Madrid parece desde hace tiempo el refugio postrero de una iconografía obsoleta e idealizada, la de supuestos grandes personajes del siglo pasado segn la óptica francesa. Ayer era el arquitecto Le Corbusier (ver nuestra reseña); ahora le toca al fotógrafo Henri Cartier-Bresson apodado publicitariamente el ojo del siglo. La primera gran exposición retrospectiva que se realiza en Europa desde su muerte en 2004 la ha montado y expuesto el Centro Pompidou en París y la ha importado la Fundación Mapfre que la expondrá en Madrid durante todo este verano. Objetivo: glorificar la memoria del fotógrafo francés fallecido hace diez años.
Henri Cartier-Bresson (1908-2004) está representado por quinientas fotografías, dibujos, cuadros, películas y documentos, obras que proceden de dos docenas de colecciones internacionales, en un recorrido que se articula en torno a tres ejes. El primero de ellos corresponde al periodo comprendido entre 1926 y 1935 y que está marcado por la relación que mantuvo el fotógrafo con el movimiento surrealista, con sus inicios fotográficos y con sus grandes viajes por el mundo. El segundo escenario está dedicado a su compromiso político desde su regreso de Estados Unidos, en 1936, hasta que volvió a Nueva York, en 1946; y la tercera secuencia, que arranca con la creación de la agencia Magnum Photos, en 1947, y que se extiende hasta principios de la década de 1970, momento en que el autor dejó de realizar fotorreportajes.
Pablo Jiménez Burillo, Director del rea de Cultura de la Fundación, insiste en la vocación fotográfica de la Fundación para la que trabaja y recuerda que el comisario de esta exposición, Clément Chéroux, ya lo fue de otra anterior, La subversión de las imágenes dedicada a la influencia del surrealismo en la fotografía, esta técnica que pocas veces llega a la categoría de arte.
Monsieur Chéroux cree que aunque hay un solo Cartier-Bresson ha pasado por etapas muy diversas y en realidad es como la santísima trinidad: tres momentos de un solo dios verdadero: surrealista, comunista y humanista. Así que ha montado una exposición cronológica que tiene el mérito adicional de que las copias exhibidas están reproducidas de manera historicista, es decir, de acuerdo con los procedimientos usados en su época, y además en los formatos originales, pequeñitos en los años 20, cada vez mayores conforme avanza el siglo, hasta los ampulosos del final.
La obra fotográfica de Henri Cartier-Bresson es el resultado de la combinación de mltiples factores: cierta predisposición artística, la tenacidad en el aprendizaje, el ambiente de la época, sus aspiraciones personales y sus magníficas relaciones. La producción del autor se inicia en la década de 1920, caracterizada por esa doble vertiente de pintura y fotografía practicadas como afición; luego se va desarrollando y asentando en algunos hitos a lo largo del tiempo, como su viaje a frica de 1930-1931. En todos sus trabajos se refleja su amor por el arte, las horas empleadas en leer o en contemplar cuadros en los museos, la marca profunda de algunas amistades. Eempieza a frecuentar los círculos surrealistas alrededor de 1926 y será especialmente sensible a los principios de la belleza convulsiva enunciados por Breton, convirtiéndose en uno de los fotógrafos más genuinamente surrealistas de su generación.
Durante sus viajes a México y Estados Unidos, en 1934-1935, la mayoría de las personas con las que se relaciona asiduamente están muy involucradas en la lucha revolucionaria. A su regreso a París en 1936, Cartier-Bresson se ha radicalizado: participa con regularidad en las actividades de la Asociación de Escritores y Artistas Revolucionarios (AEAR), correa de transmisión del PCF, y empieza a trabajar para la prensa comunista. Querrá hacer cine pero no será capaz. En febrero de 1947 inaugura su primera gran retrospectiva institucional en el Museo de Arte Moderno (MOMA) de Nueva York. Meses más tarde, junto con Robert Capa, David Seymour, George Rodger y William Vandivert, funda la agencia Magnum, que se convertirá rápidamente en una de las referencias mundiales en materia de reportajes gráficos de calidad. Tras su exposición en el MOMA, Cartier- Bresson pudo decidirse por ser nicamente artista, pero prefirió convertirse plenamente en reportero al comprometerse con la aventura que representaba Magnum. Desde 1947, y hasta principios de la década de 1970, se multiplicaron sus viajes y reportajes por todos los rincones del mundo, trabajando para la práctica totalidad de las grandes revistas ilustradas internacionales.
