Intenten por todos los medios asistir, compañeros y camaradas de la generación de los Sesenta, gentes que creyeron de verdad en una u otra, y sobre todo si participaron en las dos repartiendo sus ansias y errores juveniles entre ambas. No muchas veces el teatro se acerca con rigor y sinceridad al zeitgeist, al espíritu de la época que hemos vivido a golpes, como decía el poeta, a saltos, a sustos, a contradicciones. Y si no fueron ni comunistas ni rockeros, ni maoístas ni hippies, vayan de todas formas, algo del ímpetu y la ilusión de todo ello subsiste aquí, algo de su magnificiencia aparente y su ridiculez intrínseca late en los parrafones de Max y de Jam, en esas discusiones interminables que antes se practicaban y hoy ya no, en esta obra un poco larga pero muy, muy seria, importante, de las que no se ven todas las temporadas.
Tom Stoppard está considerado como una lumbrera indiscutible del teatro británico del ltimo medio siglo, un judío checo que ya tiene 72 años de edad del cual RocknRoll es su ltima obra, la cual lleva tres años triunfando en todo el mundo y ahora nos llega a Madrid inmediatamente después de que el Centro Dramático Nacional haya repuesto The real think (1982). Entre su primer y celebrado Rosencrantz y Guildenstern han muerto (1967) y este rocknroll comunista real/soñado, hay toda una carrera, toda una vida, de alguien que aunque tuvo suerte supo merecerla, pudo hacer lo que sabía y perseverar en una aportación digna del mayor respeto.
Se trata de una gran producción del Teatre Lliure, dirigida por lex Rigola, que sólo se resiente de la falta de familiaridad de su elenco con el castellano. El montaje en el Matadero se basa en una buena escenografía de Max Glaenzel, con la colaboración de Estel Cristià, que reproduce el jardín de una casa de Cambridge sobre el que se intercalan interiores y exteriores de Praga. La obra comienza en 1968 y termina en 1991, circula entre el aplastamiento de la Primavera de Praga y el colapso completo y hundimiento rotundo del bloque socialista, ese terremoto que simboliza la caída del Muro de Berlín.
Y en ella están presentes muchos de los temas que dominaron la segunda mitad del pasado siglo. Partiendo de la convicción de que había que cambiar las cosas, la cuestión vital era si se debía primero cambiar la sociedad para que así cambiáramos todos, o si había que empezar por uno mismo para que así cambiara la realidad circundante. Si revolución política o revolución de comportamiento. Si ascético compromiso militante o hedonismo de sexo, drogas y rock, si epicureos melenudos y minifalderas o austeros revolucionarios de trenca y bigotones. Si Marx o los Beatles, si el Libro Rojo de Mao Tse-tung o Satisfaction de los Rolling Stones.
Para Stoppard y los europeos con suerte, eran cosas equivalentes y complementarias, sin mucho riesgo; aquí había que estar muy loco para elegir el camino difícil: averigen cuál era de los dos. En todo caso, la obra se plantea cuál de las dos rutas llegó más lejos o si fracasaron ambas. Y lo hace sin olvidar otras reflexiones secundarias: la de la ruptura del movimiento comunista internacional alrededor de acontecimientos como el de la invasión de Checolosvaquia en nombre del socialismo, la del aburguesamiento consumista de la clase obrera que en vez de hacer la revolución votó por Adolfo Suárez, la del paso del periodismo comprometido al imperio narcomediático, la del colaboracionismo en mayor o menor grado, la del imprevisible rumbo de los acontecimientos en todo proceso colectivo; en general, el recorrido inevitable de una generación desde sus inevitables ideales juveniles de cambiar el mundo hasta los comprensibles realismos acomodaticios con que inicia la vejez. La vida misma: lo obvio y al mismo tiempo el misterio repetido, lo que nunca terminamos de entender.
Una orgía de ideas brillantes que no estropean los lugares comunes y chistes fáciles que abundan también en este texto, al menos en esta doble traducción. Una docena de excelentes personajes que no estropean las patentes dificultades de sus intérpretes con el idioma en que esta vez hablan. Una pieza sensacional que no estropea un título parcial. Ni siquiera para un intelectual liberal británico ambas revoluciones pudieron parangonarse en la realidad, y si la comunista fracasó, la costumbrista fue sólo formal y puro continuismo. Pero los discos de los sesenta, la presencia de aquella msica Doors, Pink Floyd, Velvet Underground,etc asegura un gancho importante a la pieza.
Pueden detectarse en Rocknroll trampas y trucos variados, y en realidad Jan debería ser hippie en vez de rockero, aunque hay que reconocer que en los países del Este Mick Jagger y Jhon Lennon tuvieron un papel más subversivo que en Occidente. Pero cuánto nos hubiera gustado algo parecido escrito en nuestros lares! No ha habido apenas reflexiones literarias, y en concreto, teatrales, sobre el tránsito del franquismo a la democracia, esa etapa 1960-1990 tan desconocida, tan tergiversada, esa gigantesca ceremonia de la confusión, baile de disfraces, carnaval de las apariencias, en la que episodios fundamentales han sido borrados. Algo habrá que hacer antes de morirnos, algo donde lo que gravite sobre la obra no sea, como aquí, la sombra de Syd Barrett -el malogrado componente maldito de los primeros Pink Floyd- sino algn Ramón García Sanz de resucitada memoria.
La tendencia del texto a salirse de lo coloquial para caer en lo doctoral, unida al tono extraño y el acento exótico general de los intérpretes, origina cierta dificultad de acercamiento al espectador, pero es tan interesante lo que se dice y de lo que se habla, y está tan bien montado el espectáculo, que uno se aplica sin más a superar el distanciamiento. Lluís Marco y Joan Carreras hacen creíbles al viejo creyente y al joven escéptico. El teatro supera al cine. El teatro serio vive an, pervivirá todavía un tiempo.
ROCKNROLL
De TOM STOPPARD
Dirección: LEX RIGOLA
NAVES DEL ESPAÑOL
MATADERO
Del 23 de febrero al 14 de marzo
De martes a sábados, 20 h.
Domingos a las 18 horas
Precio: 22 euros
INTÉRPRETES:
Chantal Aimée Esme
Patrícia Bargalló Cándida
Joan Carreras Jan
Irene Escolar Alice
Miranda Gas Magda
Oriol Guinart Stephen
Lluís Marco Max
Sandra Moncls Lenka
Ana Otero Eleanor
Fèlix Pons Ferdinand
Alba Pujol Deirdre, Gillian
Òscar Rabadan Milan
Santi Ricart Nigel
EQUIPO ARTÍSTICO Y TÉCNICO
traducción del inglés Joan Sellent
escenografía Max Glaenzel con Estel Cristià
vestuario María Araujo
caracterización Toni Santos
iluminación Xavier Clot (a.a.i.)
espacio sonoro Pau Carrió
sonido Igor Pinto
Una producción del Teatre Lliure
Duración del espectáculo: 2 horas 50 minutos con intermedio incluído.
El Teatro Español organizará un ENCUENTRO CON EL PÚBLICO con la
presencia de lex Rigola y los intérpretes de la obra en la Naves del Español el
viernes 12 de marzo a las 23 horas.
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