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Plácido Domingo dirige Madama Butterfly

Plácido Domingo dirige Madama Butterfly

Por José Catalán Deus
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jcdeustelefonicanet/6/6/17
jueves 12 de julio de 2007, 01:00h

José Catalán Deus

No se lo pierda; si puede, no se lo pierda. Una de las mejores óperas de todos los tiempos, una maravilla musical por una vez no estropeada por libretos horribles o escenografías creativas. Esta cumbre del género es una joya de buen gusto y delicadeza. El Teatro Real estrena el 14 de julio la ópera Madama Butterfly, de Giacomo Puccini, con la dirección musical de Plácido Domingo quien, por primera vez, bajará al foso en Madrid para estar al frente del Coro y la Orquesta titulares y de dos repartos encabezados por las sopranos Micaela Carosi y Cristina Gallardo-Domâs.

Esta Madama Buttefly, emociona aunque no se lo crean. La msica consigue elevar un melodrama hasta la congoja, hasta las lágrimas, hasta donde se esconde todavía lo humano en cada uno de nosotros, atareados alienígenas de nuestro tiempo, curtidos supervivientes de la jungla urbana, apaleados perros pulgosos de una existencia arrastrada.

Es una de las óperas más emotivas, sus personajes de los más difíciles del repertorio, un drama por todo lo alto. Plácido Domingo, tan encantador como siempre, se mostró contento por estar de nuevo en su ciudad querida, y porque esta representación va a tener una especial promoción popular, por el precio de las localidades, por las proyecciones en pantalla gigante en la plaza de Oriente, y por su proyección paralela y gratuita en los cines Kinépolis de Pozuelo. Es fabuloso, casi el directo, en 10-15 años cualquier podrá ver una opera en directo desde cualquier lugar del mundo. Ciertamente, que el espectáculo lujoso por antonomasia, el más bello que puede verse, la ópera, pueda llegar a más gente es, sencillamente, muy bueno.

Los especialistas establecerán los matices. Pero el director y la orquesta nos parecieron soberbios, aunque hubiera algunos momentos confusos en el primer acto. Mario Gas vence nuestros temores y su ambientación distanciada es buena y no quita ni una gota de dramatismo a la obra, sin añadir exotismos periclitados. En el ensayo general cantaron Micaela Carosi, Roberto Aronica y el resto del reparto con dominio y brillantez. Tres horas de espectáculo de matrícula de honor. Sólo un pero: confío en que la pantalla de traducción que queda encendida al final de la obra, sea un lapsus, y no una premeditada y patosa muestra de antiamericanismo deplorable.

Madama Butterfly desemboca en el suicidio de la protagonista, el mismo trágico final que su anterior obra, Tosca: coincidencia argumental de dos óperas que ocupan un lugar consecutivo en el catálogo de Puccini cuatro años transcurren entre sus dos estrenos, acaecidos en 1900 y 1904 respectivamente. -, y que sin embargo no hace sino dar cuenta del enorme afán de renovación estilística que guió su trayectoria creativa.

Nada más alejado de los espectaculares y contrastantes recursos dramáticos, con marcados rasgos veristas, de Tosca que la delicada intimidad en la que se desenvuelve la sencilla historia de Cio-Cio-San, la muchacha japonesa enamorada de un teniente de la marina norteamericana. Madama Butterfly se desarrolla en un mundo de jardines, geishas y dignatarios donde, en torno a las pequeños acontecimientos cotidianos, surgen una multiplicidad de acentos sentimentales que progresivamente perfilan un auténtico proceso de profundización psicológica de la protagonista.

El candor e ingenuidad adolescente de Cio-Cio-San adquirirá una fuerte resonancia trágica cuando, ya consciente del abandono de Pinkerton, acabe con su propia vida. La ambientación exótica despierta la riqueza tímbrica de Puccini, con cantos auténticos japoneses, para recrear ese espacio otro, de modo paralelo a como lo habían hecho los pintores impresionistas unas décadas antes, atraídos por las novedades visuales de las estampas japonesas.

La pujante personalidad creativa de Giacomo Puccini (1858-1924), en la que se combina un incuestionable sentido dramático y una feliz asimilación de las diversas corrientes estéticas surgidas en el cambio de siglo, le permitió evitar el estancamiento en los turbulentos y populares ambientes veristas que afectara a los msicos italianos de su generación, como Leoncavallo o Mascagni.

Partiendo de tal corriente y adoptando algunos de sus recursos, como la ubicación contemporánea o el gran aliento sentimental, es capaz de extraer consecuencias del abrumador legado verdiano y de los grandes cambios para convertirse en autor de obras maestras que se ganaron tanto el favor del pblico como el respeto y la admiración de los grandes compositores del siglo XX, incluyendo a los renovadores; baste recordar a Mahler, Ravel o Schnberg.

Ya en una de las páginas de La Bohème Puccini escribió Contra todo y contra todos, componer óperas con melodías!, y ese afán por una expresividad melódica, que se ajustara en todo momento a la amplia gama emotiva de sus personajes y al devenir de la acción, constituye una de sus señales distintivas, desde las matizadas atmósferas de la ya citada, a la retórica pasional de Tosca, el refinado exotismo de Madama Burttefly, el amargo realismo de Il Tabarro, la agilidad de Gianni Schichi o la opulencia tímbrica de Turandot.

