede y Marcos Nadie con la colaboración de los intérpretes
Espacio sonoro Pablo Gisbert y Uriel Ireland
Coreografía Belén Martí Lluch
Fotografía Luz Soria
Producción Centro Dramático Nacional
Con la colaboración de La Moissie Creative Residency.