En principio no sería problema programar la ópera bufa Le nozze di Figaro de Wolfgang Amadeus Mozart tres veces en cinco temporadas con enfoques diferentes y variaciones vibrantes. Pero tratándose de la misma y exacta producción por triplicado, el dictamen se complica. Como mínimo el Teatro Real demuestra cierta peligrosa inercia. En la dirección de escena repite pues Emilio Sagi haciendo bueno el dicho popular de o calvo o con dos pelucas. La dirección orquestal suponía el primer desafío del nuevo responsable musical del Real, Ivor Bolton. La hermosa msica y la graciosa trama nunca decepcionan a los aficionados tradicionales del género, que están llenando el coso y aplaudiendo satisfechos. Pero quien ejerce la crítica no tiene más remedio que mostrarse algo descontento.
La puesta en escena de Sagi ya no sorprende gratamente como con anterioridad. Su luminosidad aparece mate, sus aromas a azahar no son ya euforizantes. Se perciben las limitaciones que antes no se veían. es ienxplicable que no haya sido realzada con detalles novedosos. Decepciona. A la dirección musical de Bolton, precedida de la lógica expectación por ser titular desde hace una década de la Orquesta del Mozarteum de Salzburgo, no supimos encontrarle el gusto propio, detalles personales, aportaciones destacadas. Discurrió como la escena en absoluta medianía. La orquesta no nos cautivó en ningn momento. Y finalmente pero no en ltimo sino en primer lugar, el elenco vocal apareció contagiado de la imperante rutina, aceptable sin más, solapado no pocas veces por la orquesta.
Por más que se teorice sobre esta pieza como anuncio de la revolución burguesa y manifiesto feminista, no es más que teatro bufo, un divertimento precioso, una inocente comedia de largo desarrollo, trama inverosímil y aburridos recitativos. Pero al mismo tiempo dotada de una msica tan maravillosa y un empuje emotivo tan excepcional que hacen de ella un clásico eterno, una de las mejores creaciones de Mozart y una de las óperas más importantes de la historia de la msica, la quinta más representada en el mundo en el período 2005-2010. Los personajes cobran vida en una escritura musical variadísima que refleja a la perfección sus estados de ánimo. Tiene una obertura maravillosa, diez arias, dos cavatinas y una arieta, pero sobre todo una cantidad y calidad de nmeros de conjunto (cinco duetinos, un do, dos tríos, un sexteto, tres coros y tres conjuntos finales) que son una sucesión de hallazgos que todo aficionado reconoce y celebra. Son valores suficientes para toda producción que se precie. En la que se nos presenta no resultaron potenciados.
Ciertamente, tras un primer acto deslumbrante, llega un segundo que puede acabar con la paciencia de cualquiera: la intriga es complicada y banal y necesita de una puesta en escena que la salpimente. Desgraciadamente esta producción no aporta valor añadido y el largo acto se convierte en un galimatías en el que no quedan claros los muchos meandos de la escena, la confusión entre Susana y Querubín, los apuros de Fígaro, la demanda de Marcelina. Es vital para la pieza resolver con claridad el final enrrevesado de este complicado acto. A lo largo de 937 compases, se pasa de un do a un trío, a un cuarteto, hasta alcanzar las siete voces sin que la acción decaiga en ningn momento ni los personajes pierdan su propia caracterización a lo largo de seis nmeros que deben enlazarse a la perfección para transmitir credibilidad. No nos convenció la ejecución. Luego llegó el intermedio. Ya no conseguimos reconectar.
Ya decíamos que esta idéntica producción se ha programado otras dos veces en recientes temporadas. En 2009 (ver nuestra reseña de aquel estreno), Antonio del Moral -el director de entonces- quería una producción realista, con sabor español y sevillano, y Sagi ofrecía eso mismo, lo que ya había intentado en Oviedo hacía una década. Así que no hubo problemas. Mucha luz, patios, jardines, una Sevilla explendorosa que podía ser también Roma o Nápoles. Y el olor intenso, supuestamente a azahar, en el ltimo acto. Entonces Luca Pisaroni hacia Fígaro y El Conde de Almaviva era de Ludovic Tézier. Em el primer reparto, Isabel Rey hacía Suzana, y Cherubino era para Marina Comparato, mientras el dóctor Bartolo era para Carlos Chausson.
