No me parece exagerado decir que Stifters Dinge (Las cosas de Stifter) va a ser sin duda de lo mejor de este Festival de Otoño de Madrid. Cuando la inteligencia se une a la intuición, ambas se juntan con la innovación y el oficio, y las cuatro se ponen en marcha rehuyendo los caminos trillados, surgen espectáculos potentes como el que el director y msico Heiner Goebbels y el escenógrafo Klaus Grnberg nos traen desde las ricas molicies suizas, donde los ciudadanos dormitan su prosperidad obscena pero existen potentes minorías artísticas y pensantes como este Théâtre Vidy-Lausanne.
Una composición para cinco pianos sin pianista. Una obra de teatro sin actores. Un espectáculo sin intérpretes. El reino ignorado de las cosas: el agua, el sonido, la luz, las potencias superiores a la inteligencia humana, junto a las máquinas programadas que superan ya la habilidad humana en tantas facetas. Las cosas que nos superan. Las cosas de las que nos aprovechamos y a las que ignoramos, pero cuya capacidad de rebelión late amenazadora. Las cosas que pueden vengarse de la desgraciada suerte a la que sometimos a los animales.
Ciertamente, este espectáculo es un desafío. Necesita espectadores sensibles, sutiles, buscadores. El 80 por 100 puso cara de póquer y no apludió al final. Es comprensible. Mi intención es invitar al pblico a encararse con lo desconocido había anunciado el director. Pero qué gozo para la minoría dispuesta a aceptar el desafío de su irritante lentitud, de su extraño sonido, de sus mágicas aguas, de sus hermosas lluvias. Goebbels ha unido al modo ecléctico y dilentante de la cultura occidental retazos de muy diferentes tiempos y espacios de la noosfera global entre los que debemos destacar, por riguroso orden de aparición, cantos de Papa grabados en 1905, el cuadro Un pantano en un bosque, pintado en 1666 por Jacob Isaacksz van Ruisdael, el poema The Ice Tale, de Adalbert Stifter, el concierto BWV 971 de Johann Sebastian Bach, extractos de una entrevista a Claude Levi-Strauss, algo de William S. Burroughs y algo de Malcom X, el cuadro Caza nocturna, de Paolo Ucello, cantos de indios colombianos y cantos tradicionales griegos.
Con tan variados y exóticos ingredientes, se puede construir un mejunge intragable, -como tantas veces ocurre en actual turmix artística occidental-, o una atractiva base sobre la que un escenógrafo tiene ardua tarea. Y aquí Klaus complementa a Heiner en su lcida reflexión sobre las complicaciones innecesarias que los humanos aportamos al desorden universal. Klaus Grnber monta una escena de estanques animados, de raíles y tubos, de altavoces y luces en la que cinco pianos apilados en el fondo del escenario emitirán sus msicas parpadeando al ritmo de su programación. Todo se inicia intentando comprender y todo termina de la misma manera: sin guiños clementes a un pblico comodón.
Y a lo largo de una hora las máquinas actan y los pianos tocan; las aguas llueven, surten, hierven y viven autónomas; las voces recitan, cantan y hablan; dos intrigantes bosques -uno helado y otro mutilado- se proyectan sobre el arbolado desolado que acompaña a los pianos en su lento peregrinar hacia los espectadores, para alejarse de nuevo definitivamente. Idiomas primitivos, melodías electroacsticas, un antropólogo que no busca la compañía humana, el hielo cubriendo un bosque. Todo ello es poesía y se presta a mil interpretaciones. La nuestra es el largo viaje del Verbo desde el principio creador al desgaste de la incomunicación actual; el drama de una especie que quiere ser humana y no lo consigue; el horizonte abierto por la robótica; el lenguaje infinito de la naturaleza. Así llegaríamos a lo que se pretende el corazón de la pieza: al ser humano no le queda más remedio que admitir que ha perdido el control sobre las cosas.
