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Viaje hasta el límite, interesante drama psicológico
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Viaje hasta el límite, interesante drama psicológico

Por José Catalán Deus
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jcdeustelefonicanet/6/6/17
lunes 12 de mayo de 2025, 20:29h
En el centenario del nacimiento de Luis Martín-Santos, el autor de la célebre novela ‘Tiempo de silencio’, la revisión de sus archivos, con el propósito de editar su obra completa, permitió descubrir algunas piezas dramáticas desconocidas, entre las que el director del Teatro Español ha elegido ésta, prosiguiendo en su propósito de cumplir con el nombre del teatro centrándose en los dos siglos anteriores, los que ni la compañía nacional de teatro clásico ni el centro dramático nacional atienden.
Viaje hasta el límite, fechada en 1953, poco antes de que el autor cumpliera la treintena, es un sólido drama de corte existencial que refleja sus influencias literarias y filosóficas, además de algunas de las inquietudes políticas del momento -el momento en que el paso de la autarquía a la estabilización creó y hundió fortunas de la noche a la mañana-, sumando a la corriente de realismo social que comenzaba a surgir en nuestros escenarios con personales ambiciones psicológicas y literarias de calado.

A los teatros de cámara ya llegaban Eugene O’Neill, Tennessee Williams y Jean Paul Sartre, y Martín-Santos se sentía capaz de unir ambas influencias en un argumento quizás inspirado en un caso que conociera por su ambiente familiar o por su actividad profesional como director del sanatorio psiquiátrico de San Sebastián. En un elegante chalet de las afueras de una ciudad no identificada vive Pedro, un acaudalado empresario cuya enfermedad le ha postrado en silla de ruedas. Esta parálisis le ha convertido en una persona siempre malhumorada, que desconfía de su joven esposa Gloria y de su hijo Alberto, de que solo le aguanten por su dinero. Solo la sirvienta María es capaz de cuidarlo y soportar su carácter irritable y hosco. La aparición de un atractivo oportunista que propone una inversión de grandes dimensiones y tiene deslumbrado a Alberto, arrastra también a la esposa. Ante la conspiración tripartita, Pedro pone en marcha un plan demencial por el que entregándoles todos sus bienes como un rey lear contemporáneo, empujarles a este viaje hasta el límite del título de la pieza, hasta enfrentarlos a sus propias contradicciones. Un planque no se le ocurriría a nadie en su sano juicio, pero sí a este hombre obsesionado al borde de la demencia.

La obra tiene una trama bien urdida y unos diálogos muy literarios en los que asoma a menudo una visión de la existencia penetrante y certera, un pesimismo profundo sobre la naturaleza humana y especialmente una visión cruda del amor reducido a deseos y conveniencias. Esta disección implacable de las relaciones del matrimonio entre ellos y con su hijo, se completa con la maldad sibilina del intruso y la bondad bobalicona de la sirvienta, pero lo que empieza como un fresco realista se complica con bruscas mutaciones psicológicas en las que los personajes oscilan entre sentimientos antagónicos para terminar en una alegoría tan estrambótica que cuesta mucho trabajo aceptar.

Es una pieza interesante y no solo por ser de quien es, pero puede decirse que fallida en su pretensión de elevarse sobre la realidad sórdida con una metáfora de esperanza lúcida en aceptar la vida como es y no como debiera ser o nos contaron que era. No sabemos las dificultades que ha tenido Eduardo Vasco en su versión, pero sí se puede apreciar una dirección con notables resultados de montaje e interpretación. La escenografía de Carolina González ha huido del historicismo y nos coloca en un espacio abstracto cuyo ambiente dramatiza la iluminación de Miguel Ángel Camacho; el vestuario de Lorenzo Caprile se esmera en la protagonista con aires de alta costura, y junto a toques ambientales de temas jazzísticos de la época, Vasco presenta una composición pianística de notas simples y repetitivas para subrayar el drama, a cargo en directo de Iván López-Ortega.

El reparto está muy acertado en humanizar unos personajes difíciles. Sin duda hay que destacar el protagonismo de Ernesto Arias, que sentado en la silla de ruedas debe elevarse hasta el paroxismo, pero indudablemente el intruso que interpreta Agus Ruiz le confirma como ese ‘malo’ potente que ya hemos visto en varias ocasiones (muy recientemente en ‘Historia de una escalera’), un ‘malo’ nada caricaturesco que debe pasar del oportunismo falaz a la magnanimidad orgullosa aflojándose el nudo de la corbata. Lara Grube, Eva Trancón y Luis Espacio completan un quinteto de sentimientos tan mutantes que quizás resultan poco creíbles, personajes complejos no bien rematados de origen por el autor novel que era Martín-Santos entonces.

Excepcional historia de una escalera evocadora

Ha valido la pena recuperar este drama que no sabemos por cuáles avatares quedó inédito. Vale la pena verlo. No es una maravilla pero sí es digno reflejo de altas inquietudes creativas.

VALORACIÓN DEL ESPECTÁCULO (del 1 al 10)
Interés: 8
Texto: 7
Dramaturgia: 8
Dirección: 8
Interpretación: 8
Puesta en escena: 7
Música: 7
Producción: 8
Programa de mano: 7
Documentación a los medios: 7

Teatro Español
Viaje hasta el límite, de Luis Martín-Santos
Versión y dirección: Eduardo Vasco
3 Mayo a 8 Junio 2025

Reparto:
Pedro: Ernesto Arias
Gloria: Lara Grube
El Intruso: Agus Ruiz
María: Eva Trancón
Alberto: Luis Espacio
Pianista: Iván López-Ortega

Escenografía: Carolina González
Vestuario: Lorenzo Caprile
Iluminación: Miguel Ángel Camacho
Música y ambiente sonoro: Eduardo Vasco
Ayudante de dirección: Laura Garmo
Una producción del Teatro Español en coproducción con GG Producción Escénica

Precio 6 a 22€
Hora 19:00 h
Sala principal

Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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