El escritor Javier Cercas ha realizado una descarada revisión de su libro Anatomía de un instante, premiado y ensalzado a finales de la primera década de este siglo por el establishment psoe-prisa, para convertirlo ahora en un alegato antimonárquico. Ambas tergiversaciones rechazables. Aquella novela histórica y este teatro documento son uso y abuso de la realidad para mayor gloria propia.
Vuelve a partir de la misma anécdota de entonces -darle significado trascendente a que Suárez y Carrillo permanecieran sentados en sus escaños mientras todos los demás diputados obedecían la orden de Tejero de echarse al suelo- y a que el teniente general Gutiérrez intentara llamar al orden a los guardias civiles invasores, para hacer un resumen sui géneris de lo ocurrido que atribuye realidad a leyendas tanto en comportamientos como en conversaciones de diversos protagonistas; que ignora cuestiones fundamentales, como el papel del Cesid y sus responsables Calderón y Cortina, como el protagonismo de Laina; y que definitiva solo añade algunos comentarios ácidos a lo que fueran alabanzas en lo referente a Suárez y González, para presentar a Carrillo sin mácula, como el verdadero héroe no solo de la jornada, sino del ltimo siglo de la historia de España, en la guerra, en la posguerra, en la transición y en la democracia.
Desde el punto de vista, pues, del contenido, del fondo de la propuesta, estamos ante una tergiversación que reparte palos y zanahorias a gusto de sus perpetradores y la moda dominante, que termina juzgando el comportamiento de Juan Carlos I entonces por lo que se ha sabido, imaginado, exagerado e inventado después, para a continuación hacer culpable a su hijo y a la institución de sus pecados e incitar de forma panfletaria a dar por finiquitado el régimen vigente de monarquía parlamentaria.
Por su fuera poco, tal falsificación intelectual es puesta en escena de la manera más burda, simplona y antiteatral posible: tres payasos y un sabihondo pequeñajo se turnan en relatarnos los hechos comentando algunas manidas fotos del evento, amenizándolos con moralejas y chascarrillos del montón, para ir pasando el tiempo con alguna cancioncilla y algn bailoteo y llegar finalmente a un final desabrido en el que solo destacan grandes titulares en mayscula a modo de panfleto antimonárquico.
Ni es teatro ni es documento. De los actores, más vale ni hablar, porque hacen el ganso con alevosía (más discreto Vilasojana, infumable Font). El espacio escénico es lo peor que ha hecho Max Glaenzel y no sabemos cómo no le da vergenza. La producción es lo más barata posible para que todo sean ganancias. Abundantes, porque lleva un año estafando a los espectadores.
Mucho tendrá que hacer Alex Rigola en el futuro para volver a ganarse nuestro respeto. En cuanto a Cercas, qué podemos añadir al capricho de las modas literarias, a los escritores subidos en su columna, a las ínfulas y poses con que imperan, a quienes les suben al podio y a quienes les siguen a ciegas.
APROXIMACIÓN A LA PROPUESTA (del 1 al 10)
Interés: 5
Texto: 4
Dramaturgia: 3
Dirección: 5
Interpretación: 5
Puesta en escena: 4
Producción: 5
Programa de mano: 0 (solo virtual)
Documentación a los medios: 5
Teatro de la Abadía
23-F. ANATOMÍA DE UN INSTANTE
REPARTO
Pep Cruz
Eudald Font
Miranda Gas
Roser Vilasojana (3 y 16 de marzo: Bernat Quintana)
FICHA ARTÍSTICA
Texto Javier Cercas y lex Rigola
Dramatrgia y dirección lex Rigola
Ayudante de dirección Alba Pujol
Espacio escénico Max Glaenzel
Diseño de sonido Igor Pinto
Diseño de Iluminación August Viladomat
Diseño de vídeo Amanda Baqué
Producción ejecutiva Irene Vicente Salas
Una producción de Heartbreak Hotel |Titus Andrònic | Teatre Lliure.