No pasa el tiempo por nuestros escenarios. Se suceden las temporadas y aparecen periódicamente los mismos títulos montados de la misma manera. Inexplicable en una sociedad tan poco tradicional como la nuestra. Explicable por lo conservador que es el pblico y el ambiente teatral. Ayer asistimos al estreno de una nueva versión de Calígula de Albert Camus. Otra vez el existencialismo y el teatro ideológico a mayor gloria de la interpretación solemne y clásica, otra vez el teatro de mediados del XX, montado, presenciado y aplaudido como si no hubieran pasado tres cuartos de siglo.
Calígula, el famoso emperador romano, destrozado por la muerte de Drusila, su hermana y amante, decide cambiar el mundo que le rodea y hasta los parámetros mismo de la vida como si fuera Dios. Y en vistas del imposible acepta su ritual asesinato que toma forma de cuasi suicidio, algo que supuestamente ocurrió en enero del año 41, ayer mismo.
La obra de teatro en cuatro actos del dramaturgo francés Albert Camus incorpora todo el pesimismo y desesperación que asoló a Europa y sus intelectuales después de la segunda guerra mundial. Calígula, hasta entonces príncipe relativamente amable, se da cuenta cuando muere Drusila, su hermana y su amante, de que la muerte nos persigue y la felicidad se nos escapa. En palabras del propio autor, en la edición estadounidense de su obra de 1957, desde entonces, obsesionado con la bsqueda de lo absoluto, envenenado de desprecio y horror, intenta ejercer, a través del asesinato y la perversión sistemática de todos los valores, una libertad que finalmente descubre que no es buena. Rechaza la amistad y el amor, la solidaridad humana sencilla, el bien y el mal Pero, suponiendo que la verdad sea revelarse contra el destino, su error consiste en negar a los hombres. No se puede destruir todo sin destruirse a sí mismo.
Joaquín Vida ve de esta forma el sesuso asunto:Locura imperial? Así lo ha entendido la Historia durante veinte siglos. Un desequilibrado alcanza el poder absoluto, y desequilibra la vida de todo un imperio, al convertir la acción de gobierno en el ejercicio continuado de las mayores aberraciones que la mente humana pueda concebir. Es una explicación posible. Pero para Camus, si un loco puede convertir al mundo en un manicomio, es porque el sistema por el que el mundo se rige así lo permite. No habiendo, pues, remedio para la infelicidad humana dentro del sistema, hay que buscarlo fuera de él, exigiendo lo imposible.
No creemos que Camus quisiera proponer maximalismos revolucionarios y cambios de sistema. Al contrario, era consciente de que sólo conducen en el mejor de los casos a la alienación personal y en el peor, a la catástrofe colectiva. Con esta lectura y una actualización textual y escénica, la obra quizás hubiera sido de presencia obligada para los seguidores ilusos de Podemos, pero sobre todo de asistencia obligatoria para su líder Pablo Iglesias junior y para su ideólogo, Juan Carlos Monedero. La exposición de sus ideas por parte del protagonista -lo mejor de la pieza- se parece como un huevo a otro huevo al programa económico que estos jóvenos (dícese de cuarentones que se comportan como jovenzuelos) proponen para escarnio de sensatez y cordura (véase sino la muestra).
Sin embargo, por una vez en nuestras tablas se ha elegido lo contrario a actualizar y revisar, es decir, versión íntegra y ambientación historicista, lo que nosotros hemos pedido en tantas reseñas de moderneces desnortadas. No obstante, la laudable fidelidad visual al imperio romano no resulta convincente, a pesar de que el elenco es experimentado (a excepción de un Escipión muy bisoño), tal y como necesita en este tipo de teatro de actores tan propenso a la sobreactuación; a pesar de que del director se enumeran ocho montajes desde 1984 en el dossier de prensa; a pesar de que la empresa productora dice estar especializada en teatro clásico, con cuatro espectáculos disponibles, una la vida es sueño y un don juan tenorio entre ellos.
La puesta en escena es muy parca, apenas nada más que esa luna y esos cielos que cambian de color, e incorpora cosas tan dudosa como mesas abatibles. El vestuario es un Yo, Claudio en cinemascope, pero al protagonista nadie le ha enseñado a sentarse con faldita sin enseñar el calzoncillo. Javier Collado Goyanes hace un Calígula light que no quiere seguir la senda solemne de sus antecesores en nuestras tablas (José María Rodero, Luis Merlo, Imanol Arias), pero que casi nunca convence. Le secunda un buen reparto que le arropa, pero el tono general impreso por el director se sita en un terreno casi coloquial que a veces chirria con la ambientación clásica. El texto es lo mejor sin duda; ya era mejor que su dramaturgia original (pura tramoya) y es mejor que esta puesta en escena. Pero como se presenta sin descontextualizar, casi como si fuera el programa económico de Podemos, no tuvimos ocasión apenas de interesarnos por lo que en escena ocurría.
A ese distanciamiento forzado colaboró sin duda que estuviéramos sentados en la penltima fila de una velada complicada por la atronadora megafonía que sobre nuestras cabezas festejaba el campeonato mundial de baloncesto, y las conversaciones prolijas que se filtraban desde detrás de las puertas de la sala. Como corresponde a esa ceremonia inaguantable en que se han convertido los estrenos, el pblico invitado aplaudió a rabiar en todas las oportunidades.
La promoción de la obra dice: Un interesante enfoque actual sobre Calígula, con un excelente reparto y una sencilla escenografía que hace que toda la atención se centre en las interpretaciones de un elenco muy curtido en las tablas y en mostrarnos la piel de ese personaje de la historia acobardado y solo ante el mundo. Es posible. Sin embargo nuestra humilde opinión es que hubiera quedado mejor con trajes y corbatas que con tnicas romanas. Véase a título de ejemplo esta reciente producción peruana. La productora Cosmoarte funciona en régimen de cooperativa de los actores, goza de ayudas pblicas y ya ha girado la pieza por una decena de escenarios de toda España.
Aproximación al espectáculo (del 1 al 10)
Interés, 6
Texto, 6
Dirección, 6
Escenografía, 6
Interpretación, 6
Producción, 6
Documentación para los medios, 5
Programa de mano, 5
FERNN GÓMEZ CENTRO CULTURAL DE LA VILLA Sala Guirau
Calígula, de Albert Camus (versión íntegra)
Versión, ambientación y dirección de Joaquín Vida
Producción de Cosmoarte SL
Del 11 al 28 de septiembre de 2014
Equipo artístico
Calígula Javier Collado Goyanes
Cesonia Alejandra Torray
Quereas José Hervás
Helicón Fernando Conde
Escipión Héctor Melgares
Lépido Antonio Gálvez
Senecto/Casio César Sánchez
Metelo ngel García Suárez
Mucio Xabier Olza
Mujer de Mucio Virginia Pascual
Horario: de martes a sábados: 20 horas y domingos: 18.30 horas
Encuentro con el pblico: 25 de septiembre
Funciones matinales: 23 de septiembre 11 horas
Precios: 19 euros, martes y miércoles: 16 euros
Duración: 140 min. aprox.