El Museo Reina Sofía presenta Playgrounds. Reinventar la plaza, una nueva exposición de tesis que investiga el uso y abuso de los espacios pblicos para cuestionar y transformar la sociedad establecida, partiendo de las zonas acotadas para juegos infantiles (playgrounds en inglés). Con un despliegue multimedia y multidisciplinar que incluye pintura, escultura, instalaciones, vídeo, fotografía, artes gráficas, cine y documentos, muestra también al elemento ldico conviviendo con cuestiones de mayor calado al aplicar creatividad artística individual y colectiva a lo pblico. Y pretende narrar cómo los espacios pblicos han sido reclamados y usufructuados por medio de prácticas colectivas, desde los eternos carnavales a las manifestaciones indignadas del cambio de siglo, pasando por la oleada reciente de ocupaciones temporales de parques y plazas. Una propuesta voluminosa, interesante y entretenida; discutible y sugerente; el gran pblico podrá curiosear y pasarlo muy bien, y los supuestos expertos cuestionarse los lugares comunes que les asfixian.
El Reina prosigue reflexionando sobre el mundo actual y el arte en nuestros días. Una reflexión que está consiguiendo interesar a un pblico creciente, y representa uno de los grandes éxitos de la actual museística internacional, donde el arte contemporáneo -suponiendo que exista, porque haberlo, haylo-, está conquistando creciente atención de las masas viajeras y movibles, especialmente juveniles. Es ese panorama convulso y caótico que se abre en los años 60 y llega hasta hoy por la mañana. Un magma en el que le gente necesita y exige orientación, y esta debe prestarse con mucha modestia y apertura mental.
Si Playgrounds. Reinventar la plaza se denominara en nuestro idioma como Zona infantil. Reinventar la plaza, Espacio recreativo. Reinventar la plaza o rea de juegos. Reinventar la plaza, perdería morbo planetario y ganaría en claridad castiza. Tampoco lo explicaría todo, porque uno de sus atractivos es aportar una variopinta imaginería sobre aquellos movimientos sociales y formas de experimentación artística y política de vocación vanguardista de finales de los años sesenta y setenta con Mayo del 68, cómo no- hasta llegar a la onda de movimientos globales de 2011. Y porque otea y sobrevuela asuntos muy variados, incluida la transformación del tiempo libre y liberado en mero tiempo de consumo programado y los movimientos indignados de 2011 en un totum revolutum de urbanismo y trasgresión, de consignas y toboganes, que hay que aceptar como aleatorio sin darle más vueltas.
Supone una vasta inmersión de un par de horas de duración a través de tres centenares de variadas piezas, en la que dominan las baterías fotográficas, las proyecciones audiovisuales y un buen despliegue de instalaciones curiosas, con nombres famosos desde Francisco de Goya a Henri Cartier-Bresson, y sorpresas menos famosas pero muy efectivas. Se puede estar de acuerdo con las propuestas de sus organizadores -la obra de arte contribuye a la redefinición del espacio pblico, reinventando la plaza como el lugar de la revuelta del homo ludens- o considerarlo pura elucubración sin consecuencias. Se puede suscribir las tesis de que en parques infantiles y plazas, el espacio pblico sirve para tomar el pulso a la sociedad, o que el juego sobrevive como nico vestigio que la lógica capitalista no ha conseguido invalidar, o no suscribirlas, pero eso forma parte también del juego que esta exposición supone, del playground que la muestra despliega en sus salas, del entretenimiento intelectual y físico que la visita proporciona, en competencia ajustada con otras propuestas de ocio.
Con dos grabados de Goya y una preciosa pintura de Maruja Mallo, la exposición arranca con unas salas dedicadas a la Actualidad del carnaval, con su resurgir desde los años 90 vinculado a actos de denuncia, y su reiteración actual en todo tipo de manifestaciones reivindicativas: lo que ayer hubiera sido condenado como herejía, hoy incluso es motivo de asistencia y difusión.
