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Le Corbusier, ¿héroe o villano?
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Le Corbusier, ¿héroe o villano?

Por José Catalán Deus
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jcdeustelefonicanet/6/6/17
lunes 16 de junio de 2014, 01:00h

El suizo Charles Édouard Jeanneret-Gris, conocido como Le Corbusier, fue convertido en máximo exponente de la arquitectura del siglo XX, y así podemos admitirlo, para bien y para mal. Le Corbusier. Un atlas de paisajes modernos es una exposición acrítica y laudatoria que presenta CaixaForum de Madrid, traída de Nueva York y pasada por Barcelona. Desmenuza al detalle su corta y célebre obra, y presenta una oportunidad de oro para reflexionar sobre las numerosas monstruosidades, los excesos deplorables y las desaciertos continuos con que la arquitectura del siglo XX ha intentado responder sin lograrlo a los desafíos del urbanismo monstruoso, artificial y nefasto que ya veremos cómo paliar, moderar y humanizar en los tiempos que vienen.

La exposición pretende dar a conocer las mltiples facetas del arquitecto a través de maquetas, pinturas, planos, fotografías y audiovisuales, junto a cuatro recreaciones de interiores de habitaciones con mobiliario original, y una serie de fotografías panorámicas del estado actual de algunos de los proyectos más emblemáticos del artista. El resultado es sobresaliente, atractivo, denso e interesante. La Obra Social la Caixa insiste así en su dedicación a la arquitectura, una aproximación variada a estilos y periodos que ha ido dotando al visitante habitual de cierta imprescindible proximidad a la función de la arquitectura en el mundo que nos rodea. Entre las exposiciones anteriores, las ha habido dedicadas a grandes figuras tan diferentesw como Andrea Palladio y Richard Rogers, y a temas diversos, como Construir la revolución. Arte y arquitectura en Rusia 1915-1935 y Torres y rascacielos. De Babel a Dubái.

Ahora es el turno de Le Corbusier, que a partir de 1917 estableció en París su estudio, que trabajó en casi todo el mundo, y que a lo largo de seis décadas de carrera profesional remodeló directa o indirectamente la fisonomía de distintas ciudades en América y Asia, y trabajó en unos 400 proyectos arquitectónicos, aunque su balance final no sea demasiado extenso: 75 edificios en una docena de países. Pero sus 40 libros, sus cientos de conferencias y artículos, y sobre todo su lanzamiento a bombo y platillo por la cultura francesa en su momento de mayor auge, le ha asegurado una presencia entre las más influyentes de la cultura moderna. Presencia e influencia que están an esperando un redimensionamiento crítico.

El corbusianismo ha sido una plaga casi tan nefasta como las de los seguidores marxistas y freudianos de pensamientos originales convertidos en dogmas espantosos. Ha sido un lenguaje mal imitado, con el que seguimos conviviendo en todo el mundo. Su primitiva originalidad ha dado lugar a excesos arquitectónicos y urbanísticos masivos y brutales; sus propuestas, originales e imaginativas a pequeña escala y en proporciones reducidas, convertidos en dogmas impuestos y copiados en las escuelas y los estudios de todo el mundo, han sembrado el planeta de desolación, fealdad, ángulos rectos y cordilleras de bormigón que costará algn siglo reacomodar en el universo urbano.

Si los discípulos han estropeado a menudo el legado de los grandes figuras -de Jess de Nazaret a Charlas Darwin- en el caso de Le Corbusier el asunto clama. La tendencia denominada brutalismo entre las décadas de 1950 y 1970, inspirada por el trabajo del arquitecto suizo, sembrará el mundo de fealdad, desolación y tristeza. El término se refiere al uso del hormigón y otros materiales sin revestir ni revocar, pero es perfecto para designar una oleada mundial de arquitectura desalmada que ha modificado el paisaje urbano para acomodarlo a la era de la aglomeración.

Aunque ya a partir de los años cincuenta no ha dejado de ser un personaje muy polémico en los ambientes especializados, este obseso de la geometría y del ángulo recto sigue siendo santón intocable por ser un gran pionero de la autopropaganda, del meticuloso cuidado de su imagen. Estaba obsesionado con los medios de comunicación, y ya desde el inicio de su carrera en los años 20 editaba una revista como soporte de sus ideas. Tenía una gran intuición para el uso y abuso de la publicidad y utilizó sus técnicas con fruición. En cierto modo se anticipó a Andy Warhol.

