jcdeus.es
Magritte: esto no es una máquina
Ampliar

Magritte: esto no es una máquina

Por José Catalán Deus
x
jcdeustelefonicanet/6/6/17
martes 14 de septiembre de 2021, 01:00h

Si una pipa no era una pipa para este belga tan famoso, su máquina de hacer cuadros -un millar- tampoco es una máquina. El Thyssen-Bornemisza presenta una retrospectiva de René Magritte (1898-1967), que será una de las grandes atracciones del otoño cultural madrileño.

Aquí tenemos a uno de los máximos representantes del surrealismo, que conforme pasa el tiempo gana admiradores y que dicen que ya se ha situado a la altura del divino Dalí. Le tenemos cun una gran retrospectiva, más de tres décadas después de la celebrada en 1989 en la Fundación Juan March, que tuvo un impacto inolvidable. El título de la exposición, La máquina Magritte, destaca el componente repetitivo y combinatorio en la obra del pintor, cuyos temas obsesivos vuelven una y otra vez con innumerables variaciones en un carrusel ingenioso de composiciones audaces y de imágenes provocativas capaces de alterar nuestra percepción, cuestionar nuestra realidad preconcebida y suscitar la reflexión. Todo eso, no será demasiado?

Comisariada por Guillermo Solana, director artístico del museo, rene más de 90 pinturas procedentes de instituciones, galerías y colecciones particulares de todo el mundo, gracias al apoyo de la Fundación Magritte y de su presidente, Charly Herscovici, y se completa con una selección de fotografías y películas caseras realizadas por el propio artista.

Por un lado, Magritte está ya muy visto. Por otro, nos lo quieren redescubrir y Solana nos lo presenta como un perspicaz pionero en desmitificar este imperio de la imagen en el que vivimos como un espejismo repleto de falsedad, simulación y manipulación, un panorama a desentrañar con mucha desconfianza, unos lodos pantanosos de posverdad más peligrosos que los tan conocidos del lenguaje. Y este redescubrimiento es una manera efectiva de atraernos de nuevo al viejo Magritte de paradojas inocentes, de miradas ingenuas, de técnica corriente, que una chispa especial ha mantenido en el candelero.

En 1950, René Magritte firmó junto a algunos amigos surrealistas belgas el catálogo de productos de una supuesta sociedad cooperativa, La Manufacture de Poésie, que incluía artefactos destinados a automatizar el pensamiento o la creación; entre ellos, una máquina universal para hacer cuadros, cuya descripción prometía un manejo muy simple, al alcance de todos, para componer un nmero prácticamente ilimitado de cuadros pensantes. La máquina de pintar tenía precedentes en la literatura de vanguardia, como las de Alfred Jarry y Raymond Roussel, precursores del surrealismo, cuyos dispositivos ponían el énfasis en el proceso físico de la pintura, aunque con concepciones opuestas: en el primero, la máquina gira y lanza sus chorros de color en todas direcciones, mientras que el segundo se asemeja a una impresora que produce imágenes fotorrealistas. El aparato descrito por los surrealistas belgas era diferente: está dedicado a generar imágenes conscientes de sí mismas. La máquina Magritte es una máquina metapictórica, una máquina que produce cuadros pensantes, pinturas que reflexionan sobre la propia pintura.

Desde mi primera exposición, en 1926, he pintado un millar de cuadros, pero no he concebido más que un centenar de esas imágenes de las que hablamos. Este millar de cuadros es el resultado de que he pintado con frecuencia variantes de mis imágenes: es mi manera de precisar mejor el misterio, de poseerlo mejor [] Mis cuadros son pensamientos visibles, dijo y repetió de diferentes maneras a lo largo de su vida.

Magritte definía su pintura como un arte de pensar. La máquina Magritte no es coherente y cerrada como un sistema, sino abierta como un procedimiento heurístico, de descubrimiento; y es recursiva, porque las mismas operaciones se repiten una y otra vez, pero produciendo cada vez resultados diferentes. Toda su obra es una reflexión sobre la pintura misma, reflexión que aborda con la paradoja como herramienta fundamental. Lo que se nos revela en el cuadro, por contraste o por contradicción, no solo es el objeto, sino también su representación, el cuadro mismo. Cuando la pintura se limita a reproducir la realidad, el cuadro desaparece y solo reaparece cuando el pintor saca las cosas de quicio: la pintura solo se hace visible mediante la paradoja, mediante lo inesperado, lo increíble, lo singular, nos introduce la excelente nota de presentación a los medios.

