La Artemisa de Rembrandt siempre ha brillado en el Prado con luz propia y singular como representación nica de la inmensa producción del maestro holandés. Se sabe que la adquirió el marqués de la Ensenada, y que fue confiscada por Carlos III, que la incorporó a la colección real. Es una mujer gruesa y rubicunda que mira de soslayo con cierta expresión burlona. Se la diría demasiado sola y por eso, un par de siglos después, el Museo del Prado ha organizado la exposición Rembrandt. Pintor de historias, primera muestra monográfica que se dedica al maestro holandés en España, para la que llegan a acompañar a nuestra Artemisa tres decenas de grandes obras procedentes de su autor procedentes de 20 museos del mundo.
De entre los grandes maestros de la pintura europea, Rembrandt (Leiden, 1606- msterdam, 1669) es uno de los menos representados en las colecciones españolas, incluidas las del Prado, que cuenta sólo con esta nica pintura autógrafa del maestro holandés, Artemisa, de 1634. Por esta razón, el Museo ha decidido organizar esta exposición que permitirá al pblico acercarse a la obra del extraordinario artista holandés considerado uno de los más grandes pintores en la historia del arte occidental. Para Alejandro Vergara, el experto del Prado responsable de esta exposición, se caracteriza por tres cosas: ser una monográfica muy ambiciosa que recoge toda su trayectoria, centrarse en el género histórico de su producción, y contar con cierto contexto representado por unas dcuan tas obras de sus contemporáneos.
Estamos ante un auténtico peso pesado de la pintura de todos los tiempos. Rembrandt Harmenszoon van Rijn vivió en el siglo XVII, cuando el comercio, poderío e influencia política de Holanda alcanzaban plenitud arrastrando a cultura y ciencia libres de las trabas del catolicismo vaticano. Se ha dicho de él que ningn artista combinó nunca tan delicada habilidad con tanta energía y poder, una de estas frases probablemente exageradas que jalonan el mito de los grandes. No salió nunca de Holanda pero coleccionó objetos exóticos y grabados de muchos artistas europeos. Vivió desahogadamente de los encargos de una burguesía próspera, pero vio morir a sus dos mujeres y a casi todos sus hijos.
Compuesta por 35 pinturas y 5 estampas procedentes de veinte puntos distintos de Europa y Estados Unidos, la exposición, se centra en a la figura de Rembrandt como pintor narrador. Aunque el maestro de Leiden fue también un gran pintor de retratos y de paisajes, su faceta como pintor de historia muestra con especial claridad la forma en la que su arte emana de la tradición de la pintura renacentista europea y, al mismo tiempo, permite comprobar su originalidad. Es precisamente este aspecto del arte de Rembrandt el que mejor conecta, y al mismo tiempo el que mejor contrasta, con la tradición pictórica que representa el Prado, como se puede observar en la propia exposición donde, con el fin de ayudar a comprender mejor su obra, Artemisa está acompañada por seis obras de otros artistas -Rubens, Tiziano, Velázquez, Ribera y Veronés- que representan modelos artísticos frente a los que reaccionó y se inspiró. Rubens guió sus primeros pasos, Tiziano y Veronese le aportaron la inspiración del Renacimiento italiano, y los españoles Ribera y Velálquez se le parecen siendo diferentes.
Como Rembrandt produjo cerca de 854 cuadros, 300 aguafuertes, y 2.600 dibujos, lo que veremos es sólo una pequeña muestra. Entre las características prominentes de su obra se encuentra el uso del claroscuro, a menudo usando fuertes contrastes, lo que introduce al observador dentro del cuadro. Sus escenas vívidas y dramáticas destacan sobre la rígida formalidad que muestra la obra de la mayoría de los artistas de la época, junto con un profundo sentimiento de compasión por la raza humana, sin discriminación alguna por la fortuna o edad del sujeto. En sus cuadros aparecen a menudo los miembros de su familia; su esposa Saskia, su hijo Titus, y su compañera sentimental Hendrickje, incluso usándolos como modelos en pinturas de temáticas mitológica o bíblica.
La exposición, ubicada en las salas A y B del nuevo edificio de la ampliación del Museo, se ordena de forma cronológica presentando la evolución de Rembrandt como pintor de temas tomados de la historia, de la religión y de la mitología clásica. Con el fin de ayudar a comprender la peculiar mirada que Rembrandt dirige a estos asuntos como reflejo de su visión del mundo, en la exposición están representadas todas las fases de su carrera como artista. La exposición se inicia con sus obras de juventud, período en que Rembrandt se centra en la manifestación externa de las emociones y los sentimientos humanos, expresándolos a través de gestos y expresiones muy animadas. En estos años su mirada hacia el mundo a menudo es burlona y jocosa. A partir de 1645 aproximadamente se observa un cambio en su manera de mirar el mundo y de entender la vida. Los cuadros que pinta a partir de ese momento muestran una emoción más introvertida, adquiriendo una gravedad y transmitiendo una sensación de peso moral que son realmente conmovedoras y que suponen lo más original del pintor.
