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Antes de que pasen cinco años
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Antes de que pasen cinco años

Por José Catalán Deus
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jcdeustelefonicanet/6/6/17
domingo 03 de abril de 2016, 01:00h

En el teatro de Lorca esta pieza representa un callejón sin salida, una incursión fallida, pero la atracción siempre creciente que motiva su autor justifica la exploración de los recovecos de su obra. Una trama no por onírica menos balbuceante, salpicada de lirismos esplendorosos, sirve de disculpa -como los malos libretos a tanta gran ópera- para una producción extraordinaria, de belleza raramente conseguida en un escenario, en la que todos sus elementos conspiran al unísono para lograr un espectáculo inspirado, deslumbrante como un castillo de fuegos artificiales que al terminar dejan el cielo an más oscuro.

Lorca escribió Así que pasen cinco años a la vuelta de América, y en su teatro equivale a Poeta en Nueva York en su poesía, un impulso vehemente por contactar con lo más rompedor del momento, con las vanguardias que machacaban implacables el realismo, el naturalismo, en todas las artes. Es un sueño caótico más allá de toda lógica, es expresionismo literario, es August Strindberg, es el mundo emergente de lo irracional y lo inconsciente que comenzaba a abrirse paso en los escenarios heterodoxos; es surrealismo con aportes de auto sacramental calderoniano y commedia dellarte italiana. Como muy bien notaba René Marqués ya en 1955, en el programa de mano de la producción del Teatro Universitario de Puerto Rico en 1955, es una modalidad mediterránea del expresionismo teatral europeo. Más napolitana que andaluza.

El joven protagonista debe esperar cinco años a que su amada vuelva de un largo viaje para poder casarse con ella y cumplir su anhelo. Mientras rechaza el rendido enamoramiento de su mecanógrafa. Cuando se cumple el plazo, la novia rompe el compromiso y se larga con otro. Él entonces intenta rehacerse con esta otra, pero ya es tarde. En la timba de la vida juega una ltima partida en pos del as de corazones y pierde. Entonces, muere.

El mismo argumento se cuenta de muy diferentes maneras y son numerosas las interpretaciones a cuál más rocambolesca. Efectivamente, es una obra que refleja el inexorable paso del tiempo, el hecho de que casi nunca hay segundas oportunidades en nuestra siempre corta vida, pero también está presente esa obsesión lorquiana por los amores desgraciados, atisbos de Pirandello en esa personalidad mltiple (el joven, el niño muerto, los dos amigos y el viejo son proyecciones del protagonista) e intuiciones del teatro del absurdo en esa imposibilidad de comunicarnos, en esa angustia existencial luego tan extendida, aquí ya pergeñada.

Ricardo Iniesta es el alma de este montaje; no sólo por encargarse de la dirección, de la dramaturgia y del espacio escénico, sino por haber desarrollado su ya larga carrera teatral bajo el influjo de esta pieza, que ya puso en escena en 1986, que volvió a montarla en 1994, que en ambos casos la escenificó en largas giras de un par de años de duración, y que ahora repite. Podría muy bien decirse que a la tercera va la vencida y su gran asignatura profesional siempre pendiente ha quedado saldada con sobresaliente.

Su visión consigue dotar al débil y fallido texto de Lorca de una fuerza expresiva, de un empaque estético, realmente destacables. Una escenografía muy escueta en base a un par de escaleras que se entrecruzan y bifurcan antes de perderse en el cielo se convierte en una sucesión de sorpresas gracias a una iluminación fabulosa, un cuidado movimiento escénico y una original banda sonora que consiguen una permanente mutación en la quietud e inacción de la pieza en su origen. El CDN en su generoso programa de mano del estreno presta especial atención al vestuario de Carmen de Giles, y sin duda lo merece, con un complemento estilista que está a su altura.

A la solidez de esta coproducción de altura internacional, se suma un reparto en el que sus nueve componentes ofrecen un muestrario de personajes secundarios de gran impacto, desde la aparición primeriza de la pareja fantasmal que forman el niño y el gato muertos a la pesadilla final de los jugadores de cartas. Querríamos destacar a Jerónimo Arenal como padre de la novia y a Ral Vera como ese deportista musculoso que impide rehacer sus pasos al protagonista. Otros habrán quedado más prendados de la máscara italiana que hace Carmen Gallardo o del maniquí de Silvia Garzón.

