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Éxito sin polémica de ‘Brokeback Mountain’

Éxito sin polémica de ‘Brokeback Mountain’

Por José Catalán Deus
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jcdeustelefonicanet/6/6/17
miércoles 29 de enero de 2014, 01:00h

Una historia de amor entre dos hombres en el pasado siglo. Brokeback Mountain tuvo una gran acogida anoche en su estreno mundial en el Teatro Real, simbolizando la aceptación de la igualdad homosexual en uno de los ambientes que todavía se resistían a abordar con normalidad el tema, el mundo de la ópera y su pblico, considerado más tradicional de lo que es realmente. Una historia bien contada, con estética y baremos cinematográficos, con una partitura bella y coherente, con un libreto conciso y una duración apropiada: un ejemplo de buen teatro musical del siglo XXI, al que puede llamarse con todo derecho ópera si se quiere, pero para el que se puede hasta prescindir de tal denominación tradicional sin que afecte a su calidad y atractivo.

En el verano de 1963, dos jóvenes pueblerinos se conocen como pastores de temporada en las montañas de Wyoming. El introvertido Ennis Del Mar aspira a poseer algn día su propio rancho, siguiendo la trayectoria de sus padres, que murieron en un accidente de coche. El más extrovertido, Jack Twist, sueña con convertirse en un gran vaquero de rodeo. La montaña omnipresente parece ejercer una fuerza mágica sobre ellos. La soledad de la tarea y su sexualidad juvenil les lleva a mantener relaciones sexuales que podían haber quedado en simple y frecuente escarceo juvenil, pero que da lugar a un verdadero amor entre ellos. Primero inconsciente, cuando después del verano se separan. Pero una llama viva que el tiempo no consigue apagar.

Ennis se casa con su novia Alma y tienen dos hijas, iniciando una difícil vida de pareja. Jack se enrolla con una chica cultivada, Lureen, cuyo padre, Hog-Boy, posee un rentable negocio de venta de maquinaria agrícola en Texas, del que se convierte en gestor tras que nazca el hijo de la pareja. Y entonces unos años después vuelven a encontrarse de nuevo los dos hombres y reanudan su relación. La mantienen durante años a escondidas de todos, en excursiones a la montaña para cazar y pescar, para amarse tiernamente.

Ennis y Alma cada vez se distancian más y acaban divorciándose. Tras el divorcio, Jack se presenta en Wyoming con la esperanza de establecerse en un rancho con Ennis. Este le confiesa su pavor a que que si se arriesgan a vivir juntos pueda pasarles como a Earl y Rich, unos vecinos de su infancia, una pareja de homosexuales que mantenían un rancho y eran criticados y hostigados por los vecinos hasta que un día Earl fue linchado. La imagen de su cuerpo convertido en un amasijo sanguinolento siempre ha perseguido a Ennis y le impide dar el paso de instalarse a vivir con su querido Jack.

Su relación permanece pues limitada a esas pocas citas secretas anuales hasta que en 1980, Correos devuelve a Ennis su ltima postal enviada a Jack con el membrete de fallecido. Cuando Ennis entra en contacto con Lureen, ella le explica su extraña muerte, la hipótesis oficial de un accidente increíble que puede esconder un asesinato del que nadie hablará y que nunca se investigará. Ennis visita a los padres de Jack en busca de la urna con sus cenizas, para esparcirlas en la montaña de sus amores, pero ni siquiera este ltimo gesto será posible. Su relación deberá permanecer siempre en secreto, será el gran secreto de su vida, el recuerdo íntimo de su nico amor eterno.

Una gran historia sin duda, un relato corto publicado por la escritora consagrada Annie Proulx en 1997 en la revista The New Yorker, llevada al cine por Ang Lee en 2005 con un éxito enorme, y convertida ayer tras cuatro años de preparativos en una ópera a la que se puede augurar largo recorrido, dividida en dos actos sin intermedio, con 22 escenas separadas a veces con algunos breves e importantes interludios.