De sus obras de juventud cabe destacar la presencia del cuadro San Pedro y San Pablo, prestado por la National Gallery of Victoria de Melbourne. También están presentes varias obras maestras de la fase de madurez del pintor, como el monumental Sansón y Dalila del Stádel Museum de Frankfurt. Asimismo de la fase más personal de la carrera de Rembrandt, sus ltimos años hasta su muerte en 1669, se muestran varias obras características de este periodo incluida una de las obras más importantes pintadas por el artista en estos años, la Betsabé del Museo del Louvre.
La exposición concluye con Autorretrato como Zeuxis, pintada sólo cinco o seis años antes de su muerte y ltima representación de su propia imagen. Al abrirse con su Autorretrato con traje oriental, del Petit Palais de París, pintado en 1631, a los 25 años de edad, ambas imágenes cierran tres décadas de vasto trabajo en el que la propia representación ocupó una parte no desdeñable de sus preocupaciones artísitcas. Zeuxis fue un famoso pintor griego del siglo V antes de Cristo que segn la leyenda murió de risa al retratar a una anciana, lo que explica la cómica sonrisa del artista en este ltimo autorretrato con casi 60 años. El autorretrato juvenil es una figura de Rubens a la que Rembrandt ha colocado su propio rostro, en un guiño también de farsa. Fue tan prolífico pintor de autorretratos, que se calculan en 80 cuadros y 20 aguafuertes durante tres décadas.
Las obras cedidas en préstamo para la exposición, todas excepto la Artemisa que conserva el Prado, corresponden en su mayoría a los museos de arte internacionales que atesoran las colecciones más importantes del artista, como el Metropolitan Museum of Art de Nueva York, que aporta dos obras a la muestra; el Rijksmuseum de msterdam, que aporta cuatro; la National Gallery de Londres, que contribuye también con cuatro; o la National Gallery of Art de Washington D.C., la Alte Pinakothek de Mnich, la Städelsches Kunstinstitut und Städische Galerie de Frankfurt y el Paul Getty Museum de Los ngeles, con otras dos cada uno. Junto a estos, también es de destacar la generosidad de otros museos que, a pesar de contar con una representación menor del artista, contribuyen a esta exposición con una obra, como el Hermitage de San Petersburgo, el Musée du Louvre de París, el Pushkin Museum de Mosc, la Nacional Gallery of Art of Victoria de Melbourne, el Petit Palais de París, el Mauritshuis Royal Cabinet of Paintings de La Haya, la National Gallery of Canadá de Ottawa, el Timken Museum of Art de San Diego, la Gemäldegallerie de Berlín y el Wallraf-Richatz Museum Fondation Corboud de Colonia. Además, se incluye el préstamo de la estampa El descendimiento por parte de la Biblioteca Nacional (Madrid), y de colección particular, la imponente Minerva (óleo sobre lienzo), procedente de una colección de Nueva York.
No es Rembrandt completo -tarea absolutamente imposible- ni un Rembrandt exhaustivo. Faltan grandes piezas como La lección de anatomía o La Ronda nocturna, que probablemente jamás viajen fuera de Holanda. Pero enaltece al Prado, a donde Rembrandt llega como a su propia casa aportando su poderosa presencia, al mismo tiempo que el Prado ennoblece a Rembrandt como máxima expresión de la pintura de historia que es. Un justo intercambio entre ambos, en palabras de su director, Miguel Zugaza, con las que coincidimos.
Rembrandt. Pintor de historias
15 de octubre de 2008 6 de enero de 2009
Comisario, Alejandro Vergara
Jefe de Conservación de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte (hasta 1700) del Museo
Patrocinada por: BBVA
Catálogo
El catálogo de la exposición, dirigido por Alejandro Vergara, comisario de la misma y jefe de conservación de pintura Flamenca y Escuelas del Norte (hasta 1700) del Museo, contiene dos ensayos, de Alejandro Vergara y Mariët Westermann, y las fichas de todas las obras presentes en la muestra con textos también del comisario y de Teresa Posada, conservadora de pintura Flamenca y Escuelas del Norte (hasta 1700).
Actividades especiales
Habrá un ciclo de cine en el que se proyectará, entre otras, la película de Peter Greenaway La ronda de noche. Además, el 13 de octubre se abre el período de matriculación para el curso Rembrandt. Pintor de historias que contará con la participación de destacados especialistas. Y a partir del mes de noviembre el pblico que lo desee podrá conocer las claves de la exposición en el auditorio del Museo o bien a través del programa Prado fuera del Prado en los centros culturales e instituciones de carácter social de la Comunidad de Madrid. Por otra parte, los jóvenes de 15 a 25 años tendrán la oportunidad de participar en la visita exclusiva El Prado Joven. El programa de conferencias de otoño-invierno dedica una especial atención a la exposición y al estudio de la figura de Rembrandt.