Un comisariado de gran nivel compartido por Miguel Falomir, director del Museo de Prado, y Enrico Maria dal Pozzolo, profesor de la Università degli Studi di Verona, ha supuesto la culminación de un largo proceso de investigación y reevaluación de la colección de pintura veneciana del Museo, una de las más importantes del mundo, y piedra fundacional de la antigua colección real española. Tras las dedicadas a “Los Bassano en la España del Siglo de Oro” (2001), “Tiziano” (2003), “Tintoretto” (2007) y “Lorenzo Lotto. Retratos” (2018), esta propuesta completa el recorrido trazado por la pintura veneciana del renacimiento veneciano.
La exposición alterna seis secciones cronológicas y temáticas. La primera, ‘De Verona a Venecia’, atiende a la formación en su Verona natal, ciudad de rico pasado romano donde la tradición local convivía con aportes venecianos (sobre todo Tiziano) y de artistas centro-italianos como Rafael y Parmigianino. Partiendo de ellos Veronese elaboró pronto un estilo propio caracterizado por la elegancia formal y compositiva y un colorido contrastado que le facilitaron su triunfal irrupción en Venecia en 1551. La segunda sección ‘Maestoso teatro. Arquitectura y escenografía’, aborda su modo de entender el espacio y narrar historias, aunando la tradición veneciana y las nociones teatrales y arquitectónicas de Palladio y Daniele Barbaro, y lo confronta con la visión alternativa encarnada por Tintoretto y las ideas escenográficas de Serlio. Se presta particular atención a las célebres Cenas, suntuosas manifestaciones del refinamiento y la cultura material de los patricios venecianos. La tercera, ‘Proceso creativo. Invención y repetición’, ahonda en la inteligencia pictórica de Veronese y el modo como dirigió uno de los obradores más fecundos y de mayor calidad de la época, con un férreo control y a una sabia distribución de funciones.
La cuarta sección, ‘Alegoría y mitología, muestra su excelencia en dos terrenos particularmente queridos por las elites de su época, la alegoría y la fábula mitológica, donde se reveló como el único artista capaz de competir con Tiziano, lo que le permitió heredar su poderosa clientela, dentro y fuera de Venecia. La quinta sección, ‘El último Veronese’, aborda su década final, cuando asistimos a un cambio notable en su pintura, con composiciones inestables de colorido más sombrío y un uso dirigido y a menudo simbólico de la luz, en las que el paisaje cobra nuevo protagonismo. Esta mutación, que anuncia las grandes conquistas pictóricas del Barroco, responde a factores diversos; unos estéticos, como el impacto de la obra coetánea de Tintoretto y Jacopo Bassano; otros “ambientales”, como el clima religioso tras el Concilio de Trento.
La exposición concluye con una sección dedicada a su legado, ‘Haeredes Pauli’, con sus familiares que durante una década prolongaron de forma estéril sus modelos bajo la denominación del título; y con artistas que asumieron y propagaron su legado, como El Greco, los Carracci y Pedro Pablo Rubens. La exposición finaliza recordando su cotización en el coleccionismo europeo de su época y por ello en las colecciones del Museo del Prado, y lo hace con el conocido y admirado cuadro ‘El archiduque Leopoldo Guillermo en su galería de pinturas en Bruselas’ de David Teniers II, en el que se contemplan los altos muros repletos con su colección y se identifican entre ellos dos de Veronese.
Mención muy especial merece en la tercera sala, la recreación del proceso pictórico de la ‘Magdalena penitente’ (1583), llevada a cabo por el pintor Jacobo Alcalde empleando el mismo tipo de materiales que el original y siguiendo las fases de trabajo detectadas en su estudio técnico. Es un vídeo magnífico, una aportación notable que se complementa en la misma sala con otra proyección que explica una de las grandes sorpresas que se llevará el visitante, el tono mate tan peculiar de los cuadro de Veronese porque usaba de forma muy personal un esmalte azul para conseguirlo.
En fin, “Paolo Veronese (1528-1588)” es una ocasión irrepetible para conocer en profundidad la obra de uno de los artistas más brillantes y deslumbrantes del Renacimiento europeo, clave para comprender el gusto artístico de las élites de la época y su decisiva influencia en la pintura española del Siglo de Oro. Veronese triunfó en vida, y tras su muerte gozó del favor ininterrumpido de príncipes, coleccionistas y colegas. Solo en el siglo XX su fama palideció, una vida sin escándalos en lo personal y cierta asimilación de su pintura con el lujo y la ampulosidad. Dicen modestamente los organizadores que ‘esta exposición se suma al esfuerzo actual por desterrar estas ideas y mostrar la realidad de un pintor que, más que cualquier otro del renacimiento italiano, supo concretar una idea orgánica y totalizadora del arte.
