Los jóvenos promeses ya están en la cincuentena y ya han tomado el poder teatral. Olvidando sus méritos pasados se apoltronan en fácilonas reverencias a la ideología imperante. Esta su criatura verborreica es una pesadez insoportable de monólogos insufribles, de cultureta arrogante, de parloteo trillado, donde la palabra y el teatro son trivializados de forma arrogante.
Desde que a Juan Mayorga le nombraron académico, parece atacado por una alteración cuantitativa del flujo de la palabra escrita que se caracteriza por la aceleración y prolijidad del discurso propio y la dificultad de escuchar al prójimo, por un deslumbramiento hacia el poder avasallador de la proclama dictatorial convertido en predicación hipnótica. Su inaudita dramatización del discurso de toma de posesión del sillón M en el reciente monólogo titulado irónicamenteSilencio -salvado solo por el buen hacer de su intérprete- (vea nuestra reseña) se ve agravado ahora por esta propuesta de débil argumento y ausencia de trama, sustituida por una sucesión interminable de los más tediosos y extensos parlamentos que han subido a las tablas de esta ciudad en muchos años. Confiamos en que no se deba a taquipsiquia, pero si el autor experimenta dificultad para quedarse dormido, nudos en la garganta, trastornos intestinales o aumento de la presión arterial, debería acudir a un psicólogo clínico, pues suele ser uno de los síntomas propios de la fase maniaca del trastorno bipolar.
Pero dejémonos de alarmismo. Estamos solo ante un caso notable de logorrea escrita, empleo excesivo y desordenado de palabras que puede curarse con dosis de modestia y baño de humildad. El caso es que más allá de recurrir al amparo de un clásico de la literatura de terror, la novela Der Golem del austríaco Gustav Meyrink publicada en 1915 (un gólem es una personificación, en el folclore medieval y la mitología judía, de un ser animado fabricado a partir de materia inanimada (normalmente barro, arcilla o un material similar), el argumento de esta pieza consiste en que los malos, ya sabe usted, privatizan la sanidad pblica. Como muchos otros pacientes en todo el país, Ismael, que sufre una nueva e inconcreta enfermedad, está a punto de verse obligado a abandonar el hospital en que lo han venido tratando. Sucede entonces que Felicia, su esposa, recibe de Salinas, traductora en el hospital, una inesperada propuesta de parte de la directora, una tal Lois: él conservará su cama y seguirá recibiendo tratamiento si ella memoriza un extraño texto escrito en idioma desconocido. A partir de aquí lo que ocurre es incomprensible, contradictorio e ilógico, contado por medio de abrumadores y repetitivos soliloquios de Felicia -alguno dura veinte minutos, otro se repite cuatro veces- y prolijas explicaciones inexplicables de Salinas, para terminar en un desenlace absurdo, rubricado porque sí y sin venir a cuento, por un gastado y casi grotesco llamamiento a la rebelión de las masas oprimidas contra los poderosos malvados, una impostación de diez minutos que termina con la capacidad de resistencia de un pblico sometido a dos horas de cháchara pretenciosa. Existe riesgo grave para los espectadores exigentes y formados de estallar de rabia o de desmayarse de agotamiento.
Mayorga explica: Había escrito El Golem hace unos años, pero algo ocurrió durante el confinamiento que me impulsó a reescribirla y a enviársela a Alfredo Sanzol. Para mí es un enorme honor que un director y dramaturgo al que admiro y por el que me siento influido, haya decidido poner en escena esta obra. Y Sanzol responde: Mayorga es un autor y director al que admiro. Las historias de Mayorga amplían la mirada sobre los hechos. Seleccionando la obra, asumiendo su dirección y apadrinándola con entusiasmo desusado, Sanzol se convierte en corresponsable de este osado experimento. Lo pone en escena muy brillantemente, merced a una escenografía de Alejandro Andjar cuyo esquema se repite en todos los escenarios -véase la idéntica de Albertí para El abrecartas en el Teatro Real (puede consultar nuestra reseña)- consistente en el acelerado movimiento de paneles rodantes por medio de una troupe de figurantes que termina siendo tan protagonista como para figurar en los créditos. Pero el abrir y cerrar espacios se convierte al poco en pesadillesca repetición que solo aporta confusión al tedio. Ese tejemaneje y una banda sonora retumbante de película de miedo suplen una acción tan escasa como caprichosa.
A Vicky Luengo le toca un papelazo de esos de hablar y hablar y hablar, tanto que terminas odiando su afectada nasalidad y sus lloriqueos intermitentes. De Elena González solo puede decirse que cumple como hierático busto parlante. Únicamente Elías González consigue introducir verosimilitud a lo que no es sino ropaje huero de una perorata.
A pesar de todo ello, el éxito está asegurado. Los medios materiales movilizados por el sólido equipo del CDN, la previa promoción ingente mediante reseñas laudatorias, y el creciente seguidismo adocenado del pblico teatral -cada vez más estulto, como sonado tras la pandemia-, amén de descuentos del 50%, aseguran siete semanas triunfales para la pareja hoy dominante del tablero de las vanidades. Pero no es esto, no esto. Si se trata de contar a tu mimada y vacua generación que la palabra es importante, variada expresión del pensamiento, y que el uso complejo de su conjunto extraordinario refleja enriqueciéndola esa mente que nos hace humanos, haga el ilustre académico un cursillo de divulgación y advierta a los que sabemos hacer la o con un canuto para no caer en tamaña trampa. Por cierto, hablando de palabros y académicos, gólem es una palabra llana que se escribe con acento.
APROXIMACIÓN A LA PROPUESTA (del 1 al 10)
Interés: 5
Dramaturgia: 4
Dirección: 7
Interpretación: 7
Puesta en escena: 7
Producción: 8
Programa de mano: 0
Documentación a los medios: 7
Centro Dramático Nacional
Teatro María Guerrero | Sala principal
El Golem, de Juan Mayorga
25 FEB 17 ABR 2022
Reparto Elena González (Salinas), Elías González (Ismael) y Vicky Luengo (Felicia)
Movimiento escenográfico Andrés Bernal, Cecilia Galán, Leonora Lax y Kevin de la Rosa
Dirección Alfredo Sanzol
Escenografía y vestuario Alejandro Andjar
Iluminación Pedro Yage
Msica Fernando Velázquez
Diseño de sonido Sandra Vicente
Movimiento Amaya Galeote
Ayudante de dirección Beatriz Jaén
Ayudante de escenografía y vestuario María Albadalejo
Ayudante de iluminación Antonio Serrano
Fotografía Luz Soria
Producción Centro Dramático Nacional
De martes a domingo a las 20:00 | duración: 2 h 10 min aprox.
Encuentro con el equipo artístico: 1 MAR 2022
Funciones accesibles: 31 MAR y 1 ABR 2022
DESCUENTO PRIMERA SEMANA (50% de descuento): martes 1 MAR y jueves 3 MAR.