Stifters Dinge se estrenó el año pasado y se nota su rabiosa actualidad. septiembre de 2007 en el Théâtre Vidy de Lausanne (Suiza). El Théâtre Vidy-Lausanne es una de las principales instituciones culturales de Suiza. Sus cuatro salas presentan una treintena de espectáculos al año, ofreciendo un amplio repertorio de registros, con un total de cuatrocientas representaciones anuales. Heiner, de 56 años de edad, se dedica principalmente a la composición musical para cine, teatro y ballet, ha publicado diez discos y compuesto para Ensemble Modern y Ensemble Intercontemporain, y desempeña diversos cargos directivos en instituciones artísticas de su país. Su Shwarz auf Weiß (Negro sobre blanco) estuvo en la edición anterior del Festival de Otoño de Madrid. Con Eraritjaritjaka, basado en las palabras de Elias Canetti, con André Wilms y el Mondriaan Quartet, ha recibido varios premios europeos. Klaus ha dirigido artísticamente varias producciones operísticas y representa en estos momentos una Carmen en la Ópera de Leipzig. Heiner y Klaus presentan en esta edición del Festival de Otoño otro trabajo cojunto, I went to the house but did not enter, con el Hilliard Ensemble. Digamos finalmente que todo el equipo que les completa merece el sobresaliente.
He trabajado siempre con excelentes intérpretes. Ahora querría rendir un homenaje particular a los otros elementos que hacen del teatro lo que hoy es, sacar la alfombra roja para todas esas maquinarias e instrumentos fantásticos que habitualmente sólo tienen una función práctica y que al final son responsables de la luz, del sonido, de las imágenes y preguntarme si esto inspira nuestra imaginación. Es mi forma de presentar mi respeto a los objetos, dice Heiner Gebbels. Creemos que lo ha conseguido. Y a modo de reconocimiento, demos espacio final a sus ideas:
-Cuál es el argumento de su producción Stifters Dinge? Tiene uno?
-No se lo voy a decir. Adónde nos llevaría eso? En cualquier caso no al teatro. El teatro debería sorprendernos siempre, avivar nuestra curiosidad, mostrarnos algo que no hayamos visto antes, algo que nos sea desconocido, un acertijo, tal vez algo de magia esperemos y veamos.
Gertrude Stein escribió: Todo aquello que no es una historia puede ser una obra y esa es la idea en la que me apoyo. Si queremos que sea una forma de arte, el teatro debe creer en su propia realidad y no tratar de aleccionar sobre ella.
Mis obras sí necesitan personas personas que las crean y personas que las disfrutan. Sólo funcionan ante un
pblico que entra en comunión con sus elementos. Sin duda, Stifers Dinge necesita de pblico. Sólo un ojo observador puede ver la obra que oculta.
El teatro tiende hacia la psicología, reduciendo los temas, los conflictos y las experiencias a la relación entre dos polos. En mi opinión hay mucho más que eso y suele dejarse de lado.
FICHA ARTÍSTICA Y TÉCNICA
STIFTERS DINGE (LAS COSAS DE STIFTER)
Idea, msica y dirección HEINER GOEBBELS
Escenografía, iluminación y vídeo KLAUS GRÜNBERG
Colaboración musical y programación HUBERT MACHNIK
Espacio sonoro WILLI BOPP
Asistente MATTHIAS MOHR
Con la colaboración del equipo artístico y técnico del Théâtre de Vidy:
Regiduría MARC MOREAUX
Robótica THIERRY KALTENRIEDER, ROGER MONNARD
Técnico de luces MATTIAS BOVARD
Vídeo JÉRÔME VERNEZ
Espacio sonoro WILLI BOPP
Sonido ANDREW MIKKELSEN
Técnicos JEAN-DANIEL BURI
FABIO GAGGETTA
Supervisión musical MATTHIAS MOHR
Tour manager ELODIE LOUBENS
Producción: Théâtre Vidy-Lausanne
Coproducción: spielzeiteuropa I Berliner Festspiele, Grand Théâtre de Luxembourg,
schauspielfrankfurt, T&M-Théâtre de Gennevilliers/CDN y Pour-cent culturel Migros.
Encargo de Artangel London.
Con la ayuda de Pro Helvetia-Swiss Arts Council (para la gira).
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