De Veronese se pondera su inteligencia pictórica, y ciertamente tras el oropel anida una calidad superlativa que le permite concebir un universo propio y trasladarlo con variados y sofisticados recursos a composiciones que nos fascinan y conmueven. Gestos, indumentarias, colores y personajes exóticos, espacios ilusorios e imponentes arquitecturas, todo contribuye a que el espectador se imagine dentro de sus composiciones. Alguien capacitado dijo que la de Veronese no es pintura, es magia que hechiza a quien la ve.
El catálogo es excepcional y se abre con una introducción a cargo de los dos comisarios seguida de once ensayos escritos por especialistas internacionales en la figura del pintor que analizan aspectos de su vida, su proceso creativo y su influencia cultural. A continuación, una extensa sección dividida en seis partes, precedida cada una de un texto introductorio, en las que se reproducen las 103 obras de la exposición y que recorren cronológicamente la trayectoria del pintor, situando a este además en relación con otros maestros de su tiempo. El libro se cierra con una extensa y precisa Cronología, una Bibliografía y un índice onomástico.
RECORRIDO DETALLADO
1. DE VERONA A VENECIA
Paolo Veronese se formó en una Verona inmersa en una profunda renovación religiosa y edilicia impulsada, respectivamente, por el obispo Gian Matteo Giberti y el arquitecto Michele Sanmicheli. Más que el aprendizaje con sus maestros (Antonio Badile y los hermanos Caroto), en su formación fue decisivo su trabajo como fresquista a las órdenes de Sanmicheli y el conocimiento tanto de la pintura
veneciana, principalmente de Tiziano, como de Rafael y Parmigianino, bien a través de sus obras, bien a través de las de sus colaboradores, entre los que se encuentran Valerio Belli en Vicenza y Giulio Romano en la vecina Mantua. Esta variedad de estímulos explica aspectos de su pintura que lo alejan de los venecianos, como un colorido cangiante (iridiscente), ajeno a la unidad tonal de aquellos, o el énfasis en
el dibujo en todas las etapas del proceso creativo. A todo ello añadió curiosidad y un carácter sociable que le procuraron el favor de las familias patricias de Verona y Vicenza para las que trabajaban Sanmicheli y Andrea Palladio así como el acceso a ambientes con inquietudes anticuarias, muy vivas en Verona, orgullosa de su pasado romano. Es muy plausible que, estimulado por este entorno, visitara entonces Roma. Con este bagaje irrumpió en Venecia en 1551, con la Pala Giustiniani para San Francesco della Vigna, con la que demostró tanta personalidad como inteligencia al reelaborar modelos de Tiziano, figura dominante en la escena pictórica de la ciudad.
2. «MAESTOSO TEATRO». ARQUITECTURA Y ESCENOGRAFÍA
La pintura narrativa consta de dos elementos: unos personajes que representan una historia y el espacio donde esta acontece, y el modo en el que ambos se relacionan condiciona el diseño de la composición y su recepción. En Venecia convivieron dos aproximaciones derivadas de diferentes lecturas de la escena teatral romana descrita por Vitruvio que estuvieron encarnadas por dos binomios arquitecto-pintor: Serlio-Tintoretto y Palladio-Veronese. Tintoretto siguió a Sebastiano Serlio (¿1475?-ant. 1557), quien visualizó la escena vitruviana como un espacio en profundidad, con un punto de fuga elevado flanqueado por edificaciones. Andrea Palladio (1508-1580), más riguroso, redujo la escena mediante la disposición transversal de una arquitectura clásica. Veronese incorporó esta solución, situando a sus personajes ante un telón arquitectónico y adoptando un punto de vista bajo que reduce el espacio y aproxima la escena al espectador. El contraste entre arquitectura y personajes se acentúa a través del color. Frente a la unidad atmosférica de Tintoretto, los colores de Veronese no sacrifican su especificidad, y las brillantes indumentarias contrastan con el tono neutro de la arquitectura. Estas dos concepciones espaciales condicionaban el tono de la narración. La serliana daba lugar a composiciones dinámicas de agitados escorzos, mientras la palladiana propiciaba una ordenación del espacio y una gestualidad más serenas, más «majestuosas».
3. PROCESO CREATIVO. INVENCIÓN Y REPETICIÓN
En el Renacimiento la invención se concebía como el hallazgo de una solución original –formal y técnica– a un problema de representación. En la práctica, consistía en saber relacionar elementos tomados de diferentes fuentes y combinarlos con expresiones personales para crear escenas inéditas, en emplear materiales nuevos o en usar de manera innovadora los tradicionales. No obstante, era frecuente que un cliente pidiera que un trabajo emulara otro anterior o que el artista repitiera sus ideas. Veronese se inspiró tanto en la antigüedad clásica como en artistas anteriores y contemporáneos y reutilizó constantemente sus propias invenciones, interpretando iconografías poco difundidas en la pintura véneta del siglo XVI. Sus prototipos, incluso cuando se inspiraban en obras de otros artistas, resultaron novedosos por el modo de presentar el discurso narrativo y en términos de formato, pincelada, color y textura. Las obras de esta sala, junto con los análisis científicos de algunas de ellas, ejemplifican cómo elaboraba sus obras, la heterogeneidad de sus prácticas y la evolución de sus procedimientos pictóricos entre 1546 y 1588. También muestran la capacidad del pintor para asimilar las técnicas que observó en otros artistas y su talento para adaptarlas y combinarlas con sus propios métodos de trabajo.
