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El Ballet de Viena se atreve con la cuarta sinfonía de Mahler
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El Ballet de Viena se atreve con la cuarta sinfonía de Mahler

Por José Catalán Deus
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jcdeustelefonicanet/6/6/17
miércoles 28 de mayo de 2025, 17:07h
Tal arrojo no se ve todos los días y en esta ocasión puede decirse que el intento culmina con notables aciertos pero sin la sensación de haber presenciado una fusión completa música-danza, de una sucesión de bellezas que no se funden en perfecta síntesis, de que la pieza complementaria estuvo más lograda que la principal.
El ballet estatal de Viena visitó el Real por primera vez en 2000 con ‘Manon’ de Kenneth MacMillan. Volverían en 2017 con El corsario de Manuel Legris. Y ha regresado ahora con un programa doble en cuatro funciones, las coreografías ‘Concertante’ de Hans van Manen, y ‘4’, de Martin Schläpfer, director y coreógrafo principal de la compañía que cesa en su puesto después de un período de cuatro años.

‘Concertante’ forma parte de una trilogía, junto con ‘Polish Pieces’ y ‘Kammerballett’, creada por el coreógrafo Hans van Manen en 1994, durante su estancia en el Nederlands Dans Theater. El trazo contemporáneo de sus coreografías, pero muy basado en el ballet clásico, construye un lenguaje expresivo propio de raíces clásicas y ramaje actual. Basado en la pieza ‘Petite symphonie concertante’ de Frank Martin, compositor suizo del siglo pasado, ocho bailarines (hombres y mujeres) atraviesan el espacio, lo cruzan, lo abandonan, lo invaden, a veces bruscamente, a veces de forma fugaz y delicada, siempre bajo apariencia de improvisación, pero obedeciendo a una estructura lógica en la que nada sobra. El colorido vestuario de Keso Dekker, responsable también de la escenografía, puso la nota de estridente modernidad.

Como juzga Anne do Prado, la dramaturgista de la compañía, reina en la pieza una frialdad neoclásica en la que ningún paso, ningún gesto, ninguna mirada parece estar de más, expresado por medio de un vocabulario cinético basado en el ballet clásico y enriquecido con elementos de la danza moderna y del movimiento cotidiano. Elegante, armoniosa, consigue un equilibrio entre música y danza que tres décadas después de concebirse sigue siendo ejemplo de neoclasicismo bien entendido. La partitura de Martin consigue elevarse desde Bach hasta toques atonales y dodecafónicos de la segunda escuela vienesa. Hans van Manen, que va a cumplir 93 años, es uno de los coreógrafos destacados del pasado siglo, con Jiří Kylián exponentes máximos ambos de la escuela neerlandesa de ballet, que tuvo gran prestigio especialmente en los años 1980.

Es una pieza corta de veinte minutos a la que sigue un intermedio demasiado largo para llegar al plato fuerte de la velada, la primera coreografía creada para el ballet estatal de Viena por Wiener Schläpfer, sobre la Sinfonía nº 4 en sol mayor de Gustav Mahler, de la que trata de extraer su riqueza de matices, emociones e imágenes. Acababa de llegar y quería implicar a todos los bailarines en el proyecto, mostrar su potencial como conjunto, las habilidades de los solistas, la personalidad de cada intérprete, y la composición del compositor austriaco le ofrecía una paleta inagotable de colores con los que trabajar. Como describe Anne do Paço, Schläpfer hace de dos bailarinas el hilo conductor y a lo largo de los cuatro movimientos aparecen sucesivamente, comentan, intervienen, irritan, a veces se maravillan, a veces lo saben todo, incluso simplemente están presentes en lo que se va desarrollando ante nuestros ojos, un «teatro del mundo» con anhelos, sufrimientos, rechazos y distorsiones humanas, ‘enraizado en los mundos sonoros de Mahler con todas sus fracturas, amontonamientos, pero también arrobamientos y contramundos de ensueño perdidos’.

Pero la cuarta de Mahler tiene enormes dificultades para ser coreografiada -la tercera también lo ha sido recientemente-, empezando por una duración de una hora y terminando por sus continuos altibajos, cambios de estilo, giros humorísticos. Fue compuesta entre julio de 1899 y agosto de 1900, es lírica y cercana en cuanto al estilo a las formas clásicas, bien lejos de las composiciones más dramáticas que la preceden y que la suceden, y apunta ya lo que llegará con la novena, una nueva época musical. Sí que contiene toda esa gama de situaciones que buscaba Schläpfer, un despliegue de posibilidades que él venía a desarrollar. Pero la difícil tarea no consigue plasmar un todo que supere partes tan diversas, desde el superficial primer movimiento hasta el sublime tercero, para llegar en el último a un lied, ‘La vida celestial’, que estuvo a cargo de la soprano valenciana Marina Monzó, que hizo una gran interpretación.