En 2011 (ver nuestra reseña de entonces) la repuso el fallecido Mortier para compensar algunas de las excentricidades de su agenda de esa temporada. A Jess López Cobos le sustituía al frente de la orquesta Víctor Pablo Pérez. El conde de Almaviva era Nathan Gunn y Figaro lo hacía Pietro Spagnoli; Cherubino estaba a cargo de Alessandra Marianelli, la condesa de Almaviva era Annette Dasch y Susanna, Aleksandra Kurzak. Decíamos entonces: Sagi aspira a una confirmación en esta reposición tan rápida y ante el mismo pblico, lo cual no deja de ser arriesgado y no dejará de originar críticas. Destacan en ella el primero y el cuarto acto, y en ambos tanto el patio en uno como el jardín en el otro, ambos en segundo plano y ambos protagonistas, siguen cautivando. El salón de ceremonias donde se desarrollan los actos centrales es mucho menos sugerente y, como en estos actos, sobre todo en el segundo, decae el interés de la acción y de la msica entre malentendidos y recitativos prolijos, la versión se ciñe al original como un guante tanto en sus fascinantes inicio y desenlace como en su inferior tono intermedio. Pero estamos hablando de Mozart y todo esto es relativo frente al msico con menos altibajos de toda la historia.
Pues bien, a la tercera no fue la vencida. Luca Pisaroni, notable en el Fígaro de 2011, ahora es un Conde nada convincente, tieso, envarado. Andreas Wolf cumple como Fígaro, pero baja en brillantez frente a otros papeles que este teatro se le han visto. Entre las cinco sopranos destaca el Cherubino de Elena Tsallagova -ciertamente el papel femenino más agradecido- y estuvo aceptable nuestra compatriota Sylvia Schwartz como Susana. De los demás no podemos decir mucho más que que cumplieron. La velada nos resultó un tanto desabrida.
Aproximación al espectáculo (valoración del 1 al 10)
Interés: 6
Dirección musical: 6
Dirección artística: 5
Voces: 6
Orquesta: 6
Coros: 6
Interpretación: 6
Producción: 5
TEATRO REAL
Estreno de la temporada 2014-2015
Le nozze di Figaro Las bodas de Figaro, de Wolfgang A. Mozart (1756-1791)
Opera buffa en cuatro actos. Libreto de Lorenzo da Ponte, basado en la comedia La folle journée, ou Le mariage de Figaro (1784) de Pierre-Augustin Caron de Beaumarchais.
EQUIPO ARTÍSTICO
Director musical Ivor Bolton
Director de escena Emilio Sagi
Escenógrafo Daniel Bianco
Figurinista Renata Schussheim
Iluminador Eduardo Bravo
Coreógrafa Nuria Castejón
Director del coro Andrés Máspero
REPARTO
El conde de Almaviva Luca Pisaroni
Andrey Bondarenko (18, 22, 26)
La condesa de Almaviva Sofia Soloviy
Anett Fritsch (18, 22, 26)
Susanna Sylvia Schwartz
Eleonora Buratto (18, 22, 26)
Figaro Andreas Wolf
Davide Luciano (18, 22, 26)
Cherubino Elena Tsallagova
Lena Belkina (18, 22, 26)
Marcellina Helene Schneiderman
Doctor Bartolo Christophoros Stamboglis
Don Basilio José Manuel Zapata
Don Curzio Gerardo López
Barbarina Khatouna Gadelia
Antonio Miguel Sola
Aldeanas Pilar Moráguez, Celine Kot
CONTINUO
Fortepiano Luke Green
Violonchelo Dragos Balan
Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real
Producción del Teatro Real en Coproducción con la Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera, el Teatro Pérez Galdós de Las Palmas de Gran Canaria y el Teatro Nacional de Ópera y Ballet de Lituania
Días 15, 17, 18, 19, 21, 22, 23, 25, 26, 27 de septiembre de 2014
20.00 horas; domingo, 18.00 horas.