La muestra reúne algunas de sus series más significativas, como ‘Violencia mujer’, que incluye su obra conocida ‘La descarga’ (1975-77); a serie ‘Presencias’ (1981) con la que apuesta radicalmente por el reciclaje y resignificación de objetos. ‘Ellas, filipinas’ (2010-2013) pone de manifiesto la situación de miles de emigrantes en Hong Kong. Y ‘Nuclear Lemóniz’ (2004-2008) documenta su paralización y abandono debido a la presión de ETA cuando ya estaba a punto de iniciar su andadura.
Quizás la propuesta más interesante resulte la ‘Instalación Luminarias’, en la sala 10, a partir del proyecto La Fábrica (1999-2000) que aborda el declive de una panificadora emblemática de Bilbao que llegó a tener más de mil empleados y se cerró en 1998 tras un siglo de vida haciendo de colofón simbólico del profundo desmantelamiento que sufrió la industria vascongada durante la larga gobernanza del PSOE en el gobierno de España y del PNV en el autonómico. Las lámparas que la artista se llevó del edificio abandonado cobran una nueva vida iluminando fragmentos de documentos del archivo del consejo de administración desde hacía un siglo. Y el laberinto se completa con la proyección de una sucesión de fotos de la primera página de Libros de Familia de los trabajadores, mientras los nombres y apellidos de ellos y sus esposas se escuchan en la sala.
También destaca en la sala 4 ‘Grafías Musicales’ (1989-90) -había cumplido estudios superiores de piano-, series de fotocopias generadas a partir de partituras de compositores contemporáneos como Javier Darias y Llorenç Barber. En las que el ritmo y cadencia de la composición visual proceden del movimiento del papel y de la variabilidad controlada de la entrada de luz. En ‘Mar de cristal o La catedral sumergida de Debussy’ (1987) alude a la pieza de piano ‘La cathédrale engloutie’ que evoca el mito de una iglesia que emerge de las aguas cuando repican sus campanas, lo que parece una referencia a cómo la tecnología —en concreto, la máquina Minolta con la que pudo generar estas electrografías de gran formato— permite recuperar o reimaginar algo que parecía perdido. Mencionemos finalmente en la sala 5 sus obras realizadas con la pelusa que se acumula en el filtro de la aspiradora, y que ella llama lint o “guata” por su ligereza, color y por lo fácil que es darle forma.
Esta exposición, ha dicho el director del museo Manuel Segade en la presentación, “es una deuda contraída y un reconocimiento a la trayectoria y al universo estético de esta artista, Premio Velázquez 2023, que sigue en plena potencia intelectual y de la que ha destacado su contribución al feminismo o la ecología además del uso de las herramientas tecnológicos al servicio de la creación artística. El concejal de Cultura y Gobernanza del Ayuntamiento de Bilbao, Gonzalo Olabarria, representante del Azkuna Zentroa – Alhóndiga Bilbao, a donde itinerará la exposición tras su paso por Madrid ( 29 de octubre), ha puesto en valor “el arte valiente, que agita conciencias, el arte intemporal de Marisa González, que en esta exposición refleja el desmantelamiento de dos símbolos del País Vasco, la Central Nuclear de Lemóniz y la Panificadora”. La comisaria la ha calificado de “adelantada a su tiempo, que ha roto cánones, que militó en la lucha antifranquista, en el asociacionismo y se sumó al feminismo, y de la que era muy necesario sacar a la luz su legado, que es como un agujero negro, por lo inabarcable, y por desgracia acumulado la mayoría en su estudio”. La artista, Marisa González, que ha acudido a la rueda de prensa con el mismo vestido que llevaba en 1986 cuando co-comisarió en este museo una de las exposiciones inaugurales, ha explicado que trabaja durante años en cada proyecto y lo guarda todo, “cada obra dura años, en esta exposición hay una pequeña representación de mi trabajo. Y si de algo me ha servido usar los medios tecnológicos desde tan temprano, ha dicho con humor, es que, a pesar de tener un nombre tan común, lo tengo para mí en la Wikipedia y en mi página web”.
En fin, como tantos artistas de las últimas décadas, María Luisa González González ha empleado las técnicas de reproducción visual de forma creativa, buscando en la reiteración modificada penetrar en objetos y personas más allá de su apariencia; ha compuesto instalaciones documentales con restos desechados por un mundo en acelerada transformación, intentando así detener la vorágine; y sobre todo ha trabajado y trabajado en su vocación, ha tenido suerte y ha caído bien. Al recibir el premio al mejor artista plástico, el jurado destacó “su amplia trayectoria como artista multimedia, pionera en la utilización de nuevas tecnologías desde los años 70 hasta la actualidad», valorando que «su feminismo, memoria y arqueología industrial, reciclaje y ecología, y atención a los procesos de exclusión y precariedad son otras notas que caracterizan su trayectoria. Espigadora incansable de archivos, documentos y arqueologías industriales, siempre comprometida frente a las desigualdades sociales y las amenazas ecológicas en nuestro mundo globalizado”.
Aproximación a la propuesta (del 1 al 10)
Interés: 6
Despliegue: 7
Comisariado: 8
Catálogo: 7
Documentación a los medios: 6
MUSEO REINA SOFÍA
‘Marisa González. Un modo de hacer generativo’
Del 21 de mayo hasta el 22 de septiembre de 2025
COMISARIADO: Violeta Janeiro Alfageme
COORDINACIÓN: Beatriz Velázquez
En colaboración con Azkuna Zentroa – Alhóndiga Bilbao.