El Museo Reina Sofía presenta al cubano Wifredo Lam, quien a su muerte en París en 1982 dejó una poderosa obra que había bebido de todas las vanguardias conservando siempre la originalidad de su procedencia, trayectoria y destino, hijo de inmigrante chino y madre mulata -síntesis de sangre esclava africana y colonial castellana-, viajero de sucesivos exilios que se convirtió en un refinado intelectual europeo sin olvidar las selvas soñadas y el sincretismo de la negritud doliente. Una retrospectiva completa y profunda, una narración plena de coherencia acerca de la vida y la obra del singular artista.
Ciertamente, Lam ocupa un lugar en el arte del siglo XX como ejemplo de la circulación plural de formas e ideas en el contexto de las vanguardias, y de los intercambios entre distintos movimientos culturales, mucho antes de que la cuestión de la globalización se comenzara a plantear en los años 90. Se codeó con todas las
vanguardias del momento, afrontando también los problemas del mundo, y fue iniciador de una pintura que integraba el modernismo occidental con símbolos africanos o caribeños.
A través de un recorrido cronológico agrupado en cinco espacios, se exhiben cerca de doscientas cincuenta de sus obras entre pinturas, dibujos, grabados y cerámicas, junto a un testimonio vital completo en base a interesantes documentos y fotografías. La exposición ha tenido mucho éxito en el Centro Pompidou de París, y en su singladura madrileña antes de llegar a Londres, se ha potenciado la atención a su etapa española, testimonio del aprendizaje y vida del artista en los quince años que vivió aquí (desde 1923 hasta 1938), con obras poco conocidas de esos años que van a sorprender al visitante, tanto o más que sus más destacadas creaciones como Les Noces, (La boda, 1947) procedente de la Neuenationalgalerie de Berlín; La Rumeur de la terre, (El rumor de la tierra, 1950) que llega desde el Guggenheim de Nueva York o Les Abaloches dansent pour Dhambala, dieu de lunité, (Los abalochas bailan para Dhambala, dios de la unidad, 1970) prestado por una colección particular.
El Reina Sofía ya dedicó una exposición a la obra pictórica de Wifredo Lam en 1992. La retrospectiva actual pretende resituar su obra dentro de una historia del arte internacional de la que Lam es un actor esencial, y aunque traza la trayectoria pictórica del artista, también se extiende sobre su obra gráfica en particular sus series de grabados de los años sesenta y setenta, sus colaboraciones con los más destacados escritores, pensadores y artistas de su tiempo, así como su particular exploración en el campo de la cerámica.
Wifredo Lam tomó conciencia desde muy joven de la cuestión racial y de sus implicaciones sociales y políticas, un malestar recurrente y difuso que no tardará en identificar directamente con la condición colonial, pero sus lecturas y convicciones marxistas forjadas en la lucha española y el antifascismo europeo, concentran su atención en las relaciones de clase y de dominación, más que en los pensamientos raciales. Sin embargo, adscrito a los ismos dominantes en la intelectualidad de entonces (y de ahora), siempre mantuvo una postura distante e inventó un lenguaje propio, nico y original para defender una dignidad y una libertad que van más allá de razas y creencias.
Recorrido de la exposición
-España (1923-1938).- En los años 20, Wifredo Lam se libera progresivamente de la práctica académica que le ha sido enseñada en La Habana y luego en la Academia de Bellas Artes de Madrid, donde estudió a partir de 1923. Sus obras, al principio clásicas, están impregnadas de su mirada sobre los grandes maestros expuestos en el Museo del Prado, así como de los pintores españoles contemporáneos, académicos o más innovadores. Las obras de Gris, Miró y Picasso, que Wifredo descubre en la exposición Pinturas y esculturas de españoles residentes en París en marzo de 1929, además de la influencia de Gauguin, los expresionistas alemanes y Matisse, le ayudaron a simplificar las formas y a alejarse paulatinamente del arte académico característico de sus primeros años.
Sensible a las desigualdades económicas y sociales que le recuerdan las de su país de origen, se detiene en las figuras de campesinos españoles y, en 1932, después de la muerte de su mujer y su hijo víctimas de la tuberculosis, se compromete a favor de las fuerzas republicanas. Sus obras españolas constituyen un potente testimonio de esos años de aprendizaje, de precariedad y de lucha que concluye en 1938 cuando parte precipitadamente a París a raíz de la victoria franquista. Todo un acierto la presentación de su etapa española.
