jcdeus.es
Una Aida remozada para una rusa incómoda
Ampliar

Una Aida remozada para una rusa incómoda

Por José Catalán Deus
x
jcdeustelefonicanet/6/6/17
lunes 07 de noviembre de 2022, 01:00h

El Teatro Real pretende autohomenajearse resucitando esta producción de la célebre ópera de Verdi que ya programara en 1998 y 2018. Con un excelente entramado vídeográfico y la misma grandiosidad faraónica con que fue concebida, tiene su gran aportación en la presencia de la soprano rusa Anna Netrebko.

Esta gran producción concebida por Hugo de Ana para la inauguración del nuevo Teatro Real en octubre de 1998, pretendía destacar las enormes dimensiones y las excepcionales capacidades técnicas de su flamante escenario. Y an hoy produce el mismo efecto impresionante, cuando en tantas ocasiones el director artístico de turno desaprovecha o rehuye sus posibilidades reduciendo la escena y/o limitando la escenografía. Reconozcamos que el primer impacto de esta puesta en escena es grandioso, disimulados los decorados entre un juego triple de proyecciones que los envuelve en un ambiente fantástico, efecto que afortunadamente mitiga el anticuado historicismo original. Poco a poco la impresión se mitiga, pero an así la gigantesca pirámide escalonada del acto tercero poblada de soldados no dejará de producir admiración.

Exceptuando las proyecciones remozadas, el director artístico mantiene los ejes históricos de la producción y el discutible vestuario también creación suya, se apoya en el mismo equipo artístico -salvo el cambio de su asistente- y mantiene un formato muy clásico de evolución escénica (al que hay que agradecer no obstante los cuatro cambios de decorado), de movimiento masivo de figurantes y coro, de desfiles de deidades, y de gesticulación actoral en los cantantes a la antigua usanza: absoluto tradicionalismo para compensar otros desaciertos innovadores en casi todas las temporadas. Una continuidad que reproduce el fallo principal de la producción, unas coreografías realmente deplorables a nuestro humilde entender, con esas cintas que quieren decir cosas pero que solo lían el todo. La continuidad imperante hace redundante seguir comentando otros aspectos de la producción, y para abundar en ellos invitamos al lector a visitar nuestra reseña de 2018.

De la misma manera y estando tan cercana, no vamos a insistir en la historia y contenido de este título, sus avatares de concepción, realización, estreno y posterior evolución que ya en la anterior reseña se contaban. Con el estreno de Aida en El Cairo, en 1871, Giuseppe Verdi, sexagenario y con 25 óperas en su haber, culminaba aparentemente una carrera prolífica, aunque luego terminaría prolongándose hasta los 80 años. Si para unos Aida es el punto álgido de su creatividad, para otros es un esmerado trabajo de aliño al que aplicó sin más toda su experiencia. Si algunos insisten en que se empleó a fondo para hacer frente al desafío que ya suponía Richard Wagner, los hay que consideran que fue la gran recompensa monetaria, la mayor hasta entonces en el género operístico, la que le decidió finalmente.

Desde el punto de vista compositivo, Aida refleja la veteranía de Verdi: su dominio de la escritura vocal, privilegiando los dos y nmeros de conjunto en detrimento de las arias; la utilización de la orquestación para obtener efectos dramáticos; la yuxtaposición de momentos de recogimiento y de estruendo, y la pericia en la articulación de grandes nmeros corales y coreográficos con inspiradas melodías solistas de gran aliento y profundo dramatismo. La espectacularidad de las escenas de masas contrasta con el drama íntimo de los personajes, y es en el conflicto sentimental de la protagonista entre su padre y su amado, y en el duelo pasional que vive con la hija del faraón, donde los protagonistas juegan su gran baza. De los tres repartos en liza, asistimos este sábado día 5 al que configuran Anna Netrebko (Aida), Ketevan Kemoklidze (Amneris), Yusif Eyvazov (Radamés), Artur Ruciski (Amonasro), Jongmin Park (Ramfis), Deyan Vatchkov (Faraón), Marta Bauzá (Sacerdotisa) y Fabián Lara (Mensajero).

La soprano rusa confirmó sus enormes dotes a pesar de haberse visto envuelta en las censuras colaterales a la guerra en Ucrania y ya anteriores, a partir de que cantara el himno de Rusia en la inauguración de los Juegos Olímpicos de invierno de 2014 en Sochi, con intento de boicot en el Metropolitan Opera de Nueva York contra ella y el director musical Valeri Gerguiev la noche de estreno de Eugenio Oneguin. Este sábado en Madrid no más de veinte personas portando banderas ucranianas la insultaban en las puertas del Real durante la entrada, el intermedio y la salida del pblico asistente. Por interpretar Aida con la cara tiznada de negro, como corresponde a la etíope de su personaje, el pasado julio en Verona fue muy criticada. En el Real su tono oscuro, poco más que un bronceado, pasó desapercibido.

Pero los intentos de cancelarla no han podido con ella. Netrebko (que ya actuó en este teatro en Guerra y Paz (2001), Tosca (2021) y en sendos conciertos en 2019 y el pasado abril) es sin duda una de las grandes sopranos de lo que va de siglo, y a sus cincuenta años cumplidos ha triunfado en los mejores teatros del mundo. Con una voz lírica flexible, precisa y versátil, comenzó interpretando papeles mozartianos y repertorio belcantista y ruso, para derivar más tarde a los papeles estelares de las óperas de Verdi o Puccini. Este sábado fue una Aida imponente desde su primera intervención, pasando por un conmovedor Ritorna vincitor! hasta los trémulos compases finales en O patria mia. Su rival Amneris estuvo espléndidamente interpretada por la mezzosoprano georgiana Kemoklidze -en su quinta presencia en este teatro desde 2009- , que se alzó casi a la misma altura de la soprano rusa, ambas juntas en escena mientras los gobiernos de sus países están frontalmente enfrentados: un ejemplo que debería cundir.