La misma autora se ha encargado del libreto, y esa es la base de apoyo del buen resultado final. Mantiene la aparente espontaneidad de la historia inicial y sobre todo el trabajo riguroso y profesional que se intuye detrás, dominio del oficio de la escritura, donde nada está dejado al albur, y todo ha sido milimétricamente calculado. A sus 78 años de edad, Proulx se convierte en un ejemplo de libretista musical al primer intento, un dato optimista para todos los que ya hemos iniciado el camino de descenso en la vida.

Ejemplo igual de positivo es el del compositor Charles Wuorinen, que con 75 años de edad y una larga carrera a la espalda, ha sabido dar prioridad a la idea, adaptar su msica al argumento, concebirlo como un conjunto, y construir una partitura adecuada: prima le parole, poi la msica, regla de oro. El tratamiento vocal se somete a la comprensión del texto, otra buena costumbre. A través de una prolífica obra (unas 260 composiciones) ha pugnado por no ser engullido por el serialismo convencional, y más bien practica un pluralismo de difícil adscripción. La partitura que nos presenta es compleja, rica de elaboración, con un brillante despliegue de instrumentos, y original sin duda. Su punto más débil como en casi todas las óperas actuales está en las partes vocales, que sin llegar a desagradar resultan ásperas a primera audición, nada inclinadas al virtuosismo de los cantantes, proclives a la narración simple y limitadas en sus despliegues a algunos pocos duetos entre los dos protagonistas, muy bellos todos ciertamente en esa combinación tenor-bajo barítono que ayer resonó potente.

Titus Engel al frente de la orquesta demostró sobradamente sus grandes cualidades para la msica contemporánea, su vigilante atención al despliegue de detalles que a menudo -y sin duda en esta ocasión- despliega, a su engarce cuidadoso para dar sentido a lo que podría sonar y no pocas veces suena como barahnda. Engel, que ya demostró sus dotes junto a Pilar Jurado en La página en blanco nos describe la partitura de Wuorine con tal precisión que no podemos por menos que cederle la palabra:

El preludio de la ópera está dedicado a la montaña. Como en la obertura al Das Rheingold de Wagner, Wuorinen elige un centro tonal para la representación de la naturaleza. Pero no se trata del ondulante Mi bemol mayor, el centro musical de Wuorinen para Brokeback Mountain es el profundísimo Do contragrave. Suena ya, al principio, en los contrabajos, el contrafagot y la tuba, encabalgándose una y otra vez desde el pianissimo al forte. Wuorinen es un maestro de la economía musical. Con pocos acordes consigue crear una atmósfera que cautiva al oyente. La msica es sencilla, hermosa y amenazadora a un tiempo. Así, a lo largo de la obra, se evoca repetidamente la atmósfera de la montaña en cuanto suena el profundo Do. A continuación, el siguiente acontecimiento musical aparece con las notas vecinas Si natural y Re bemol en el timbal y en él solo con sordina del trombón. Como quedará claro a lo largo de la obra, estas notas encarnan a los protagonistas Jack y Ennis. Al igual que las notas Si natural y Re bemol, cercanos pero sin poder estar juntos. La ópera tiene un final trágico. El Do inicial de la montaña aparece de nuevo. Pero en esta ocasión con la desnuda brutalidad de un solitario unísono de toda la orquesta. Es el momento inolvidable en el que Ennis se entera de la muerte de su amado.

Engel afirma que Charles Wuorinen es uno de los pocos grandes compositores americanos, como Elliott Carter y Stefan Wolpe, que han desarrollado de manera consecuente la senda de la modernidad europea, que no se ha lanzado ni al estilo postmoderno ni, como algunos de sus colegas, se ha abierto a la cultura popular, sino que ha seguido fielmente su estilo personal, un desarrollo personal de la armonía y la melodía del dodecafonismo, un agudo sentido del contrapunto y una refinada rítmica. Él apunta con razón que en los interludios es donde destacan sus maestría en la instrumentación e intensidad orquestal.

