El Museo Reina Sofía espera reforzar su creciente popularidad y sus buenas cifras de visitantes con esta exposición dedicada al artista alemán Thomas Schtte, cuya obra de las tres ltimas décadas resulta atractiva, impactante y hasta divertida. Un artista accesible y nada circunflejo, cuyas instalaciones, acuarelas y aguafuertes, fotografías, maquetas arquitectónicas y grupos escultóricos son de fácil contemplación para el gran pblico. Son setenta y cinco obras extendidas por la planta principal del edificio Sabatini que rebosan el ámbito de las salas para llegar hasta el jardín, el claustro, los pasillos y otros espacios no convencionales. Es arte para todos los pblicos, que va a gustar mucho a los niños. Maquetas, recortables, muñecos. Bromas con la muerte. Elucubraciones alrededor de una sandía. Cerámicas curiosas. Divagaciones en diversos soportes sobre el mismo tema. Inocente o taimado? Somos estpidos o lo simulamos? Nos puede la banalidad o simplificamos para sobrevivir el caos circundante?
Schtte stá considerado uno de los artistas alemanes más importantes de su generación. La documentación promocional del museo resalta que suele trabajar en series que examinan momentos de aislamiento, vulnerabilidad y desesperanza humanos, no carentes de ironía. Que se hizo muy conocido en los ochenta con maquetas arquitectónicas que, sin pretenderlo, ofrecen al espectador protección y cobijo mental. Que sus obras tienen una apariencia artesanal a la vez que utópica, y que toda la obra de Schtte está impregnada de guiños sociales y políticos. Además, reconozcamos que titula muy bien sus obras, con gracia e ironía, y ya sabemos la influencia que en el comn de los mortales puede tener un buen título. El artista dice estar en plena etapa retrospectiva volviendo la mirada al pasado en busca de inspiración, así que ante el enorme despliegue de su obra con tal voluntad, se muestra plenamente satisfecho.
Esta retrospectiva hace pensar inmediatamente en la anterior de su colega madrileño, el desaparecido Juan Muñoz. Ambos fueron amigos, se conocieron en el Reina y compartían la preocupaciónm por superar el rupturismo de los sesenta, codificado ya por el Sistema, atrapado por eso que llaman la institución arte y podría llamarse más propiamente arte institucional. La comisaria Lynne Cooke reconoce haberse inspirado en la precedente (y excelente) muestra de Juan Muñoz, aunque ha preferido la primera planta a la tercera, y los jardines a la balconada.
Para el director del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS), tanto Schtte como Muñoz pertenecen a una generación que sospechaba haber llegado tarde a la innovación y se centró en el comentario y el analisis de lo que hacían otras disciplinas, como la arquitectura. Una mirada muy distinta a la del eclecticismo posmoderno, sin embargo, una mirada con ironía, con humor, con una actitud de indagación que considera más importante el proceso que el resultado. Puede que si las prácticas vanguardistas más innovadoras de finales de los sesenta y principios de los setenta han sido codificadas e institucionalizadas, si las tendencias antaño radicales han quedado reducidas a expresiones o signos para ser citados, las semillas de la regeneración estén, por paradójico que parezca, en lo que comnmente se considera convencional.
El artista alemán nos explicó que ha sido para él todo un descubrimiento percatarse gracias a esta muestra de que su trabajo actual encaja con el del pasado, que es un honor gozar de espacios tan enormes, y que le asusta un poco el examen al que le someterá el pblico dictaminando finalmente si su arte es entretenido y tiene calidad. Recuerda sus largas noches por los bares de Madrid con Juan Muñoz, como intercambiaban trucos de oficio, y comenta el hecho de que todavía hoy no se hace a la idea de su repentina y pronta muerte. Elogió el vibrante pulso artístico de Madrid, visible para él en las largas colas del Prado, en los miles de visitantes del Reina cualquier lunes, en el despliegue callejero de grandes esculturas.
Para la comisaria de la exposición, este circuito sin itinerario preferido, esta red de salas sin aparente orden donde se despliega la historia del artista alemán a través de buena parte de sus mejores obras, ha permitido yuxtaponerlas sin ese orden y concierto que a veces las petrifica. El despliegue espacial de la retrospectiva es generoso y casi abrumador, todo un regalo para el artista y los visitantes. Hasta se ha abierto una puerta que comunica directamente el jardín con la sala de exposiciones A1, y se ha jugado con la apertura de las ventanas que dotan a las salas de luz natural. En uno de los pasillos del claustro, encontramos Konferenz, (Conferencia) 2002, cuatro grandes bustos de cerámica. En el otro pasillo aparece la pieza Wichte (Duendes) 2006, compuesta por doce esculturas en bronce. Y en la intersección de galerías, Grober Geist (Gran espíritu) 1997, dos enormes figuras de aluminio pulido actan de reclamo irresistible.
La Sala de Protocolo acoge la serie de obras United Enemies A Play in Ten Scenes (Enemigos unidos. Obra en diez escenas) 1993-1994. En esta sala también se encuentran fotografías de la misma serie, los dibujos Auf Wiedersehen (Adiós) 1981 y la pieza Self Portrait as Candle Holder (Autorretrato llevando una vela)1998.
En su recorrido el visitante continuará descubriendo piezas de Schtte por distintos rincones y esquinas del museo hasta llegar a la Sala A1 donde se encuentra el grueso de la exposición. Lo que más llama la atención nada más entrar al espacio, es cómo se ha jugado en esta ocasión con la luz natural. Las ventanas abiertas permiten una conexión entre la naturaleza del jardín de Sabatini con el hierro y el acero del edificio Nouvel. Las piezas de Schtte, que cobran vida con la luz natural, inundan el espacio y lo transforman. En esta inmensa sala encontramos acuarelas, maquetas, instalaciones, dibujos, esculturas, entre otras: Die Fremden, (Los extraños) 1992, Groe Mauer (Gran pared), 1977; Groer Respekt, (Gran Respeto) 1993-1994; la serie Hund (Perro) 2004, y la serie Weinende Frau, (Mujer Llorando) 2010, que ha sido realizada expresamente para esta ocasión. Y en el jardín se ha instalado la conocida serie de esculturas tituladas Frauen, Mujeres (2000-2006).
Schtte ha reconocido con todo desparpajo: Pinto, pero no soy pintor. Si no tengo verde, uso el azul. Y por si fuera poco nos contó que ante los problemas que le creaban los piés de sus esculturas humanas, decidió suprimirlos sin mayor problema. Su interés no disimulado por el diseño le ha llevado a utilizar la ayuda del uso y el contexto a la hora de dotar el arte- y sobre todo, el arte abstracto- de significado. En alguna ocasión Schtte confesaba no considero la decoración en un sentido negativo. Es uno de los terrenos más fabulosos en los que se puede trabajar. Son destacables, sus memoriales de los años ochenta, empezando por el que conmemoraba su propia y prematura muerte en 1981, seguido de su cruel propuesta para un monumento en honor de Alain Colas, el navegante solitario francés que se perdió en el mar (1989), y una hipotética sede para la tumba de Adolf Hitler en 1991.
Si tenemos que comparar, entre Thomas Schtte y Juan Muñoz, nos quedamos sin duda con el segundo, cuyas reflexiones nos parecen más maduras y sugerentes, menos entretenidas y vistosas. Pero la exposición les hará pasar un buen rato. Eso sin ninguna duda.
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
Thomas Schtte. Retrospección
Comisaria: Lynne Cooke
16 de febrero 2010 17 de mayo 2010
LEdificio Sabatini. Sala 103, Sala de protocolo, Espacio 1, Claustro y jardín.
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