A los especialistas les resulta difícil comprender lo que Mahler nos quiso decir con esta obra. Todo está basado en el último movimiento que expresa el bienestar de la vida celestial. El primer movimiento nos trae recuerdos terrenales, que a través de la muerte expresada en el scherzo, nos conduce hasta el cielo. El adagio nos presenta un estadio de transición, en el que se ríe y llora a la vez. A la tristeza de la muerte se une la alegría de conseguir un estado superior, llegando al paraíso, todo expresado de forma cándida. Termina con la representación de los placeres celestiales como expresa la canción que forma el último movimiento, que rubrica esos compases inconfundibles que ya se han repetido varias veces a lo largo de la composición y que son lo más elevado de la pieza.

La coreografía de Martin Schläpfer huye de toda referencia trascendente, es un monumento imponente que se desarrolla siempre con suavidad, que huye de piruetas y artificios, y que tiene sus momentos inigualables con el medio centenar de integrantes del cuerpo de baile en el escenario. La escenografía de Florian de Etti es una gran figura geométrica que se acorta en ocasiones y en la que todo el realce depende de una suntuosa iluminación Thomas Diek que se complementa muy artísticamente en la tarima del escenario. Un ecléctico vestuario de Catherine Voeffray completa un espectáculo de alto nivel sin duda, más cerebral que emotivo, muy germano si se permite el lugar común, tan germano, tan sólidamente centroeuropeo como la música de Mahler.

La orquesta titular del Teatro Real, bajo la dirección de Matthew Rowe -invitado habitual de las grandes compañías de ballet-, tuvo una actuación sobresaliente, hasta el punto de competir en atractivo con lo que se vio en el escenario. En definitiva, una extraordinaria velada de ballet neoclásico, con un intento de ‘bailar mahler’ notable, de un nivel que -reconozcamos- no está al alcance de nuestras compañías de danza.

Aproximación al espectáculo (valoración del 1 al 10)
Interés: 9
Músicas: 8-8
Coreografías: 8-7
Interpretación: 8-8
Escenografías: 6-7
Producción: 9
Programa de mano: 9
Documentación a los medios: 7

Teatro Real
Ballet Estatal de Viena – Wiener Staatsballett
Martin Schläpfer, director y coreógrafo jefe
Dirección musical Matthew Rowe
23, 24, 25 de mayo de 2025

–CONCERTANTE
Música de Frank Martin (1890-1974), Petite symphonie concertante
Coreografía de Hans van Manen
Estrenada en el Nederlands Dans Theater 2 de La Haya el 13 de enero de 1994
Coreografía Hans van Manen
Escenografía y vestuario Keso Dekker
Iluminación Joop Caboort
Bailarines
23, 24 (21:00 horas)
Liudmila Konovalova – Marcos Menha
Aleksandra Liashenko – Géraud Wielick
Iliana Chivarova – François-Eloi Lavignac
Alisha Brach – Andrés García Torres
24 (17:30 horas), 25
Olga Esina – Timoor Afshar
Claudine Schoch – Eno Peci
Iliana Chivarova – Duccio Tariello
Céline Janou Weder – Tomoaki Nakanome

–4
Música de Gustav Mahler, Sinfonía n.º 4
Coreografía de Martin Schläpfer
Estrenada con el Ballet Estatal de Viena en la Ópera Estatal de Viena el 4 de diciembre de 2020
Escenografía Florian Etti
Vestuario Catherine Voeffray
Iluminación Thomas Diek
Soprano Marina Monzó
Bailarines
Partes solistas:
–Primer movimiento
Adi Hanan, Sinthia Liz
Alaia Rogers-Maman
Alexandra Inculet – Igor Milos
Trevor Hayden
Arne Vandervelde
Sonia Dvořák
Masayu Kimoto
–Segundo movimiento
Timoor Afshar, Davide Dato
Elena Bottaro, Sonia Dvořák
Sveva Gargiulo – Andrés García Torres
Adi Hanan – Rashaen Arts
Catarina Pires – Victor Cagnin
François-Eloi Lavignac
Giorgio Fourés
–Tercer movimiento
Adi Hanan, Sinthia Liz
Claudine Schoch – Marcos Menha
Aleksandra Liashenko – Arne Vandervelde
Kiyoka Hashimoto – Géraud Wielick
Ketevan Papava – Calogero Failla
Masayu Kimoto
–Cuarto movimiento
Adi Hanan, Sinthia Liz
Masayu Kimoto, Arne Vandervelde
Aleksandra Liashenko – Timoor Afshar
Calogero Failla

Duración aproximada 1 hora y 55 minutos
Parte 1: 20 minutos
Pausa de 25 minutos
Parte 2: 1 hora y 10 minutos
Fechas 23 (19:30 horas), 24 (17:30 y 21:00 horas),
25 (18:00 horas) de mayo de 2025.

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