Tras la apoteosis del vídeo en la escenografía operística que ha supuesto el montaje de Tristan und Isolde -con el que por razones acertadas se hermana este en la programación de despedida de Gérard Mortier- el director de escena Ivo van Hove ha coincidido en la presencia directora de la imagen en el primer acto y la escena final, junto a una buena escenografía de Jan Versweyveld en el segundo acto para ambientar simultáneamente los hogares de ambos protagonistas separados por la difusa zona de sus ocultos encuentros. Van Hove se fue personalmente a Wyoming para orientar las tomas de Tal Yarden, y la conjunción se nota en estos paisajes hipnóticos, estáticos y cambiantes, llenos de misterio. Extraordinaria dramaturgia de Jan Vandenhouwe, un componente del teatro musical cada vez más decisivo. Magnífica labor la del figurinista Wojciech Dziedzic.

Junto a estos méritos, el nada menor de un reparto equilibrado vocal y actoralmente. Hay que ver cómo cantan y cómo actan los dos protagonistas, el bajo barítono canadiense Daniel Okulitch como Ennis del Mar, y el tenor estadounidense Tom Randle como Jack Twist. Les secundan doce personajes todos precisos en sus puestos, entre los que destacan ambas esposas y el ganadero que contrata a estos pastores tan apuestos, con sus sombreros de ala ancha y sus aires de vaqueros, una imaginería que sin duda con boinas y zamarras no daría tan convincente.

Era mucha la expectación (quizás excesiva como es norma en esta sociedad que hace espectáculo de todo) y nos complace haber constatado que toda ella fue colmada. El teatro con lleno total, la atención absorta del pblico durante dos horas seguidas, y las muchas y nutridas ovaciones al finalizar la ópera sin discrepancia alguna en ninguno de los componentes de tan complejo espectáculo, ilustran lo que puede considerarse éxito total, siempre dificilísimo en obras de nuevas creación. Hubo casi vítores para Okulicht, para Heather Buck, en su Alma, la mujer de Ennis, y para una conmovedora Jane Henschel, en el papel de la madre de Jack, que apenas canta unas frases pero que transmite emoción y veracidad.

No hablemos más. Encontrar un hueco en las siete representaciones que quedan merece la pena, y compararla con el Tristán e Isolda que se está presentando simultáneamente, una reflexión entre lo que nos une y nos separa en criterios estéticos y morales del mundo de hace un siglo. Escuchar la obra más de una vez parece ineludible. La función del día 9 será transmitida en directo porRadio Clásica, de Radio Nacional de España. La 2 va a programarla. Por internet estará en Palco Digital el 7 de febrero. La programa Medici TV y habrá pronto un DVD.

Vídeo de presentación

VALORACIÓN DEL ESPECTCULO (del 1 al 10)
Interés: 8
Partitura: 7
Libreto: 7
Dirección musical: 8
Dirección artística: 8
Orquesta: 8
Voces: 8
Escenografía: 7
Realización: 8
Producción: 8
Programa de mano: 8
Documentación a los medios: 8

BROKEBACK MOUNTAIN
Charles Wuorinen (1938)
Ópera en dos actos
Msica de Charles Wuorinen
Libreto de Annie Proulx, basado en su obra homónima
Estreno mundial
Encargo y nueva producción del Teatro Real
Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real
fotografías: Javier del Real

Equipo artístico
Titus Engel, Director musical
Ivo van Hove, Director de escena
Jan Versweyveld, Escenógrafo e iluminador
Wojciech Dziedzic, Figurinista
Tal Yarden, Vídeo
Jan Vandenhouwe, Dramaturgo
Andrés Máspero, Director del coro

Reparto
Daniel Okulitch, Ennis del Mar
Tom Randle, Jack Twist
Heather Buck, Alma (mujer de Ennis)
Hannah Esther Minutillo, Lureen (mujer de Jack)
Ethan Herschenfeld, Aguirre, Hog-Boy (padre de Lureen)
Celia Alcedo, Madre de Alma
Ryan MacPherson, Padre de Jack
Jane Henschel, Madre de Jack
Hilary Summers, Camarera
Letitia Singleton, Vendedora
Gaizka Gurruchaga*, Vaquero
Vasco Fracanzani*, Bill Jones
César San Martín, Un timonel

* Miembro del Coro Titular del Teatro Real

Duración aproximada
Actos I y II: 2 horas (sin pausa)

Fechas
28, 30 de enero
1, 3, 5, 7, 9, 11 de febrero de 2014
20.00 horas; domingos, 18.00 horas.

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