4. ALEGORÍA Y MITOLOGÍA
Abordó desde sus inicios asuntos mitológicos y alegorías profanas. Su labor en ese campo fue particularmente fecunda en tres áreas: la decoración al fresco de residencias particulares en ámbitos urbanos y rurales; como artista áulico al servicio de Venecia, y en obras de caballete para coleccionistas, tanto en el Véneto como para las cortes italianas y europeas. No fue un pictor doctus, pero frecuentó a humanistas que idearon las complejas iconografías que trasladó a imágenes, mostrando habilidad para aprehender y hacer suyas fuentes diversas y un acusado sentido del decoro: cada composición se ajusta a su función y lugar, ya sea un ámbito público o privado. Veronese fue decisivo para fijar en imágenes el mito de la prosperidad de Venecia cuando afloraban los síntomas de decadencia. Lo hizo en el Palacio Ducal con un lenguaje imaginativo y solemne, atento a los modelos clásicos, pero sin rigideces anticuarias. Y como pintor mitológico, la sensualidad de sus formas y colores le hicieron el heredero de Tiziano, aunque ofreció a menudo lecturas alterativas a las suyas, de Venus y Adonis al Rapto de Europa.
5. EL ÚLTIMO VERONESE
El año de la muerte de Tiziano, 1576, marca simbólicamente el inicio de su última etapa. A sus 48 años era uno de los artistas más célebres de Venecia; tenía a sus espaldas importantes encargos públicos, gozaba del favor de la oligarquía y formaba, con Jacopo Tintoretto y Jacopo Bassano, la vanguardia de una escuela pictórica en constante renovación. Frente a la relativa homogeneidad de los años anteriores, su pintura evoluciona hacia composiciones más dramáticas e inestables, de formas más diluidas y colorido sombrío, con un uso dirigido de la luz, a menudo con connotaciones simbólicas, que anticipa soluciones del siglo XVII. Destaca igualmente el protagonismo creciente del paisaje, que adquiere una nueva función narrativa y expresiva. Estos cambios responden tanto a estímulos artísticos (la obra de Tintoretto en San Rocco; la poética del paisaje de Bassano) como a circunstancias históricas (la
terrible peste de 1576; el clima espiritual postridentino). Como en el caso de sus colegas, esta fase tardía se caracteriza por una extrema versatilidad en la ejecución que se corresponde con una participación cada vez mayor del taller.
6. «HAEREDES PAULI» Y LOS ADMIRADORES DE VERONESE
Con Veronese, como sucede con otros grandes maestros, conviene distinguir entre los herederos legales, es decir, los familiares que continuaron el negocio dilapidando su patrimonio estético en pocas generaciones, y los herederos artísticos, que asimilaron creativamente su legado aunque no le conocieron. A la muerte de Paolo, su hermano Benedetto (1538-1598) y sus hijos Gabriele (1568-1630) y Carletto (1570-1596) mantuvieron el taller con el sello «Haeredes Pauli», en el que produjeron obras reiterativas de discreta calidad. El único que mostró cierta personalidad fue Carletto, y su prematura muerte marcó el fin de la empresa. En torno a esta pulularon también maestros independientes que imitaron a Paolo con más o menos fortuna, a menudo reutilizando sus modelos, como Parrasio Micheli (1516-1578). Los verdaderos herederos deben buscarse lejos de la familia, con frecuencia en otras geografías. Veronese ha sido un «pintor de pintores», idolatrado por artistas tan dispares como Guido Reni, Velázquez, Delacroix o Paul Cézanne. Ya en la generación posterior a su muerte El Greco, Annibale, Agostino, Ludovico Carracci y Pedro Pablo Rubens.
Aproximación a la propuesta (del 1 al 10)
Interés: 10
Despliegue: 9
Comisariado: 9
Catálogo: 9
Programa de mano: 9
Documentación a los medios: 9
Museo Nacional del Prado
“PAOLO VERONESE (1528-1588)”
Del 27 de mayo al 21 de septiembre de 2025,
Comisariada por Miguel Falomir, director del Museo del Prado, y Enrico Maria dal Pozzolo, profesor de la Università degli Studi di Verona.
-Ciclo de conferencias
28 de mayo, 11, 18, y 25 de junio, y 2 de julio de 2025. Auditorio. 18.30h
-Charla para facilitar la visita autónoma del público a la exposición temporal,
proporcionando las claves esenciales para apreciar y comprender mejor las obras
que forman parte de la muestra.
Lunes a las 13.00 y 17.30 h. Sala de Conferencias
-Concierto
Música en torno a Veronese
Interpretado por Qvinta Essençia
20 de junio a las 19.00 h
Precio: 12 €.