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No son Furias, son Furiosos

No son Furias, son Furiosos

Por José Catalán Deus
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jcdeustelefonicanet/6/6/17
lunes 20 de enero de 2014, 01:00h

Ticio, Tántalo, Sísifo e Ixión fueron enviados a los infiernos por haber desafiado a los dioses, y allí sometidos a eternos tormentos. En 1548, María de Hungría, hermana del emperador Carlos I de España y V de Alemania, encargó a Tiziano cuatro lienzos con los personajes. Así irrumpió el tema en el arte europeo, permaneciendo siglo y medio. Las Furias. De Tiziano a Ribera, la nueva exposición temporal que hoy ha presentado el Museo del Prado, es un despliegue espectacular de cuerpos hercleos torturados atrozmente, captados en posiciones inauditas, en torno a Laoconte luchando con las serpientes que devoran a sus hijos. En España se conoció como Furias a estos cuatro moradores del Hades greco-latino porque cuando vinieron a España los lienzos de Tiziano quedaron expuestos en una sala así llamada.

Lo cierto es que no son Furias sino hombres furiosos los personajes de esta exposición. Las Furias eran unos personajes femeninos, personificación del castigo y la venganza, encargados de velar porque los condenados en el Hades cumplieran sus castigos. En cambio Ticio, cuyo hígado devoraba un buitre por intentar violar a una amante de Zeus; Tántalo, castigado a procurarse en vano alimento por servir a su hijo de festín a los dioses; Sísifo, condenado a empujar una enorme piedra por haber delatado las infidelidades de Zeus; e Ixión, castigado a dar vueltas sin fin en una rueda por querer seducir a Hera, aparecen como hombretones fornidos de musculaturas descomunales, furiosos y torturados personajes masculinos símbolos del horror sobrehumano con que los dioses podían castigar a los mortales.

La muestra ilustra el nacimiento, evolución y ocaso del tema de desde su irrupción en el arte europeo, a mediados del siglo XVI, cuando María de Hungría mandó representar en Ticio, Tántalo, Sísifo e Ixión a los príncipes alemanes que se habían alzado contra su hermano, el emperador Carlos V, y a quienes había derrotado un año antes en Mlhberg, hasta finales del siglo XVII. Incluye veintiocho obras, entre las que destacan un dibujo de Miguel ngel procedente de la Royal Collection de Londres, y pinturas de Rubens, Rombouts, Glotzius, Assereto, Rosa o Langetti. El Museo del Prado aporta sus ejemplares de Tiziano y Ribera, así como el Ticio encadenado de Gregorio Martínez, adquirido en 2011. Todas estas obras ilustran el porqué los pintores eligieron este tema como vehículo privilegiado para representar la dificultad máxima en el arte, tanto en su vertiente formal (eran enormes figuras desnudas en escorzos inverosímiles) como expresiva, como epítome de la representación del dolor.

Estos míticos torturados furiosos fueron elegidos por grandes artistas para demostrar su talento y para plasmar la estética del horror que recorría entonces Europa. Sin embargo, tras su apogeo napolitano con Ribera y veneciano con Langetti, hacia 1680 la temática de las Furias comenzaba a dar signos de agotamiento hasta ser reemplazada al iniciarse el siglo XVIII por otras temáticas que permitían a los pintores planteamientos similares.

2 dibujos, 8 grabados, 1 medalla y 16 pinturas giran en torno a una copia del Laoconte procedente del Museo de Valladolid, distribuidas en cinco secciones. La primera de ellas se plantea en torno al nico precedente iconográfico del conjunto encargado a Tiziano, un dibujo de Ticio realizado por Miguel ngel en 1532 que se expone por primera vez en España. Una imagen que reproduce la Gran Sala del palacio de Binche, creada para agasajar a Carlos V y al príncipe Felipe, abre la segunda sección dedicada al conjunto encargado por María de Hungría a Tiziano. La tercera se centra en Haarlem y Amberes durante los años finales del siglo XVI y comienzos del XVII. La cuarta sección ilustra el retorno del tema a Italia, el papel desempeñado por flamencos y holandeses en este proceso y la importancia de Nápoles como capital barroca de las Furias, con Ribera como máximo representante. La exposición concluye mostrando la diseminación del tema por Italia hasta finalizar en Venecia con Langetti y los tenebrosi, cerrando así un círculo imaginario iniciado por Tiziano.

