Lleva dos meses llenando el aforo y le quedan solo dos funciones. Una obra de hace un siglo que reúne las esencias de lo que en un tiempo era puro y buen teatro y de lo que debería volver a ser. Una trama desafiante con personajes complejos y diálogos inteligentes para repreguntarnos por qué no nos conocemos, ni a los demás ni a nosotros mismos.
Tras la repentina muerte de una mujer de 37 años llamada Bernice Norris, su círculo más cercano se reúne en la casa familiar. El misterioso legado que deja genera un enorme desasosiego que desvela profundas desavenencias entre Margaret, su mejor amiga, y Craig, su marido, en medio de la pena del desvalido padre y la inquina de la implacable cuñada. Y con el secreto doble que guarda Abbie, la fiel sirvienta. Todo acabará por transformar profundamente a los personajes principales cuando alcancen a entender los propósitos y la verdadera dimensión de la personalidad de la fallecida.
Susan Glaspell fue ganadora del Pulitzer en 1931 y su obra cayó después en el olvido hasta que fue redescubierta en el último cambio de siglo, consolidándose como una figura clave del drama moderno norteamericano. A través de su realismo simbólico, de una desusada altura intelectual que le lleva a plantear los problemas de la existencia en su inaprensible complejidad, cuestiona los roles femeninos de la época, permitiendo al espectador reflexionar sobre los grandes dilemas: qué es el amor, cómo se expresa, cómo se capta; en qué oscuridades nos perdemos sin vislumbrar la luz; dónde radica la cobardía de casi todos los escritores; por qué las grandes causas esconden tantos fracasos personales.
Es un auténtico regalo para cualquier amante del teatro, nos dice la directora, y tiene razón son duda. Esta es la primera vez que se representa una obra de esta escritora en nuestro país y el Teatro Español lo hace con prestancia, sin regatear presupuesto en un excelente montaje con un gran reparto, que demuestra que el teatro de sala pequeña y formato reducido puede estar a la altura de los grandes montajes y suplir con intensidad y contenido sus despliegues, que últimamente son pocos, dicho sea de pasada. Y eso es justo y necesario cuando se cuenta con un texto como este, lejos de la banalidad y el artificio, de los lugares comunes, de la artificiosidad y la superficialidad que asolan la literatura de nuestra época entre la mediocridad de las multitudes autoras y las masas consumidoras. Sus personajes no son de cartón sino tan complejos como cualquiera; y en su compleja interacción se descubren y descubren a los otros.
La estadounidense Susan Keating Glaspell (1876–1948) fue dramaturga, novelista, periodista y actriz. Con su esposo George Cram Cook, fundó la primera compañía teatral moderna de su país, Provincetown Players, y fue directora en su región del Proyecto de Teatro Federal durante la gran depresión de los años veinte. Fue autora de nueve novelas, quince obras de teatro, cincuenta cuentos, y también escribió una biografía de su marido. El feminismo se la apropia como hace con toda mujer destacada, y los personajes de Bernice (que no aparece en escena salvo descrita por los demás) y Margaret Pierce deben tener mucho de su personalidad o al menos de cómo la hubiera gustado ser, entre una luz compasiva y un látigo justiciero.
La traducción y versión de Ignacio García May parecen excelentes, aunque no conozcamos el original ni se nos diga si ha habido modificaciones y cuáles (algo que no debería faltar en la documentación a los medios). Y la dirección de Paula Paz está a la altura de la obra, minuciosa en captar los complejos matices de una situación aparentemente convencional que se va complicando hasta el encaje final. Separa las escenas con unas pausas en las que los personajes ralentizan sus movimientos y la radio transmite noticias de sucesivos grandes asuntos -la segunda guerra mundial, la guerra fría, Vietnam, Lutero King- que nos van acercando al presente. Es una manera elegante de actualizar sin alterar. Prescindible, pero interesante.
El diseño de espacio escénico de Mónica Boromello es buenísimo, dando amplitud al pequeño escenario y vida al salón historicista donde trascurre todo. El vestuario de Blas Ledoïc acertado y de una variedad desusada, mientras la iluminación de David Picazo y el espacio sonoro de Yaiza Varona encajan como anillo al dedo para dejarlo todo en manos de un sobresaliente reparto, en el que Eva Rufo y Jesús Noguero interpretan unos personajes de vehemente romanticismo, que se prestarían a sobreactuar, y que a pesar de tantos y tantos lloros no resultan lacrimógenos. La señora Albee de Esperanza Elipe nos impactó realmente en su realismo, y Rebeca Hernando y Javier Lago hicieron a la perfección esos personajes complementarios un tanto caricaturizados que se necesitan en cualquier drama que se precie.
Total, que donde parecía haber tan solo un modesto estreno de compromiso, sale un pedazo de obra monumental. Son las sorpresas de la cartelera, algunas buenas y muchas lamentables como las que estos días la dominan en Madrid con los nombres más señeros (sic) de la dramaturgia patria.
VALORACIÓN DEL ESPECTÁCULO (del 1 al 10)
Interés: 9
Original: 8
Versión: 9
Dirección: 9
Puesta en escena: 9
Interpretación: 9
Producción: 9
Programa de mano: 9
Documentación: 7
TEATRO ESPAÑOL
Sala Pequeña
Bernice, de Susan Glaspell
Dirección: Paula Paz
9 Octubre a 8 Diciembre 2024
Reparto:
Abbie: Esperanza Elipe
Margaret Pierce: Eva Rufo
Sr. Allen: Javier Lago
Craig Norris: Jesús Noguero
Laura: Rebeca Hernando
Diseño de espacio escénico: Mónica Boromello
Diseño de iluminación: David Picazo
Diseño Vestuario: Blas Ledoïc
Música y Espacio Sonoro: Yaiza Varona
Ayudante de Dirección: Abel Ferris
Una producción del Teatro Español
Precio, 18€
Hora, 19:30h
Duración, 110 minutos aprox.