-París, Marsella (1938-1941).- A su llegada a París, Lam queda impresionado por la influencia de la estatuaria africana sobre el arte europeo, reivindicada por las vanguardias con las que se codea. La aportación del arte romano, del Egipto antiguo y de las Cícladas se conjuga en él con el impacto del cubismo tardío. En muchas figuras ejecutadas en el momento crucial de 1937-1938, al final de su estancia en España y los primeros meses en París, sustituye los rostros por máscaras (óvalos vacíos y monocromos o rasgos reducidos a unas pocas líneas geométricas) que remiten a la negación de la psicología y a las formas de dramatización expresionista más que a las artes de frica, que descubrirá en la capital francesa en el taller de Picasso que muy pronto se convertirá en su amigo y apoyo, y en el Musée de lHomme, inaugurado en 1938.
Cuando conoce a André Breton y a Benjamin Péret, a finales de 1939, la gran época del surrealismo ha pasado, el movimiento se ha agotado por las polémicas y las escisiones, y busca un segundo aliento, que encontrará en las Américas (México, Antillas, Nueva York) y en las artes de Oceanía. La entrada de las tropas alemanas en París y el éxodo del grupo a Marsella favorecen los vínculos de amistad entre ellos. Sus dibujos a tinta china toman prestados al mundo humano, animal y vegetal diversos elementos recompuestos en figuras híbridas que anuncian las obras del regreso a Cuba.
-Cuba y América (1941-1952).- Después de haber pasado dos exilios y dieciocho años en Europa, Lam desembarca en la Martinica. Allí encuentra a Aimé Césaire, poeta de la negritud. Su regreso a Cuba produce una obra poblada de figuras sincréticas que unen lo vegetal, lo animal y lo humano, ecos potentes de los mundos espirituales propios de las culturas caribeñas, de la estética y las complejas historias de la cultura afrocubana. Pero Cuba se le queda pequeña y volverá a Europa.
-París, Caracas, La Habana, Albissola, Zurich (1952-1967).- En 1952 pone fin a la estancia cubana y se instala de nuevo en París. Las exposiciones internacionales se multiplican, sobre todo al lado de los artistas CoBrA. La espontaneidad colectiva y el interés del grupo por el arte popular, lo llevan a confrontarse a nuevos materiales, como la terracota, y a experimentar formas nuevas. Para la serie Malezas, de 1958, hace suyo el dinamismo de la abstracción gestual americana, recuerdo depurado de las composiciones de vegetación exuberante de los años 40.
-París y Albissola (1962-1982).- Invitado por Asger Jorn, Lam descubre la luz italiana de Albissola en 1954, y en 1962 se instala en ese importante centro de cerámica donde residirá regularmente hasta el fin de su vida. Seducido por la liberación espontánea que procura el trabajo de la terracota y por la intervención del azar en el proceso de creación segn la duración, o la intensidad de cocción, las reacciones de colores, sus mutaciones, produce cerca de trescientas cerámicas durante el año 1975, cuyos símbolos remiten a sus pinturas y dibujos. Esos años están también marcados por nuevos viajes (Egipto, India, Tailandia, México) y un reconocimiento institucional creciente. Apoyará al régimen castrista, y en 1967 organiza, ayudado por Carlos Franqui, el Salón de Mayo, trasladado de París a La Habana, para el que realiza el fresco Cuba Colectiva en el que participan numerosos artistas cubanos y extranjeros.Seguirá siendo un trabajador infatigable hasta su fallecimiento.
Lam fue un artista curtido en variadas inmersiones culturales que influenciaron sucesivamente su trabajo dándole una riqueza notable y elevándolo sobre simplificaciones culturalistas que han tendido siempre a encasillarlo. Su obra compleja se articula entre diversos espacios geográficos y culturales sin perder el rumbo, y es lo que da a este artista una particular originalidad que una retrospectiva tan completa y bien trazada como esta realza en su debido valor.
Aproximación a la exposición (del 1 al 10)
Interés: 8
Despliegue: 8
Comisariado: 8
Catálogo: 8
Folleto explicativo: 8
Documentación a los medios: 8
Museo Reina Sofía
Wifredo Lam
Del 5 de abril al 15 de agosto de 2016
Organización: Centre Pompidou, Musée national dart moderne, París, en colaboración con el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid y la Tate Modern, Londres
Comisarios: Catherine David y Manuel Borja-Villel
Coordinación: Belén Díaz de Rábago y Carolina Bustamante
Patrocinio: Albertis
Edificio Sabatini. Primera planta
Itinerario: Centre Pompidou, Musée national dart moderne, París (30 septiembre 2015 15 febrero 2016)
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid (5 abril 15 agosto 2016)
Tate Modern, Londres (14 septiembre 2016 8 enero 2017).