Para el director del Prado, Miguel Zugaza, se trata de una propuesta valiente, sin precedentes, que viene a simbolizar el nervio intelectual de una institución dinámica. La idea fue expuesta hace cuatro años por Miguel Falomir, jefe del Departamento de Pintura Italiana y Francesa (hasta 1700) del Museo del Prado, en una conferencia de los ciclos que patrocina la Fundación Amigos del Museo del Prado; ahora se ha hecho realidad expositiva también gracias a la Fundación. Un proyecto genuinamente propio que ha ido sumando adhesiones, y que ha hecho posible por ejemplo el préstamo de este célebre dibujo de Miguel ngel, el primero que el Prado recibe de este pintor en su historia. Fue un regalo del artista en 1532 a Tommaso de Cavalieri, al parecer amante suyo, y considerado uno de los grandes dibujos de la historia del arte.

El dibujo de Miguel ngel recibe al visitante. Está acompañado por el grabado del mismo que hizo Beatrizet, que permitió su inmediata difusión, y de uno de los escasísimos cuadros mitológicos de la España del Renacimiento, el que realizara Gregorio Martínez sobre la misma idea, otorgando un novedoso protagonismo al rostro doliente del gigante e incluyendo un pdico paño que cubre sus genitales.

La exposición en forma de cruz griega gira en torno a una magnífica copia de la escultura Laoconte y sus hijos, una de las obras más representativas del período helenístico, que se conserva en los museos vaticanos. Los cuatro espacios que la rodean forman una unidad sensacional de cuerpos retorcidos y almas torturadas, en la que el vértice dedicado a Ribera resulta estremecedor. Fue él quien convirtió a las Furias en el epítome del horror en la pintura, e hizo de Nápoles la ciudad donde disfrutaron de mayor predicamento. Aunque Ribera sólo pintó Furias hasta 1635, contribuyeron decisivamente a fijar la imagen de un pintor que se regodeaba en la violencia y el horror, trasladando a su persona la temática de los lienzos.

En la segunda mitad del siglo XVI fue abriéndose paso la idea de que una obra de arte podía visualizar un asunto desagradable de modo atractivo y que la representación habilidosa y con talento de estas escenas compensaba su efecto angustioso. Caravaggio (1570-1610) fue decisivo en la normalización de esta estética del horror y con ella se familiarizó Rubens en sus años italianos (1600-1608). Esta fascinación por el horror alcanzó su ápice en Nápoles entre 1630 y 1660, pudiendo hablarse de una estética del horror en cuya formulación fue decisivo el poeta Giambattista Marino (1569-1625). Marino defendía el horror no como estrategia para transmitir un mensaje, sino como el mensaje en sí.

Las Furias tuvieron su postrer momento de esplendor en Venecia, de nuevo gracias al arribo de obras napolitanas y de pintores como Luca Giordano, que difundieron tanto la temática como la estética del horror de la que participaban. Su principal cultor fue el genovés Langetti, quien combinó ecos de Asseretto con un conocimiento profundo de Ribera. Llegado a Venecia en 1655, Langetti fue el principal representante de los tenebrosi, pintores que encontraron en el tenebrismo de raíz caravaggiesco-riberesca la opción estética adecuada para expresar su agitado estado interior.

El catálogo que acompaña a la muestra está escrito íntegramente por el comisario, y él también ha ideado, basándose en el esquema seguido para una exposición anterior -El ltimo Rafael, en 2012 (ver nuestra reseña de entonces)-, el despliegue de las obras, cuyo impacto de conjunto supera ampliamente los valores individuales de las piezas mostradas para convertirse en un aldabonazo espectacular que no puede perderse ningn aficionado.

Miguel ngel creía que sólo la estatuaria clásica proporcionaba el repertorio formal adecuado para recrear los mitos antiguos, y su principal fuente de inspiración fue el Laoconte, que se convertiría a partir de entonces en referencia ineludible para cualquier pintor enfrentado a las Furias. Por eso hoy en el Prado alrededor de Laoconte se han dado cita excepcional estas Furias, estos Furiosos personajes míticos, dos docenas de escenas de sufrimiento que ofrecen un viaje a los infiernos sin parangón alguno.

Los Amigos del Prado son ya más de 26.000 y siguen creciendo a buen ritmo. Cualquiera puede formar parte de esta formidable retaguardia pues basta donar entre 50 y 8.000 euros para comprometerse en tarea tan importante como respaldar a esta institución nica y apadrinar una exposición tan original y cargada de simbolismo como la que comentamos. Y es que de las dificultades siempre surgen renovados impulsos.

Aproximación a la exposición (del 1 al 10)
Interés: 8
Despliegue: 8
Comisariado: 8
Catálogo: 8
Documentación a los medios: 8
Programa de mano: 8

MUSEO DEL PRADO
Las Furias. De Tiziano a Ribera
Del 21 enero al 4 mayo 2014
Comisario: Miguel Falomir
Salas A y B. Edificio Jerónimos
Patrocinada por la Fundación Amigos del Museo del Prado
El Museo ha organizado, el habitual ciclo de conferencias, el de claves para ver la exposición y el Prado joven.
Más información.

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