Ral Sirio acierta en el distanciamiento y la discreción con que encarna a un protagonista que no pertenece al mundo de los vivos y tampoco al de los muertos. Las dos mujeres de su vida, Elena Amada como la novia y María Sanz como la secretaria, se nos mezclaron y confundieron en la segunda mitad de la pieza. No terminamos de comprender al viejo que representa Manuel Asensio.

Citemos de nuevo ese programa de mano puertorriqueño de 1955: Desde El Maleficio de la Mariposa (1919) hasta La Casa de Bernarda Alba (1936), desarrolla Federico García Lorca su dramaturgia en una bsqueda casi angustiosa de la verdadera esencia dramática. El teatro presentó sin duda al poeta problemas de disciplina, mesura y discreción que habrían de ser retos angustiosos a su exuberancia lírica. Como en el teatro de otros poetas contemporáneos, algunas piezas de García Lorca tienden a compensar la inseguridad de la técnica dramática con énfasis extremo en la nota lírica. Aun sus grandes tragedias de la ltima época, Bodas de Sangre y Yerma, señalan jalones en la lucha del poeta hasta su plena realización como dramaturgo. Realización que culmina con La Casa de Bernarda Alba, tragedia auténtica, hueso dramático modo y nervio vivo, donde la técnica del dramaturgo ha vencido ya legítimamente el lirismo del poeta para ponerlo al buen servicio del teatro.

El estreno del pasado viernes de Así que pasen cinco años en el Valle Inclán de la plaza de Lavapiés (con un retraso excesivo sobre el horario previsto), tuvo la consabida entusiasta acogida del pblico invitado. Van a ser casi cuarenta funciones y en cualquiera de ellas va a poderse contemplar un montaje excepcional de una obra curiosa. El Lorca etéreo frente al Lorca terráqueo. El Lorca de lirismo desatado y ensoñación esteticista que nada podía entrever de su trágico destino, sí, justamente así que pasen cinco años.

Aproximación al espectáculo (del 1 al 10)
Interés, 9
Texto, 7
Dirección, 8
Escenografía, 8
Interpretación, 8
Iluminación, 9
Producción, 9
Documentación para los medios, 5
Programa de mano, 9

CENTRO DRAMTICO NACIONAL
Teatro Valle-Inclán
Así que pasen cinco años, de Feferico García Lorca
Del 1 de abril al 15 de mayo de 2016

Ricardo Iniesta (Dirección, dramaturgia y espacio escénico)

Reparto (por orden alfabético)
Elena Amada Aliaga Novia / Niño muerto / Otras máscaras
Jerónimo Arenal Criado / Padre de la novia / Arlequín
Manuel Asensio Viejo / Otras máscaras / Jugador de cartas
Carmen Gallardo Criada
Silvia Garzón Maniquí / Muchacha
José ngel Moreno Amigo / Arlequín / Jugador de cartas
María Sanz Mecanógrafa / Gata muerta / Otras máscaras
Ral Sirio Iniesta Joven
Ral Vera Amigo/Jugador de rugby / Payaso / Jugador de cartas

Equipo Artístico
Escenografía Ricardo Iniesta
Vestuario Carmen de Giles
Iluminación Miguel ngel Camacho
Msica Luis Navarro
Coreografía Juana Casado
Dirección y seguimiento coral Esperanza Abad y Marga Reyes
Maquillaje, peluquería y estilismo Manolo Cortés
Ayudante de dirección Sario Téllez
Coproducción Centro Dramático Nacional y Atalaya-TNT

Duración: 1 hora y 20 minutos (aprox.)
Horario: de martes a sábado 20:30 horas y domingo 19:30 horas
-La máscara de Pierrot en el teatro lorquiano (Los lunes con voz), 4 de abril, a las 20:00 horas. Entrada libre hasta completar aforo
-Encuentro con el pblico el 28 de abril al finalizar la función.

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