Contina con Derecho a la pereza, un especial recuerdo a Paul Lafargue, autor muy popular en España en la primera mitad del siglo, en su ensayo El derecho a la pereza (1880). Una incursión colateral en el debate abierto ya hace décadas que cuestiona al trabajo lié, -obligatorio, aburrido y alienante- como eje y centro de la vida cotidiana. En un momento en el que se prima la eficacia y el estar permanente activo, no es arbitrario defender el descanso, la experiencia ldica de la vida y la improductividad del juego. El recorrido por diversas zonas de ocio antiguos y modernas en diversos continentes es fascinante. Destacan las imágenes del Comney Island neoyorquino en los años 30 y se echan muy de menos las del Parque Sindical de Madrid de los años 60. Es el ocio colectivo para las masas, las piscinas pblicas, los parques de atracciones o los establecimientos vacacionales al borde del mar.
A través de las obras de la sección En los desechos del mundo, un nuevo mundo, se hace hincapié en cómo la calle, los solares vacíos y los terrenos baldíos han ejercido históricamente un atractivo especial como terreno de juego para los niños que escapa a la mirada e interferencias de los adultos. Son esos solares de nuestra infancia. En 1943 y en Copenhague se construyó el primero parque infantil destinado a reglamentar los espacios espontáneos. Tras la Segunda Guerra Mundial, el concepto se difundió pronto a otros países. Hoy las repetitivas zonas infantiles de juego tienen más aspecto de jaulas que de islotes de fantasía. Es un asunto que la exposición margina es su excesiva militancia progresista. En su lugar ofrece presencia notable del neorrealismo italiano, con fragmentos de películas de Pier Paolo Pasolini y Roberto Rosellini.
En La ciudad, tablero de juego, a través de proyectos de artistas como Alberto Giacometti e Isamu Noguchi y de referencias a la literatura surrealista, se plantea la idea de ciudad como un laberinto que conduce de manera inmediata a su consideración como espacio de juego. La sección Modelo playground hace referencia a un recinto tipificado, separado de la calle y destinado integralmente al juego, que constituye un engendro moderno que ha poblado el mundo de paisajes, obras y artefactos donde domesticar la radical alteridad del juego, siempre resistente a encasillamientos. En un proceso inédito en la historia del urbanismo, Aldo van Eyck construyó en msterdam 734 parques infantiles entre 1947 y 1978. Así llegamos al grupo Cobra (1947-1951), donde destacó la figura de Constant, cofundador de la Internacional Situacionista (IS) en 1957, que esbozó junto con Guy Debord una teoría de urbanismo unitario y laberíntico para una sociedad creativa.
El progreso occidental abocó en la sociedad del espectáculo, al tiempo que la acumulación de imágenes se revelaba como medida infalible para saciar todo deseo. Durante esta fase del capitalismo avanzado, la penetración del consumo en todos los órdenes de la vida propició la recuperación de nuestra condición de homo ludens, que había sido descrita por primera vez por Johan Huizinga en 1938. Dentro de este contexto, la sección La revuelta del homo ludens se concentra en las experiencias del influyente movimiento de la Internacional Situacionista y en las provocadoras acciones del movimiento holandés Provo, que defendían vivir una vida más intensa y liberar la existencia de la rutina que imprime el trabajo. Este despertar de la conciencia del presente y de una actitud participativa tuvo su momento álgido en el revolucionario Mayo del 68.
Las secciones Asalto al museo y Juegos de espacios conducen finalmente a Reinventar la plaza dedicada a la onda global de protestas de 2011, incluyendo la de los Indignados de la Puerta del Sol de Madrid), junto a Tahrir (El Cairo, Egipto), Syntagma (Atenas, Grecia), Wall Street (Nueva York, Estados Unidos), y Taksim (Estambul, Turquía). También aquí podría haberse incorporado una reflexión más dialéctica que el simple ditirambo visual, pues el consumismo manifestonto, el entretenimiento protestón y la rutina indignada merecerían algo de ironía.
Recorrido irregular, discurso zizagueante, premisas escoradas y cierto conservadurismo progresista no ocultan la originalidad de la propuesta y su densidad intelectual y atractivo artístico.
Aproximación a la exposición (del 1 al 10)
Interés: 7
Despliegue: 7
Comisariado: 7
Catálogo: 7
Documentación a los medios: 7
Programa de mano: 7
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
Playgrounds. Reinventar la plaza
30 de abril 22 de septiembre de 2014
Comisarios: Manuel Borja-Villel, Teresa Velázquez y Tamara Díaz
Comité científico: Lars Bang Larsen, Beatriz Colomina, Marcelo Expósito, João Fernandes y Rodrigo Pérez de Arce
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