Angélica Lidell se supera en este alegato sobrecogedor de una mujer madura a una madre a la que odió y con la que a su muerte se reconcilia en una ceremonia sacrificial de enorme impacto. La plural artista -poeta, dramaturga, actriz, performante- ofrece un gran espectáculo, más coherente, más auténtico, muy poblado. Una catarsis personal en la que rescata sus raíces y que seguramente influirá en su trayectoria vital y artística.
El desgarrado lamento con que se inicia la pieza es uno de los monólogos más aterradores que pueda contemplarse sobre un escenario. Tras tan infinito comienzo se sucederán las estaciones repetitivas de este rosario creyente con continuas referencias estéticas al folclore extremeño, con un Ave María espectacular a cargo de Francisco Contreras Molina, el ya famoso Niño de Elche, de los pocos verdaderos artistas trasgresores de lo que va de siglo, con el empalado de la artista al modo de Valverde de la Vera, con una errática pasarela de modelos desnudas, con la procesión de la virgen niña, todo ello entre el recitado y proyectado de los borbotones de lírica verborreica y atropellada de la mujer penitente y una intervención memorable de este niño de elche, un alter ego de la artista que alcanza su altura, y cuya incorporación al espectáculo en en sí mismo un acontecimiento: con su aullido monstruoso -sobrehumano, inhumano, posthumano- durante media hora y su rítmica repetición de la frase evangélica Vuelve y cuenta lo que Dios ha hecho por ti ((Mt 8:28-34; Lc 8:26-39), seguida de un vagar inaudito empuñando, acariciando, arrojando y besando la cabeza cortada de un cerdo que pudiera ser auténtica. Todo ello entre atronadoras msicas solemnes y el colorido y las formas exóticas de los tocados típicos de Monte Hermoso.
Pero an hay más. Y las tapadas en las siete sillas se levantarán y vagarán por el escenario; y el dandante Ichiro Sugae fusionará el Tao con el Pindango y el Pirtatón; y el Descendimiento de la Cruz será protagonizado por una mujer preñada y unos campesinos memorables; y la madre será niña y llamará a Angélica, y jugarán juntas al escondite y brincarán por los campos extremeños.
Estos funerales por mi madre contienen todos los ayes, y en su expresión más desgarrada constituyen una epopeya en busca del país de mis antepasados: Extremadura, el seno, la tierra como vientre, la madre que debe ser devuelta a una entraña, recién nacida gracias a la enfermedad y la locura. Un recorrido profundo y doloroso donde la muerte transforma el odio en amor y la piedad se desborda. Un rito que busca la raíz telrica y trágica del duelo, un camino hacia la expiación en mitad de un corazón arrasado. Tan solo he intentado hacer la obra que a ella le hubiera gustado ver, y unas manos pobres han cosido el sudario con el que la veré en el cielo. No es la Angélica de provocaciones fáciles, de rebeldías desnortadas, de rabias desperdiciadas, de borboteos escénicos. Es una Angélica que venía anunciando otra etapa, dentro de su peculiar y especial estilo, y que ya ha llegado a ella, acompañada mejor que nunca por Gumersindo Puche, el sostén que debe haber detrás de toda locura. Desde 1993 forman la compañía Atra Bilis Teatro, un jalón importante en la dramaturgia española actual.
Este espectáculo endemoniado y angelical se estrenó hace un año en el Théâtre Vidy-Lausanne de Suiza. Lástima que en el ltimo momento, sin que se hayan explicado las razones, se suspendiera una segunda parte-Una costilla sobre la mesa: Padre, que iba a estrenarse en Madrid. El aforo reducido de la gran sala roja del Canal no registró lleno pero el entusiasmo de los seguidores de esta González de apellido real y charnega a mucha honra, resultó clamoroso, y las veinticinco personas que intervienen salieron a saludar tres larguísimas veces. A la jefa se la veía contenta tras tan liberadora y tremenda ceremonia. Sin duda una producción de altura que ni siquiera necesita que hagamos referencia a sus nutridos antecedentes.
VALORACIÓN DEL ESPECTCULO (del 1 al 10)
Interés: 8
Texto: 7
Dramaturgia: 8
Dirección: 8
Interpretación: 9
Puesta en escena: 7
Producción: 9
Teatros del Canal, Sala Roja
Una costilla sobre la mesa: Madre
Angélica Liddell / Atra Bilis
Del 17 al 21 de noviembre
Texto, escenografía, vestuario y dirección: Angélica Liddell
Interpretación: Angélica Liddell y Gumersindo Puche
Cantaor: Niño de Elche
Bailarín: Ichiro Sugae
Ayudante de dirección y producción: Borja López
Diseño de iluminación: Jean Huleu
Sonido y vídeo: Antonio Navarro
Regidor: Nicolas Guy Michel Chevallier
Director de producción: Gumersindo Puche
Logística: Saité Ye
Comunicación: Génica Montalbano y Saité Ye
Una coproducción del Théâtre Vidy-Lausanne, el Festival Temporada Alta y los Teatros del Canal, con la colaboración del Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid.
Duración aproximada: 1 hora y 30 minutos (sin intermedio)
Año de producción: 2019
Estreno en Madrid.