Plácido Domingo está dispuesto a seguir en los escenarios mientras pueda, aunque el momento de no poder ya cantar más se va acercando. Explica cómo cantar y dirigir son tareas complementarias y completas entre sí que realiza sin recordar la una cuando desempeña la otra. Domingo dice haber estudiado a fondo una partitura sobre la que sólo tiene palabras de admiración, aunque crea que es tan rica la orquestación que hay que quitarla peso para que se oiga a los cantantes.

Puccini fue maltratado por la crítica, tacharon de facilona a su vena melódica y armónica, sin apreciar que eso precisamente es lo que le hace un privilegiado, alguien que llega al espectador, que es seguramente el compositor más interpretado hoy día junto a Mozart y Verdi (con muchas menos obras que éste). Suena y sonará siempre moderno

La chilena Cristina Gallardo-Domâs se alternará en la interpretación de Butterfly con la soprano italiana Micaela Carosi y, junto a ellas, se escuchan las voces de Carl Tanner, Roberto Aronica, Marina Rodríguez-Cusí, Itxaro Mentxaka, María José Suárez, Vladimir Stoyanov, ngel Ódena, Emilio Sánchez, José Ruiz, Guzmán Hernando, Miguel Sola, Alfonso Echeverría, Mario Villoria, Tomeu Bibiloni, Juan Manuel Muruaga, Marisa González, Montserrat Muñumel y María Concepción Moyano. Son dos repartos completos, como es nuestra costumbre sin que haya un primer reparto y un segundo reparto, los dos tienen el mismo nivel, sólo así podemos ofrecer diez representaciones consecutivas, afirma la dirección del Teatro Real.

ARGUMENTO

ACTO I
Una colina desde la que se divisan la ciudad y el puerto de Nagasaki. Pinkerton, teniente de la marina norteamericana, ha negociado con el casamentero japonés Goro su boda con Cio-Cio-San, también conocida como Butterfly. La boda está a punto de celebrarse. Goro enseña a Pinkerton la casa que está incluida en el contrato de matrimonio y le presenta a sus futuros sirvientes, entre los cuales se encuentra Suzuki, la doncella de Butterfly. Aparece entonces Sharpless, el Cónsul americano, con quien Pinkerton ha trabado amistad. Mientras brindan por América, Sharpless le pregunta si está realmente enamorado de Butterfly. Pinkerton responde que no está seguro de sus sentimientos, pero que arde en deseos de hacerla suya a cualquier precio. Sharpless, temeroso del daño emocional que Butterfly pueda sufrir, aconseja a Pinkerton que no se tome a broma su matrimonio, pero éste sólo piensa ya en la noche de bodas y apremia a Goro para que vaya en busca de la novia. La entrada de Butterfly, acompañada de sus amigas, obra un efecto mágico en los americanos. Sharpless, conmovido por la inocencia de la pequeña japonesa de quince años, se interesa por su pasado. Ella cuenta que la caída en desgracia de su padre ante el emperador arruinó a su próspera y respetada familia y que, para mantenerla, tuvo que convertirse en geisha. Con la llegada de los familiares y amigos de la novia se inician los sencillos ritos de la boda japonesa, que tiene como inesperado invitado al tío bonzo de Cio-Cio-San. Encolerizado al saber que su sobrina ha rechazado la religión de su familia y se ha convertido al cristianismo occidental, la maldice y obliga a todos los parientes a renegar de ella. Butterfly rompe a llorar desconsoladamente, lo que hace que Pinkerton pierda la paciencia y, muy enfadado, ordene a todos que abandonen la casa. A solas con su pequeña mujer, intenta consolarla con palabras y caricias mientras cae suavemente la noche. Butterfly, que ha tenido que renunciar a todo cuanto tenía para convertirse en su esposa, se siente entonces completamente dichosa. Extasiada, se entrega a su marido.

ACTO II
Hace tres años que Pinkerton dejó Nagasaki. Butterfly y Suzuki viven esperando su regreso. Suzuki, que ha perdido la esperanza y sabe que casi no les queda ya dinero, reza tristemente, pero Butterfly se niega a creer que Pinkerton la ha abandonado y, convencida de su regreso, hace ver a Suzuki cómo será el día en que él vuelva a casa. Sharpless, que llega acompañado de Goro, comunica a Butterfly que ha recibido una carta de Pinkerton anunciando su regreso. La desbordante alegría de la japonesa impide a Sharpless contarle el verdadero motivo de su vuelta. Goro, que durante los ltimos meses ha intentado volver a casarla, anuncia la llegada de uno de los pretendientes, el adinerado Yamadori, pero Butterfly, exultante por el regreso de Pinkerton, lo rechaza definitivamente. Sharpless intenta leerle el resto de la carta y hacerle ver que es posible que su marido no venga con intenciones de quedarse. Ella admite que entonces tendría que elegir entre volver a convertirse en geisha o quitarse la vida, pero está convencida de que cambiará de idea cuando vea al hijo que concibieron juntos. Sharpless, desmoralizado y entristecido, abandona la casa prometiendo comunicar a Pinkerton la existencia del niño. Suena el cañón del puerto que anuncia la llegada de un nuevo barco. Butterfly, muy nerviosa, comprueba desde lejos con Suzuki que es el de su marido y, anticipando su llegada, se apresura a engalanar con flores toda la casa y a vestirse con el traje de novia. Después viste al niño y lo sienta a su lado, junto a Suzuki, para que vea llegar a su padre. Cae la noche. Empieza una larga espera.