Para lograr este objetivo, Magritte utiliza los recursos clásicos de la metapintura, de la representación de la representación el cuadro dentro del cuadro, la ventana, el espejo, la figura de espaldas Estos recursos serán el hilo conductor del recorrido, empezando por Los poderes del mago, con algunos autorretratos en los que explora la figura del artista y los superpoderes que se le atribuyen; contina con Imagen y palabra, centrado en la introducción de la escritura en la pintura y en los conflictos generados entre signos textuales y figurativos; el tercer capítulo se dedica a Figura y fondo, donde examina las posibilidades paradójicas engendradas por la inversión de figura y fondo, silueta y hueco; Cuadro y ventana estudia el cuadro dentro del cuadro, el motivo metapictórico más frecuente, mientras que Rostro y máscara se ocupa de la supresión del rostro en la figura humana, uno de los rasgos más recurrentes en Magritte. Los dos capítulos finales tratan de procesos de metamorfosis contrapuestos: el Mimetismo y Megalomanía; en el primero se aborda su fascinación por el mimetismo animal, que el pintor traslada a objetos y cuerpos que se enmascaran en su entorno, incluso disolviéndose en el espacio, y en el segundo se presenta el recurso del cambio de escala como movimiento antimimético, que extrae el objeto o cuerpo de su entorno habitual, proyectándolo fuera de todo contexto.

Sus reflexiones tienen a veces tanto valor como los cuadros suyos que le inspiran: Así es como vemos el mundo; lo vemos fuera de nosotros y, sin embargo, solo tenemos una representación de él en nosotros [] He encontrado una posibilidad nueva que tienen las cosas, la de convertirse gradualmente en otra cosa, un objeto se funde en otro objeto distinto de sí mismo. Por este medio obtengo cuadros en los que la mirada debe pensar de una manera completamente distinta de lo habitual [] Nuestro pensamiento engloba lo visible tanto como lo invisible [] Yo mostraba en mis cuadros unos objetos situados allí donde no se los encuentra jamás. Dada mi voluntad de hacer aullar a los objetos más familiares, estos debían ser dispuestos en un nuevo orden y adquirir un sentido perturbador [] La esencia de un objeto se revela cuando lo ponemos en una situacmuy ión insólita o, mejor an, en una situación incompatible con su tendencia natural.

La exposición se completa en la primera planta del museo con una selección de fotografías y películas caseras realizadas por el pintor, que nunca se consideró fotógrafo, pero sintió una indudable atracción por el cine y la fotografía en su vida cotidiana. Descubiertas a mediados de la década de 1970, estas fotografías familiares y de sus amigos surrealistas, algunos autorretratos e instantáneas de cuadros en los que estaba trabajando, así como cintas de cine doméstico, forman una especie de álbum de familia, con brillantes imágenes impregnadas por el particular espíritu de Magritte. Y entre las actividades complementarias destaca, junto al ya inevitable podcast, una banda sonona electrónica interesante y novedosa.

Conforme pasaba el tiempo, Magritte se hacía más y más figurativo, más realista cuanto más profesional de su oficio, depurando su lenguage pictórico, cree Solana. Nuestra civilización de la imagen sigue descansando en la creencia de la veracidad de las imágenes, y una sosegada visita a esta exposición, en la que lógicamente faltan algunas de sus obras más emblemáticas y nuestra favorita (La memoria IV, 1954) podría ayudar a desengañarnos. Esa sería una aceptable moraleja si nos olvidamos de a qué grados de manipulación indigna ha llegado la industria audiovisual y la fotografía tanto periodística como publicitaria, pues ambas al fin y al cabo han ido confluyendo en una manipulación mercenaria de la realidad al servicio de la parcialidad política y la simple mercadotecnia.

Aproximación a la exposición (del 1 al 10)
Interés: 7
Despliegue: 7
Comisariado: 8
Catálogo: 8

Museo Nacional Thyssen-Bornemisza
La máquina Magritte.
En colaboración con la Fundación la Caixa
Patrocinador: Comunidad de Madrid.
Sedes y fechas: Madrid, del 14 de septiembre de 2021 al 30 de enero de 2022.
Barcelona, del 24 de febrero al 5 de junio de 2022.
Comisario: Guillermo Solana, director artístico del Thyssen.
Comisaria técnica: Paula Luengo, responsable del rea de Exposiciones.
Nmero de obras: 95
Catálogo con ensayo de Guillermo Solana y biografía de Paula Luengo.

INFORMACIÓN PARA EL VISITANTE
Dirección: Paseo del Prado, 8. 28014, Madrid.
Salas de exposiciones temporales, planta baja.
Horario: De martes a viernes y domingos, de 10 a 19 horas; sábados, de 10 a 21 horas.
Tarifas: Entrada nica: Colección permanente y exposiciones temporales.
General: 13 euros.
Reducida: 9 euros para mayores de 65 años, pensionistas y estudiantes previa acreditación.
Grupos (a partir de 7): 11 euros.
Gratuita: menores de 18 años, ciudadanos en situación legal de desempleo, personas con discapacidad, familias numerosas, personal docente en activo y titulares del Carné Joven y Carné Joven Europeo.
Venta anticipada de entradas: Taquillas, web del museo y 91 791 13 70.
Audioguías: Disponibles en varios idiomas.

Actividades relacionadas:
La temporal a fondo: La máquina Magritte
Visitas guiadas: 19, 26 y 27 de septiembre. Preview: 12 de septiembre
En torno a Magritte
De octubre a diciembre de 2021
La máquina Magritte
De septiembre de 2021 a enero de 2022
Podcast
La máquina Magritte
Con Guillermo Solana y Paula Luengo, comisario y comisaria técnica de la exposición
Grupo Overture
La Máquina Magritte de Overture
Msica electrónica para recorrer la exposición.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios