Con Desbordamiento de Val del Omar, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía eleva a este artista a la categoría de consagrado post mortem, bien abundante en nuestra vida cultural. El perfil de este tecnoartista avant la lèttre no puede ser adscrito a un epígrafe de actividad demasiado concreto, si bien tuvo su ámbito principal en el cine. Perteneció a una minoría intelectual que creyó en el cinematógrafo como arte antes que como un nuevo opio para las masas. Se equivocaron. Su obra es exigua pero se comenta en los cenáculos de enterados. Fue un excéntrico ahora convertido en figura de culto. Pero seguirá sin ser comprendido.
La exposición abarca, además de sus pocas obras cinematográficas, restos de sus proyectos cercenados o inconclusos, documentos sonoros, sus máquinas, fotografías, escritos, gráficos y collages (todo lo cual viene a reflejar sus desbordantes ideas apenas realizadas) y una reproducción del laboratorio en el que trabajó y vivió hasta sus ltimos días, el que él denominaba PLAT, o sea, basado en la técnica Picto Lumínica Audio Tactil, que quiso inventar como muchas otras cosas que no pasaron de fugaces visiones.
Se quiere abordar el sin fin de este cineasta, en alusión al rótulo que él utilizaba al término de algunas de sus películas, pero también a la repercusión de su obra fragmentada e inconclusa aunque constante desde la repblica a la transición pasando por el franquismo. Trabajó para las Misiones Pedagógicas de la Segunda Repblica y para los Festivales de España del anterior Régimen. De la primera etapa nos llegan unas imágenes excepcionales de lugareños mayores y pequeños en su primer día de cine, rostros iluminados y trascendidos ante el milagro del cinematógrafo. De la segunda etapa, filmaciones casi arqueológicas hoy día de cómo era este país en los años sesenta. Vaya cambio.
Su yerno, viudo de la hija mayor, Gonzalo Sáenz de Buruaga, considera que fue comunalista, muy poco sociable, guerrillero de sí mismo y un hombre dedicado a hacer lo que le daba la gana. Sólo esta categoría, si de verdad pertenecía a ella, es suficiente para considerarlo por encima de los comunes mortales y para meterlo en un museo, no a su obra sino a él mismo. La mayor obra de arte de un ser humano es su misma vida, y es por ella por lo que hay que juzgarnos. Existe una minoría de mortales consagrada a hacer lo que les da la gana, a prescindir de convencionalismos sociales, a vivir al margen de la colmena y distantes de la pirámide. Su vida es una obra de arte mejorada cada día. Val del Omar con sus concepciones de síntesis entre espiritualidad y tecnología, místico del haz de luz domesticado, parece pertenecer a tan exquisito grupo, tan reducido grupo en estas y en todas las tierras.
Val del Omar dedicó gran parte de su tiempo a la exploración tecnológica, tanto en aspectos concernientes al cine y a los retos planteados en su tiempo (cine sonoro, en relieve, en color, en pantalla ancha), como en otros terrenos que incluyen la electroacstica, la radio, la televisión y las aplicaciones educativas de los medios audiovisuales. Algunas de sus invenciones pretendían soluciones prácticas, especialmente en el marco de la depauperada economía de la España de Franco, tan dependiente de las importaciones en materia de tecnologías, stocks de película y otros recursos. Otras se adentraron en la noción del espectáculo total con un instinto visionario insólito, más aun si se tiene en cuenta que muchas de sus ideas al respecto ya las hizo pblicas entre 1928 y 1944. Éstas incluyen el desbordamiento de la pantalla y la persecución de un cubismo acstico y visual mediante el sonido diafónico, envolvente, y la tactilvisión con sus técnicas basadas en una iluminación pulsatoria, parpadeante. Además, Val del Omar siempre se mantuvo al corriente sobre los ltimos medios y tecnologías y llegó a atisbar las posibilidades que se abrían con la cibernética, el láser, el vídeo digital y la noción de medios mixtos. Qué hubiera hecho frente a internet. Quizás y sabiamente, callarse.
La exposición se desglosa en siete áreas. Poesía de la técnica hace referencia a la dedicación de Val del Omar a la invención tecnológica en las áreas de la imagen y el sonido. Pero también al aliento poético subyacente en toda su actividad y al concepto que acuña de una meca-mística o mecánica de lo invisible, donde la espiritualidad se cruza con la ciencia. Este sustrato se manifiesta en su particular manera de expresarse incluso en sus escritos más técnicos y en la correspondencia burocrática, y en la manera de visualizar las características de sus propuestas mediante diagramas, composiciones gráficas y collages.
Su Tríptico Elemental de España, tiene una presencia crucial en el recorrido expositivo. Consta de tres cortometrajes rodados en un lapso aproximado de diez años (entre 1953 y mediados de los sesenta) en su Granada y en tierras de Castilla y Galicia, tomando como motivos simbólicos los elementos del agua, el fuego y la tierra, respectivamente, en la frontera entre la realidad y el misterio, documentales abstractos o simplemente elementales como también los definió, anhelos de comunicar lo inefable.
Se compone de Aguaespejo granadino (La gran siguiriya), acompañada de otras proyecciones mltiples mediante las que se yuxtaponen unos motivos
constantes en las diversas filmaciones que Val del Omar realizó en su eterno retorno a la tierra en que nació. Luego sigue Fuego en Castilla (tactilvisión del páramo del espanto) ensayo sonámbulo en la noche de un mundo palpable. Y termina con Acariño galaico (De barro), que Val del Omar no llegó a terminar y ahora se presenta en montaje póstumo.
En 1977, tras el fallecimiento de su esposa, se traslada a vivir al piso bajo que albergaba su laboratorio PLAT, en el barrio del Pilar de Madrid. En plena actividad intelectual, murió el 4 de agosto de 1982 a consecuencia de un accidente de automóvil.
Nuestro José con ese fantástico apellido a cuestas -Val del Omar- ya había estado en tres ocasiones anteriores en el MNCARS, la primera de ellas formando parte de una colectiva dedicada a Visionarios Españoles. Ahora ha llegado de nuevo para quedarse pues el director del Museo es un decidido partidario de incorporarle a la colección permanente. Para Manuel Borja-Villel, el hecho de que en la modernidad el proceso creativo y no la obra acabada sea lo más importante, ha venido a rescatar a este artista practicante del difícil arte del vivir.
Sáenz de Buruaga lo compara a Cézanne en la bsqueda del misterio de la vida más allá de la realidad, y cuenta que en sus ltimos años el Tao Te-ching fue su libro de cabecera, un libro cortito de máximas aparentemente tautológicas que nadie debería dejar de leer y que empieza así: El Tao que puede conocerse no es el Tao.
Léanse las bellas ensoñaciones en prosa poética de Val del Omar; véanse sus visiones truncadas como metáfora de la vida. Y luego, sálgase a la rue con fuerzas recobradas. Cada cual a su propia obra de arte.
DESBORDAMIENTO DE VAL DEL OMAR
FECHAS: 5 de octubre 2010 28 de febrero 2011
LUGAR: Edificio Sabatini, 3 Planta (Zonas D-E-F)
ORGANIZACIÓN: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
COMISARIO: Eugeni Bonet
ASISTENTE DE COMISARIADO: Javier Ortiz-Echage
COORDINACIÓN: Belén Díaz de Rábago, Soledad Liaño
ACTIVIDAD PARALELA: Concierto de Lagartija Nick. 18 de noviembre,
20:00 horas. Auditorio 400, Museo Reina Sofía.