Al margen de sus reportajes, hará investigaciones temáticas y transversales que describe como una combinación de reportaje, filosofía y análisis (social, psicológico y de otras índoles) Soy visual [] Observo, observo y observo. Yo comprendo con los ojos. Desde la década de 1970, Cartier-Bresson, que ya supera los sesenta años, va dejando paulatinamente de aceptar encargos. Además, considera que Magnum se está alejando cada día más del espíritu que motivó su creación, por lo que se retira. Su fama internacional no ha dejado de aumentar, lo que lo ha convertido en una leyenda viva. Pasa mucho tiempo supervisando la organización de sus archivos, la venta de sus revelados y la realización de libros y exposiciones. Aunque oficialmente ha dejado de fotografiar, siempre tiene su Leica al alcance de la mano y, ocasionalmente, realiza imágenes más contemplativas. Pero sobre todo acude mucho a museos y exposiciones y pasa la mayor parte del tiempo dibujando.
La exposición es muy amena y resultará interesante a los visitantes. Confirma que Cartier-Bresson se mantuvo siempre dentro de unos parámetros de honestidad que no han sido habituales en el fotoperiodismo del siglo XX, donde las imágenes se pusieron a menudo al servicio de ideas preconcebidas y de prejuicios políticos. En todo caso con Cartier-Bresson como con Le Corbusier y otras muchas retrospectivas, falta atreverse a una revisión crítica y una presentación dialéctica de personajes cuya vivencia radica principalmente en sus contradicciones y no en rendirles estpida pleitesía desde este no nato an siglo XXI. Falta explicar por que se separó tan rápidamente del partido comunista; por qué se fue de la agencia Magnum; por qué abandonó la fotografía y se dedicó al dibujo durante las ltimas tres décadas de su prolífica vida.
En 1957 le hicieron una entrevista en profundidad en la que contaba: La fotografía es una forma de escribir, de dibujar Tenemos que estar alerta y escoger un momento significativo. Es intuición. Es instinto. No sabemos porqué disparamos en un momento concreto. Viene, está ahí, se nos ofrece. Tómalo. Todo está ahí, es una cuestión del azar, pero tienes que elegir y obligar a las oportunidades a venir a ti. La parte creativa de la fotografía es muy pequeña. Un pintor se puede recrear, un escritor también, pero a nosotros se nos da, tenemos que escoger el momento, el instante decisivo, está ahí Y la técnica, la técnica no es nada abstracto, No puedes evadirla. La técnica tiene que ser algo que te ayude a expresar lo que quieres. Tienes que dominar tu método, conocer tus herramientas para decir lo que tengas que decir, pero no es difícil. Se aprende muy rápido. Es como el mecanógrafo que no debe mirar al teclado, sólo se preocupa por lo que tiene que decir. Es lo mismo. Un cocinero no pesa la sal para saber cuánta tiene que poner en una tarta. La sal que pone sirve para realzar el azcar. Es intuición, es instinto, y es lo mismo No necesitamos un gran equipo. Prácticamente trabajo todo el tiempo con un 50 mm, un objetivo muy luminoso porque nunca sé si voy a estar en una habitación oscura haciendo una foto ahora o fuera a plena luz del día en un momento. Así que.
Su obra fue expuesta en el museo del Louvre en fecha tan temprana como 1955. Explicó su experiencia en dos libros de memorias, El momento decisivo, de 1952, y El ojo de la mente, de 1976. Un año antes de su muerte la Biblioteca Nacional de Francia le dedicaría una exposición retrospectiva cuyos fondos servirían para la apertura en el barrio parisino de Montparnasse de la fundación HCB, que vela por la buena conservación de su obra y el cobro de sus jugosos derechos. Murió con 95 años cumplidos y el conjunto de su trabajo merece una mirada atenta. Se presta a hacer literatura barata de la que abunda en las crónicas culturales. Pero en realidad sólo se puede decir que captó con precisión y honestidad los hechos, cosas y personas que se le pusieron delante, aunando como él decía cabeza, ojo y corazón.
Aproximación a la exposición (del 1 al 10)
Interés: 8
Despliegue: 8
Comisariado: 8
Catálogo: 8
Documentación a los medios: 8
Programa de mano: n/v
Fundación Mapfre
HENRI CARTIER-BRESSON
Del 28 de junio al 7 de septiembre de 2014
Comisario, Clément Chéroux
Henri Cartier-Bresson / Magnum Photos, cortesía Fondation Henri Cartier-Bresson.
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