Inflación de Anton Chéjov: todavía anda dando vueltas por España la versión de Veronese de Tres Hermanas Espía a una mujer que se mata-, que convierte en mujeres sus personajes masculinos. Y es que a los autores clásicos los asfixia una oleada de revisiones, interpretaciones, traslocaciones y traiciones que los está dejando irreconocibles.
Ahora le ha tocado estrenar su versión, con todos los honores en el María Guerrero de Madrid, a Rodolf Sirera respaldado por el Centro Dramático Nacional, y se ha llevado a Tío Vania a una plantación de algodón a miles de kilómetros de Europa, con braceros negros y terratenientes blancos.
Se trata de ser original y nunca ceñirse a lo que quiso el autor. El Congo o lo que sea, no perjudica en exceso a la obra, pero tampoco aporta nada. Son en general mejores las ambientaciones intemporales, atemporales o intertemporales para obtener el efecto que parece pretendense.
Otra cosa es la sospecha de que el texto ha sido profundamente alterado para actualizarlo, que se han introducido chistecitos al gusto del pblico. Y que la duración es absolutamente inaguantable en su ltimo tercio. No hay que abusar del pobre aficionado y todo lo que rebase hora y media embutido en tu localidad es demasiado. Y este Tío Vania dice durar dos horas y diez minutos, y en realidad dura dos horas y media. Mucho más de las versiones tradicionales que yo he visto.
Disculpen esta disgresión temporal, pero la fidelidad al autor y la duración, el mantener la tensión y la atención fácilmente durante toda la obra, me parecen a mí cualidades del buen teatro bien montado.
Sirera es un valenciano que cumplirá sesenta años en este año y lleva trabajando para su gobierno autonómico hace veinticinco; es consejero de la SGAE, y desde 1989 director de la colección de teatro de la Editorial Tres i Quatre de Valencia. O sea, catalanista; ha obtenido numerosos
premios, entre ellos cuatro veces el premio Serra dOr de la Crítica, y en 1997 el Premio Nacional de Teatro de la Generalitat de Catalunya.
Para explicar su visión de su Tío Vania, una obra escrita por Chéjov en 1897, y subtitulada Escenas de la vida en el campo, una de las más famosas del teatro moderno, nos dice: Los personajes que transitan la obra, liberados en esta propuesta de cualquier subordinación al tiempo y el espacio en que fueron creados, exhiben, de modo cada vez más impdico, a medida que sus anhelos y sus frustraciones van desplegándose ante los ojos y los oídos del espectador contemporáneo, unos conflictos, aparentemente triviales, pero que ocultan, bajo esa tranquilizadora capa de inocuidad, un desazonante pesimismo. Nadie consigue lo que persigue en el pequeño microcosmos en el que Vania; su familia y otros compañeros de destierro, lamentan incesantemente su incapacidad para actuar. O la inutilidad de sus esfuerzos, como en el caso del doctor y su lucha en defensa de una naturaleza tan desprotegida como él mismo. Al final, como en otras obras del autor, unos se van y otros se quedan. Pero, en el fondo ellos no son conscientes, nosotros sí, nadie se ha movido del nico lugar en el que siempre estuvo.
Bueno, la verdad es que Tío Vania sigue siendo viable -todo un telrico siglo después- porque contiene una reflexión sobre la vida, sabia y universal, lejos de escoramientos ideológicos, que acta de bálsamo reparador, de paréntesis melancólico. Digamos ya que este Tío Vania es bueno, merece la pensa ser visto, tiene un reparto sobresaliente, y dirección, escenografía y vestuario son notables, destacando positivamente el fondo selvático, y negativamente los ruidos horrorosos de los entreactos.
El también valenciano Carles Alfaro, es el director, escenógrafo e iluminador; muchos de sus montajes han sido galardonados tanto en sus trabajos al frente del Moma Teatre de Valencia como en su trayectoria anterior y posterior. Recientemente ha dirigido El portero de Harold Pinter en el Teatro de la Abadía y La controversia de Valladolid, de Jean-Claude Carrière, en el Festival Grec 2005 y posteriormente en el Teatro de la Abadía. Los escenógrafos Max Glaenzel y Estel Cristià intervienen en la presente temporada en dos producciones del Centro Dramático Nacional: este Tío Vania dirigido por Carles Alfaro y la obra Aprés moi le déluge, de Lluïsa Cunillé, coproducción con el Teatre Lliure, dirigida por Carlota Subirós. El año 2007 ha sido especialmente prolífico para este equipo de escenógrafos.
Anton Pavlovich Chéjov (1860-1904) es autor de obras esenciales de la literatura dramática. Se graduó como en médico en 1884. En 1886 se había convertido ya en un escritor de renombre. Cosechó un gran éxito con el estreno de su obra La gaviota (1896); representada por el Teatro de Arte de Mosc (dirigido por Constantin Stanivlaski). Para esa misma compañía escribió tres obras más: Tío Vania (1897), Las tres hermanas (1901) y El jardín de los cerezos (1904), todas ellas con gran éxito. Otras obras teatrales suyas son Platonov (1881); Sobre el daño que hace el tabaco (1886-1902); Ivanov (1887); El oso (1888); Una propuesta de matrimonio (1888-1889); El demonio de madera (1889). Entre sus numerosos relatos destacan títulos como Campesinos, El pabellón n 6 (adaptado a teatro en numerosas ocasiones), La dama del perrito y La muerte de un funcionario. En 1890 visitó la colonia penitenciaria de la isla de Sajalín, en la costa de Siberia, y posteriormente escribió una extensa crónica en forma de libro: La isla de Sajalín (1891-1893).
Y los actores están realmente casi perfectos. Da gusto ver buenas interpretaciones y hay que felicitar conjuntamente a este elenco y a quien les ha dirigido: Malena Alterio, María Asquerino, Enric Benavent, Sonsoles Benedicto, Emilio Gavira, Francesc Orella, Emma Suárez y Víctor Valverde. Si me hacen pronunciarme, elijo a Sonsoles, fue la que más me gustó en esta resignada, soñadora y voluntariosa joven tan lejana de los modelos actuales.
Tío Vania, de Antón Chéjov.
Teatro María Guerrero de Madrid.
Del 7 de febrero al 23 de marzo.
Versión
Rodolf Sirera
Dirección
Carles Alfaro
Escenografía
Max Glaenzel y Estel Cristià
Vestuario
María Araujo
Iluminación
Carles Alfaro
Producción
Centro Dramático Nacional
Fotografías
Ros Ribas
Diseño de cartel
Isidro Ferrer, Nicolás Sánchez
Reparto
Malena Alterio
María Asquerino
Enric Benavent
Sonsoles Benedicto
Emilio Gavira
Francesc Orella
Emma Suárez
Víctor Valverde
y otros
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