Entre las dos, el tenor argelino/azerbaiano Eyvázov, a la sazón esposo de Netrebko y partenaire suyo casi obligatorio, hizo un Radamés notable pero comprimido entre ambas en confrontación desigual. Espectacular el bajo coreano Park como Ramfis y en creciente desempeño el barítono polaco Ruciski como Amonasro. Con un faraón menor a cargo del bajo blgaro Vatchkov, Marta Bauzá y Fabián Lara completaban un reparto que supo estar a la altura de la suntuosidad del espectáculo y dotarlo del impulso vital que necesitaba.

Frente al estruendo visual, Nicola Luisotti ejerció una dirección musical atemperada, quizás algo lenta, pero que supo transmitir las virtudes de la partitura al frente de una orquesta templada. Y el coro estuvo a la altura de su gran protagonismo en esta ópera. Oficialmente, casi 300 artistas participan en esta producción con tres directores musicales, tres repartos con veintin solistas, 80 miembros del coro, 21 bailarines y 38 figurantes.

Las veinte funciones ahora programadas se suman a las diecisiete de 2018 y a las ocho de 1998 convirtiendo esta producción en quizás la más representada en la segunda época del Real, al igual que lo fuera en su primera época, hasta 1925, puesta en escena ni más ni menos que 325 veces. Verdi entonces y ahora es el compositor preferido de su pblico, como lo demuestra su presencia constante en la programación de cada temporada (muchas veces con dos títulos) y el éxito de ocupación en todas sus óperas. Este 5 de noviembre Aida y Verdi mantuvieron su cetro, y el do final de la esclava etíope Aida y el general egipcio Radamés despidiéndose de este mundo volvió a emocionar a un pblico entregado. Y el Teatro Real demostró criterio propio. Y justo.

Aproximación al espectáculo (valoración del 1 al 10)
Interés: 7
Dirección musical: 7
Dirección artística: 7
Voces: 8
Orquesta: 7
Coro: 7
Producción: 7

Teatro Real
AIDA
Giuseppe Verdi (1813-1901)
Ópera en cuatro actos
21, 24, 25, 26, 28, 29, 30, 31 de octubre, y 2, 3, 4, 5, 6, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14 de noviembre de 2022.
Libreto de Antonio Ghislanzoni, basado en un argumento de Auguste Mariete y Camille du Locle
Estrenada en la Ópera de El Cairo el 24 de diciembre de 1871
Estrenada en el Teatro Real el 12 de diciembre de 1874
Producción del Teatro Real de 2018, en coproducción con Abu Dhabi Music and Arts Foundation, basada en la original del Teatro Real de 1998.

FICHA ARTÍSTICA
Dirección musical Nicola Luisotti (21, 24, 25, 26, 28, 29, 30, 31 oct; 2, 3, 5 y 6 nov.)
Diego García Rodríguez (4 de nov)
Daniel Oren (8, 9, 10, 11, 12, 13, 14 nov)
Dirección de escena, escenógrafo
y figurinista Hugo de Ana
Iluminación Vinicio Cheli
Coreografía Leda Lojodice
Diseñador de vídeo Sergio Metalli
Dirección del coro Andrés Máspero
Asistente del director musical Diego García Rodríguez
Asistente del director de escena Giulia Caci
Asistente de la coreógrafa Michele Cosentino
Asistente del figurinista Cristina Aceti
Ayudante de iluminación Nicolas Fischtel

REPARTO
El rey de Egipto Deyan Vatchkov
David Sánchez
Amneris Jamie Barton (24, 28, 31 oct; 3, 6, 9, 12 nov)
Sonia Ganassi (25 y 29 oct)
Ketevan Kemoklidze (26, 30 oct; 4, 5, 10, 13 nov)
Aida Krassimira Stoyanova (24, 28, 31 oct; 3, 6, 9, 12 nov)
Maria Agresta (25, 29 oct; 5, 8, 11, 14 nov)
Roberta Mantegana (26 oct; 4, 10, 13 nov)
Anna Netrebko (30 oct; 2, 5 nov)
Radamès Piotr Beczala (24, 28, 31 oct; 3, 6, 9, 12 nov)
Yusif Eyvazov (25, 29 oct; 2, 5, 8, 11, 14 nov)
Jorge de León (26,30 oct; 4, 10, 13 nov)
Ramfis Alexander Vinogradov (24, 28, 31 oct; 3, 6, 9, 12 nov) Jongmin Park (25,29 oct; 2, 5, 8, 14 nov)
Simón Orfila (26, 30 oct; 4, 10, 13 nov)
Amonasro Carlos lvarez (24, 28, 31 oct; 3, 6, 9, 12 nov)
Artur Ruciski (25, 29 oct; 2, 5, 8, 11, 14 nov)
Gevorg Hakobyan (26, 30 oct; 4, 10, 13 nov)

Gran sacerdotisa Jaquelina Livieri (24, 26, 28, 30, 31 oct; 3,4,6,9,10,12,13 nov) Marta Bauzá (25, 29 oct; 2, 5, 8, 11, 14 nov)
Un mensajero Fabián Lara
Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real

Duración aproximada
2 horas y 50 minutos
Actos I y II: 1 hora y 20 minutos
Pausa de 25 minutos
Actos III y IV: 1 hora y cinco minutos

19.30 horas. Domingos: 18:00 horas.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios