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Frente a las dos Floras de Arcimboldo

Frente a las dos Floras de Arcimboldo

Por José Catalán Deus
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jcdeustelefonicanet/6/6/17
domingo 02 de febrero de 2014, 01:00h

Este artista fue un pintor italiano del siglo XVI, conocido sobre todo por sus representaciones manieristas del rostro humano a partir de flores, frutas, plantas, animales u objetos, colocados de tal manera que el conjunto formaba un espectacular retrato humano. Flora y Flora meretrix son dos óleos sobre tabla, propiedad de dos discretos coleccionistas españoles que pocas veces han sido expuestos y nunca juntos. La Fundación Juan March inauguró el pasado viernes con ambos una exposición de las llamadas de pequeño formato. Y tan pequeño, porque sólo la forman estos dos cuadros. Una exposición con sólo dos cuadros? Así es, y merece la pena visitarla.

Especialísimos óleos y especialísimo su autor, Giuseppe Arcimboldo (1526-93), el pintor barroco famoso por sus teste composte retratos de personas formados a base de elementos del mundo natural y vegetal conjuntados de manera tal que forman rostros y torso de enorme realismo en los que los elementos dispares y sorprendentes que los conforman sólo se distinguen muy de cerca.

Flora y Flora meretrix fueron pintados en 1589 y hacia 1590, respectivamente. Se exponen en una pequeña sala en penumbra de muros negros. Los dos retratos juntos y cercanos reciben al visitante de frente imponiendo su belleza espectacular. En los muros laterales les acompañan un par de comentarios elogiosos de la época en que fueron terminados y expuestos por vez primera, y frente a los cuadros un monitor desmenuza los detalles de las piezas, la diminuta hormiga que se hospeda en un pezón, la nariz que es una hortaliza, los cabellos que son flores combinadas de forma mágica. Arcimboldo era un miniaturista experto y poseedor de un serio conocimiento científico de la flora y la fauna. El artista conforma ambas cabezas y bustos a base de flores, pequeños animales y otros elementos del mundo natural, elegidos con precisión y relacionados con el asunto a representar, pero nicamente reconocibles al contemplar de cerca las obras.

Cada una de las Floras de la exposición representa una de las dos tradiciones clásicas que arrancan del mito de Cloris, quien, preñada por Céfiro, dios del viento, se transformó en la ninfa Flora y trajo el color a una tierra hasta entonces monocroma. Una es la ninfa Flora, representación de la primavera y alegoría de la concordia y la fecundidad natural, virtuosa y casta. Y la otra es la Flora prostituta, mundana y sensual. La primera parece tímida y es bastante fea; la segunda, una belleza desafiante que muestra uno de sus pechos sin inmutarse.

Nos cuenta Falomir en el catálogo que Flora, el primero de ellos, fue celebrada desde el momento de su realización como una de las obras maestras de Arcimboldo y, junto a Vertumno, fue la que más contribuyó a propagar su talento. Fue presentada a Rodolfo II el día de Año Nuevo de 1590, fecha en que era tradición hacer regalos al soberano. La elección de Flora para agasajar a Rodolfo II se explica por la afición del emperador a la botánica y la jardinería, afición que Arcimboldo volvería a plasmar dos años después en otro cuadro que se le emparejaría, el ya citado Vertumno. Flora es un magnífico ejemplo de la maestría de Arcimboldo en la representación de la naturaleza, pero también de su enorme curiosidad, habida cuenta de la gran variedad de flora representada. La diversidad de flores reproducidas por Arcimboldo tenía consecuencias no sólo científicas, sino también artísticas, pues dio como resultado una paleta cromática extraordinariamente sutil y variada que, además, está en el origen mismo del mito de Flora. Ovidio narra (Fastos, V) la triste monocromía original de la Tierra, sólo animada por el color verde de las hojas y la hierba, hasta que Céfiro, dios del viento, dejó preñada a Cloris, que, al transformarse en Flora, trajo al mundo la multitud de colores de las flores.

Quién es o qué representa la otra Flora, la meretriz? Pese a su evidente similitud, pues ambas están construidas mediante el ensamblaje de las más variadas flores, existen diferencias entre ellas. La más obvia es que en esta segunda pintura la figura femenina muestra un seno descubierto, detalle que ha planteado a la crítica problemas para identificarla también con Flora, de ahí que Granberg la llamara cautamente Jeune dame y Zeri recurriera a un ambiguo Ritratto di donna. Recientemente, sin embargo, Berra la ha identificado con Flora meretrix, legendaria prostituta romana que, al morir, legó su fortuna para la celebración de unos festivales en Roma, los llamados Floralie, durante los que tenían lugar juegos sexualmente provocativos.

Además de cuestiones simbólicas, un elemento estrictamente estético avala la identificación con Flora meretrix. Estamos ante la nica obra de Arcimboldo que, además de las sensaciones habituales que trasmiten sus cabezas compuestas -sorpresa, paradoja o virtuosismo técnico-, rezuma sensualidad. El contraste con la otra Flora es evidente y no sólo por la exhibición del seno derecho. Los párpados se han aligerado dando como resultado unos ojos grandes que miran directamente al espectador, al tiempo que Arcimboldo ha logrado el milagro de dotar de sensualidad a los pétalos blancos que conforman la piel desnuda gracias a un colorido menos contrastado y unas formas más difuminadas.

La fantasía e ingenio de la obra de Arcimboldo, requerido por emperadores y halagado por sabios y poetas, fascinó a sus contemporáneos, pero -como señala Miguel Falomir en su ensayo- tras su muerte su obra cayó en un olvido del que no saldría hasta los años treinta del siglo pasado, cuando Alfred H. Barr Jr., el fundador y primer director del MoMA de Nueva York, lo reivindicara como precursor de surrealistas y dadaístas y lo emparejara con estos en la célebre exposición Fantastic Art, Dada, Surrealism (1936-37). A partir de entonces, historiadores y especialistas recuperaron el personalísimo estilo de Arcimboldo y lo consagraron como uno de los grandes artistas del siglo XVI. Hoy Arcimboldo está de moda y sus disparates ocurrentes gozan de enorme popularidad.

Explica Falomir cómo ha sido el que Arcimboldo haya pasado a la historia por unas creaciones muy específicas, tan singulares como indisociables de su nombre: las llamadas teste composte [cabezas compuestas], composiciones resultantes de la asociación de elementos dispares, elementos claramente identificables que se combinan para formar una cabeza y la parte superior de un busto. Aunque a menudo se han calificado estas cabezas compuestas de bizarrías fruto de la caprichosa y desbordante imaginación de su autor, su creación era un asunto complejo sujeto a ciertas normas. Arcimboldo nunca enlazó estos elementos de forma aleatoria. El origen de las teste composte ha preocupado a cuantos han estudiado a Arcimboldo. En lo que existe cierta sintonía es en reconocer el ascendente de Leonardo da Vinci en una doble vertiente: como creador de las teste grotesche e di carattere [cabezas grotescas y de caracteres] y por su aproximación científica a la naturaleza.

Con sus cabezas compuestas Arcimboldo no sólo encontró su propio e inusual camino en el competitivo mundo artístico de la segunda mitad del siglo XVI (como pittore raro lo definió su contemporáneo Morigi en 1592), sino que ideó un tipo de pintura tan fácilmente reconocible como indisociable de su nombre Y una pintura que, probablemente por su ingenio y escasa solemnidad, atrae al pblico contemporáneo como no siempre lo hace la de los grandes genios.

Además, ambos retratos están enmarcados de una manera tan original y bella, que los marcos terminan formando parte del atractivo de estos dos cuadros. Son diseño del historiador italiano Federico Zeri (1921-98), que utilizó la técnica clásica de las pietre dure, muy empleada en la época de Arcimboldo, cuyo rico colorido resalta y prolonga el de las pinturas. Son minerales y rocas engarzados en orden a contrastar sus ricos coloridos y sus variados aspectos en una sucesión hermosa y en un conjunto realmente deslumbrante.

El catálogo incluye además del citado ensayo de Miguel Falomir, Jefe del Departamento de Pintura Italiana y Francesa (hasta 1700) del Museo Nacional del Prado, algunas reproducciones de sus obras más conocidas (entre otras la Primavera que, de la serie dedicada a las cuatro estaciones, se exhibe en la colección permanente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando), y otro texto dedicado a los extraordinarios marcos de las pinturas, a cargo de Lynn Roberts y Paul Mitchell.

Continuando el modelo de las muestras dedicadas a Giandomenico Tiepolo, en 2012, y a los bodegones flamencos y holandeses del siglo XVII, en 2013, con pocas pero exquisitas obras y un montaje sumamente cuidado, las dos Floras de Arcimboldo hospedadas provisionalmente en esta Fundación, merecen su visita.

Aproximación a la exposición (del 1 al 10)
Interés: 7
Despliegue: 7
Comisariado: n/e
Catálogo: 8
Documentación a los medios: 8
Programa de mano: n/v

FUNDACIÓN JUAN MARCH
Giuseppe Arcimboldo. Dos pinturas de Flora
31 enero 2 marzo 2014
Entrada gratuita
Castelló 77, 28006 Madrid
Horario Lunes a sábado: 11:0020:00 h. Domingos y festivos: 10:0014:00 h.
Dos conferencias Giuseppe Arcimboldo: su vida, su obra, su tiempo, a cargo de Miguel Falomit, 25 y 27 febrero 2014.

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