José Catalán Deus
El escritor estadounidense Dan Brown no cometió plagio al escribir su famosa novela El Código da Vinci, porque aunque copió el corpus mysticum de un libro de historia, no hay delito en ello. Así resolvió el Tribunal de Apelación de Londres desestimando un recurso presentado por dos de los tres autores del libro The Holy Blood and the Holy Grail (1982), Michael Baigent y Richard Leigh, que sostenían que el autor había fundamentado la novela en sus investigaciones. Al perder el recurso, los dos autores deberán asumir ahora el pago de las costas de este juicio, alrededor de unos 900.000 euros, que se suman a los gastos del juicio anterior, hasta un total de casi tres millones de libras, una auténtica fortuna. La sentencia es un documento muy interesante.
Uno de los jueces del tribunal de apelación ha considerado que diez de los catorce puntos clave del tema central del libro presuntamente plagiado se encontraban en el libro presuntamente plagiador. Aunque los jueces detectan un nexo casual entre ambos, consideran que el primero al inscribirse dentro de la categoría de libro de historia no goza de la protección de las obras de ficción. Las ideas, el corpus mysticum de una obra no pueden ser objeto del derecho de autor que protege el corpus mechanicum, la modalidad concreta de expresión.
En una declaración conjunta, Baigent y Leigh, cuyo libro fue publicado en español con el título de El enigma sagrado (1982), mostraron su decepción por el fallo y aseguraron que no presentaron el recurso como parte de una conspiración de relaciones pblicas, sino para proteger su obra, que fue una labor de amor.
La editorial Random House, objeto de la demanda, declaró a su vez que el caso nunca debería haber llegado a los tribunales y lamentó que se haya perdido an más tiempo y dinero en la apelación contra la absolución inicial. Demandas equivocadas como la que hemos afrontado, y el recurso de apelación sucesivo, no son buenas para los autores ni para los editores, añadieron.
Los dos demandantes recurrieron el pasado enero una sentencia del Tribunal Superior, emitida el 7 de abril del 2006, que exoneraba a Brown de plagio en la elaboración de su novela El Código da Vinci. Michael Baigent y Richard Leigh habían demandado a Random House, editorial de El Código da Vinci (2003) y, casualmente, también de su propio libro, al considerar que Brown copió ideas de su obra.
Los representantes legales de Baigent y Leigh argumentaron al presentar el recurso que el juez Peter Smith del Tribunal Superior rechazó su demanda porque malinterpretó la legislación de derechos de autor. Los autores arguyeron que el grueso de la trama de la novela que encumbró al estadounidense se basa en las tesis que ellos defienden en su libro, y que están protegidas por el copyright (derechos de autor).
Ambas obras plantean que Jesucristo sobrevivió a la crucifixión y se casó con María Magdalena, con la que tuvo un hijo cuya descendencia ha continuado hasta la actualidad, protegida por una orden secreta denominada Priorato de Sión.
Los abogados de Baigent y Leigh aseguraron que el juez había emitido un veredicto equivocado porque centró el caso en evaluar si el tema en sí de The Holy Blood and the Holy Grail podía protegerse a través del copyright. Pero, segn los letrados, no es el tema de su libro sino el trabajo de investigación y las hipótesis que contiene lo que está protegido, y su apropiación indebida por otro autor equivale a un plagio.
El juez de apelación explicó al desestimar el recurso, que el copyright existe para proteger la forma y contenido original del trabajo de Baigent y Leigh. Sin embargo, precisó que no se aplica exclusivamente a cuestiones como información sobre vestimenta, hechos, ideas, teorías (), de modo que los demandantes pudieran monopolizar la investigación histórica o el conocimiento y prevenir el uso legítimo de material bibliográfico e histórico, así como de teorías o hipótesis planteadas.
En el primer juicio, el juez aceptó como cierto que la esposa de Brown, Blythe, había extraído mucho material del libro de los dos demandantes en su investigación para la novela de su marido, aunque consideró que los temas centrales supuestamente copiados son demasiado generales o abstractos como para que puedan ser protegidos por la ley de derechos de autor.
Baigent y Leigh insistieron en que Brown, que creó un personaje cuyo nombre, Leigh Teabing, resulta de una combinación del de los dos, no les dio suficiente reconocimiento por haberse apropiado de sus tesis. Seguimos creyendo que los autores de no ficción saldrán perjudicados y se desanimarán a investigar extensamente si resulta que cualquier escritor puede tomar las ideas de otro, cambiarlas de forma y revenderlas, manifestaron.
En el juicio del pasado abril, Baigent y Leigh fueron condenados a pagar un 85% de los gastos legales de Random House, en torno a 1,3 millones de libras, así como los suyos propios. En esta ocasión, el juez dictó que deben abonar también las costas, unas 600.000 libras.