La exposición es una loa detallada que hay que leer entre líneas, para reconstruir el claroscuro del personaje. Propuso arrasar París, Barcelona, Estocolmo así como los centros históricos de muchas ciudades en las que afortunadamente sus proyectos fueron rechazados. Concebía rascacielos gigantescos sobre las ruinas de los centros históricos, remodelaciones brutales en función de sus discutibles lecturas del paisaje, y cortinas de hormigón a pie de playa sin inmutarse. En el norte de la India construyó un horroroso paraje de hormigón visto que debiera haber sido Chandigarth, la nueva capital del estado del Panyab, y hoy debe ser un engendro inhabitable.

Más aceptables son sus propuestas a escala reducida, mansiones para clientes adinerados en privilegiados parajes. Su obra emblemática, Villa Savoye, lo dice todo sobre sus delirios de grandeza: muy bonita pero invivible, llena de goteras, aunque los teóricos franceses clamaran y clamen a su favor como el éxito más logrado del cubismo en arquitectura, uno de los momentos más fuertes, más felices, de la imaginación moderna. Arquitectura escultórica y deprimente. En contraste, un descubrimiento colateral pero valioso de la propuesta que analizamos es su faceta de pintor, desde el inicial purismo a la posterior abstracción; y la de escultor con 22 maderas policromadas. Toda una sorpresa.

En el pensamiento arquitectónico contemporáneo, la modernidad es un escalón obsoleto poblado de horrores, pero an hoy día los seguidores neomodernos son una legión que contina haciendo arquitectura en el espíritu de Le Corbusier. Tuvo muy claro que, aparte de saber crear buenos edificios era necesario saber explicarlos y transmitirlos al resto de los profesionales y a los estudiantes, y ejerció con gran maestría la tarea de publicitar su propia obra.

Definía la vivienda como máquina de habitar patentizando los excesos racionalistas de su formación y esencia. Aunque teóricamente aceptaba que el objetivo de la arquitectura es generar belleza, y que ésta debía repercutir en la forma de vida de los ocupantes de los propios edificios, sus bloques de apartamentos sólo aportan secundarios detalles de humanización, en terrazas colectivas y galerías con vistas. Deslumbrado por la revolución industrial, por los coches y los aviones, su arquitectura se basaba en la practicidad y funcionalidad; fue el racionalismo. Hubiera necesitado entonces y sobre todo ahora un poco más de fantasía, más curvas, menos mazacotes.

Los visitantes podrán contemplar desde el trabajo realizado en los primeros años del artista en las montañas del Jura (Suiza), hasta el del final de sus días en la Costa Azul, pasando por Estambul, Atenas, Roma, París, Ginebra, Mosc, Barcelona, Río de Janeiro, São Paulo, Nueva York y la India.

Está dividida en cinco ámbitos, habitados por numerosas maquetas, planos, fotografías y documentos. Destacan las reconstrucciones de cuatro interiores creados por Le Corbusier que se muestran en la exposición con su mobiliario original: la Maison Blanche; un pabellón para la Villa Church, en Ville- dAvray; la unité dhabitation de Marsella, y la cabaña de Roquebrune-Cap- Martin donde se reitró a pasar los ltimos días de su vida.

La exposición presta mucha atención a su relación con Barcelona mientras ignora su estancia en Madrid en 1928 y su viaje a Castilla: las gentes de aquí están alimentadas de las savias más admirables (árabe, judía, italiana, griega). Pienso que abundará la imaginación. Y el hidalgo, elegante, hombre moderno, con clase, se asombrará, con una desenvoltura aparente, de esa austeridad apasionada que tan bien mantiene a distancia a los imbéciles.

Hacia 1987, los actos conmemorativos del centenario de su nacimiento fueron ocasión de muchas retrospectivas, en Nueva York, Londres, París, Brasil y Madrid, donde el Reina Sofía organizó una magna exposición de todas sus facetas creativas. 25 años después seguimos en las mismas.

Aproximación a la exposición (del 1 al 10)
Interés: 7
Despliegue: 7
Comisariado: 5
Catálogo: n/h
Documentación a los medios: 6
Programa de mano: 7

CaixaForum Madrid
Le Corbusier. Un atlas de paisajes modernos
Del 11 de junio al 12 de octubre de 2014
Organización: The Museum of Modern Art de Nueva York (MoMA), en colaboración con la Fondation Le Corbusier de París.
Producción: Obra Social la Caixa.
Comisariado: Jean-Louis Cohen, Barry Bergdoll y Meyer Schapiro
Paseo del Prado, 36

ACTIVIDADES RELACIONADAS CON LA EXPOSICIÓN
-Conferencia marco: Jueves 12 de junio I 19.30 h, a cargo de Jean-Louis Cohen, comisario exposición
-Ciclo de conferencias Del 10 de septiembre al 15 de octubre de 201
-Seminario Del 18 de septiembre al 9 de octubre de 2014
-Actividades para personas mayores a partir del 11 de junio: Café tertulia con las artes.

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