La gran trasgresora de la escena francesa -y de rebote de la española-, nos trae un disparate desarticulado, un empacho de teorías oscuras visceralmente vomitado para estertor masoquista de sus seguidores, tristeza de quienes vislumbraban en ella una creciente madurez, compasión de los que la creen sincera y desprecio de los que la ven una pertinaz simuladora oportunista.
Una costilla sobre la mesa: Padre iba a presentarse paralelamente a Una costilla sobre la mesa: Madre, un díptico casi antagónico a propósito del fallecimiento de sus progenitores en 2018. Pero por razones que nunca se aclararon y que parecieron partir de divergencias con Oliver Laxe, su acompañante en la pieza, su estreno en España se ha aplazado hasta ahora, cuando ya tiene sobre tablas dos piezas posteriores, Liebestod y Terebrante.
Lidell parte de la agonía de su padre, de sus ltimos días en un hospital ya demente e incapacitado, y del proceso por el que su animadversión hacia él se trasmuta con la vivencia de su duro final. Y lo adoba con su interpretación del pensamiento del filósofo francés Gilles Deleuze acerca del masoquismo. Gracias a este acto masoquista con el padre biológico en la antesala de la muerte, la hija se convierte en una madre cristológica (María) y adopta el papel de un verdugo paradójico, puesto que el castigo produce el beneficio del conocimiento y la belleza en un itinerario cruel, que va desde el cuerpo masacrado por la vejez hasta una mística negra, es decir, hasta la contemplación de un Dios tal vez inexistente, pero, al fin y al cabo, fantasma obsesionante [] La hija-madre-verdugo satisface la visión masoquista del mundo y firma el contrato con el padre, que no es nada más que una metáfora de la culpa original que culmina en la estética. El recorrido empieza por el cuerpo, sigue con las ideas, alcanza lo sublime en el arte y finalmente culmina en Dios, es decir, se trata de un camino hacia el misterio [] El masoquismo es, por tanto, un acto puramente espiritual procedente del dilema entre la materia y el alma, [] una bsqueda trascendente a través de la sexualización ritual de la muerte, [] un deseo de expiación y castigo para reafirmar la infinita soledad frente a lo indemostrable, lo inalcanzable y lo incomprensible, concentrándose en el silencio de Dios [] En la hora de nuestra muerte todos somos hijos [] La verdadera libertad emana del hecho de aceptar la esclavitud. Así, propone Hegel, la realización de la razón es trágica, tal y como nos enseña el sacrificio de Cristo.
No es fácil de entender, no. Pero con este sustrato la autora, directora, escenógrafa y figurinista construye una lenta y repetitiva sucesión de bellas composiciones visuales gracias a una extraordinaria iluminación y a un sonido estruendoso, a la enorme presencia de la Virgen de la Anunciación del pintor renacentista Antonello da Messina, a la irrupción en escena de un asno vivito y coleando, a la presencia de un niño en el inicio y en el desenlace (en una obra ciertamente escabrosa), a la evolución permanente de media docena de muchachas desnudas, de obesidad descomunal, que tras realizar rituales esotéricos serán las enfermeras que atienden al padre, y a compartir el protagonismo con un Cristo bajado del cielo que termina convertido en su esclavo. Es el padre el que lleva dodotis y sufre incontinencia, pero es la hija la que se ha defecado encima, la que se quita las bragas manchadas y obliga al padre a limpiarle el culo de los restos de mierda mientras se masturba. Es el padre el que desfila desnudo por el escenario mostrando su obscena decrepitud, pero es la hija la que orina en una vasija con las piernas abiertas de frente a los espectadores para luego ofrendarla ante la imagen mariana. Jesucristo ruega a Angélica una y otra vez que sea su soberana y él su esclavo, y luego muere atropellado por una ambulancia que baja del cielo mientras suena la msica de las procesiones y las doncellas de descomunales nalgas se mueven al compás.
Angélica Lidell anda ya en el tramo malo de la cincuentena. Conquistó la fama internacional en 2010 en el Festival de Aviñón y an la mantiene, aunque ya en este su feudo se notan signos de cansancio. Ha retornado a conceder entrevistas y a salir tras caer el telón a recibir el fervor de sus incondicionales. Más allá de sus obras dice cosas interesantes sobre la pandemia, sobre las redes sociales, sobre la belleza y la política, y sobre esta sociedad en la que vivimos, tan triste por dentro y tan feliz por fuera. Le ha contado a Darío Prieto que la idea central de la obra es que al morir todos somos hijos y somos reclamados por el padre, por Dios. En este binomio masoquista místico se desenvuelve la obra. Se desexualiza el amor para sexualizar la muerte. Lástima que haya recurrido a lo peor de Francia -sus filósofos post-68- en vez de a sus vivencias verídicas. Ella y Laxe -hijo de gallegos- se pasan la mitad de la obra hablando en francés con subtítulos y no puede haber mayor tontería. Reza un padrenuestro blasfemo mientras se embadurna de tierra, y recurre a himnos sacros que no explicita para dar relumbrón a sus escenas. No sabemos si hay alguien más contradictorio -entre la Ibramovic y el Castellucci-, pero con todo, tiene sin duda su punto.
Y si quieren hurgar en su evolución miren nuestras reseñas de entonces:
Una costilla sobre la mesa: Madre, 2020.
Todo el cielo sobre la tierra, 2013.
Ping Pang Qiu, 2013.
Maldito sea el hombre que confía en el hombre, 2011.
La casa de la fuerza, 2009.
VALORACIÓN DEL ESPECTCULO (del 1 al 10)
Interés: 6
Texto: 6
Dirección: 7
Interpretación: 8
Dramaturgia: 6
Puesta en escena: 8
Producción: 8
Teatros del Canal Sala Roja
ANGÉLICA LIDDELL / ATRA BILIS
Una costilla sobre la mesa: Padre
Del 22 al 30 de enero de 2022
Año de producción: 2020
Duración: dos horas (sin intermedio)
Estreno en España
Edad recomendada: a partir de 18 años
Idiomas: español y francés (con sobretítulos en español)
Texto, dirección, escenografía, vestuario: Angélica Liddell
Interpretación: Oliver Laxe, Angélica Liddell, Camilo Silva
Asistente de dirección: Borja López
Iluminación: Sindo Puche y Nicolas Chevallier
Sonido y vídeo: Antonio Navarro
Regidor: Nicolas Guy Michel Chevallier
Director de producción: Gumersindo Puche
Asistente de producción y logística: Saité Ye
Comunicación: Génica Montalbano
Producción: Iaquinandi S.L.
Coproducción: Teatro Nacional de La Colline (París), Teatros del Canal (Madrid)
Con: Beatriz lvarez, Laura Jabois, Amor Prior, Blanca Martínez, Raquel Fernández, Elzbieta Koslacz, Yury Ananiev y Llorenç Barber (en alternancia) y los niños Oliver Sánchez, Ian Pachón y Aubin Grandjean.
Una coproducción de La Colline théâtre national y los Teatros del Canal, con la colaboración del Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid.
El texto del contrato masoquista está extraído de La Venus de las pieles, de Sacher-Masoch.