ACTO III
Amanece. Suzuki y el niño se han quedado dormidos. Butterfly ha pasado la noche esperando. Suzuki se despierta y, asegurándole que la despertará en cuanto Pinkerton llegue, convence a Butterfly para que se acueste y descanse. Cuando Pinkerton aparece acompañado de Sharpless, el jbilo de Suzuki se convierte en tristeza: Pinkerton se ha casado con una americana y viene para llevarse al niño a su país. Avergonzado por su falta de valor y por la fidelidad que su mujer japonesa le ha demostrado, abandona la casa encomendando a Suzuki la dolorosa tarea de hacer saber la verdad a Butterfly cuando despierte. Sobrecogida, pero manteniendo la dignidad, Butterfly consiente en entregar el niño a Pinkerton con una sola condición: que sea él quien venga en persona a recogerlo. Sharpless parte en busca de Pinkerton mientras Butterfly decide quitarse la vida con el mismo cuchillo con el que se suicidó su padre. Despidiéndose tiernamente de su hijo, se retira detrás de un biombo y se atraviesa la garganta. Mientras se arrastra agonizando hacia el niño para besarlo por ltima vez, llegan Pinkerton y Sharpless. Butterfly extiende su brazo hacia el niño y muere. Pinkerton cae de rodillas a su lado. Sharpless coge al pequeño y lo abraza.

FICHA TÉCNICA

MADAMA BUTTERFLY
Tragedia giapponese en tres actos

MÚSICA

Giacomo Puccini (1858-1924)

LIBRETO

Giuseppe Giacosa y Luigi Illica, basado en
la obra teatral homónima de David Belasco
inspirada en el relato de John Luther Long

EQUIPO ARTÍSTICO

Director musical Plácido Domingo 14, 15, 17, 18, 22, 23, 25, 26, 27
Philippe Bach 20
Director de escena Mario Gas
Escenógrafo Ezio Frigerio
Figurinista Franca Squarciapino
Iluminador Vinicio Cheli
Director del coro Jordi Casas Bayer
Asistentes del director de escena José Antonio Gutiérrez, Ignacio García
Maestros repetidores Patricia Barton, Riccardo Bini y Mack Sawyer

REPARTO

Madama Butterfly (Cio-Cio-San)Cristina Gallardo-Domâs* (14, 17, 23, 26)
Micaela Carosi* (15, 18, 20, 22, 25, 27)
Suzuki Marina Rodríguez-Cusí (14, 17, 20, 23, 26)
Itxaro Mentxaka (15, 18, 22, 25, 27)
Kate Pinkerton María José Suárez
B.F. Pinkerton Carl Tanner* (14, 17, 23, 25, 27)
Roberto Aronica (15, 18, 20, 22, 26)
Sharpless Vladimir Stoyanov (14, 17, 20, 23, 26)
ngel Ódena (15, 18, 22, 25, 27)
Goro Emilio Sánchez (14, 17, 20, 23, 26)
José Ruiz (15, 18, 22, 25, 27)
El príncipe Yamadori Guzmán Hernando
El tío bonzo Miguel Sola (14, 17, 20, 23, 26)
Alfonso Echeverría (15, 18, 22, 25, 27)
Yakusidé Mario Villoria
El comisario imperial Tomeu Bibiloni
El oficial del registro Juan Manuel Muruaga
La madre de Cio-Cio-San Marisa González
La tía Montserrat Muñumel
La prima María Concepción Moyano

REALIZACIONES

Escenografía Spazio Scenico, Roma Scenotecnica, Roma
Altamira, Madrid
Vestuario Cornejo, Madrid
Utilería Teatro Real Rancati, Milán Valero Visión, Madrid
Pelucas Mario Audello, Turín
Caracterización y calzado Teatro Real
Realización y medios técnicos Videoreport
Proyecciones Vipor

Coro y Orquesta Titular del Teatro Real
Coro y Orquesta Sinfónica de Madrid

Producción del Teatro Real (2002)

BMG Ricordi Music Publishing SPA di Milano
Editores y propietarios

Julio: 14, 15, 17, 18, 20, 22, 23, 25, 26 y 27

La función del día 14 será proyectada en pantalla gigante en la Plaza de Oriente, a partir de las 21.45 h.

La función del día 17 será retransmitida en directo
por Radio Clásica, de Radio Nacional de España

Duración aproximada:
Acto I: 55 minutos
Pausa de 30 minutos
Actos II y III: 1 hora y 30 minutos

* Hace su presentación en el Teatro Real

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