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El emperador de la Atlántida, heil Hitler
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El emperador de la Atlántida, heil Hitler

Por José Catalán Deus
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jcdeustelefonicanet/6/6/17
miércoles 15 de junio de 2016, 01:00h

Una opereta cabaretera creada para conjurar la muerte en el campo de concentración nazi de Terezín en 1944. Recuperada en 1975, recompuesta y orquestada ahora por Pedro Halffter en una producción conjunta de tres teatros españoles. Con partitura interesante de Viktor Ullmann sobre un libreto estrambótico y con una puesta en escena bastante discutible. Un espectáculo coyuntural que vaya usted a saber a qué parámetros corresponde.

Viktor Ullmann (Cieszyn, 1898 Auschwitz, 18 de octubre de 1944), hijo de judíos conversos, fue encerrado por los nazis en el campo de concentración checoslovaco de Terezín (Theresienstadt), un lugar privilegiado para la élite judía, del que sería junto a muchos otros deportado en 1944 para morir en la cámara de gas de Auschwitz. Discípulo de Arnold Schnberg, con una carrera musical muy prometedora, su vida fue truncada y su obra destruida con el ascenso del nacional-socialismo. Con el tiempo se ha ido convirtiendo en un símbolo, una especie de Federico García Lorca del Holocausto, con todos los problemas que tales beatificaciones laicas -a menudo incluso más discutibles que las religiosas- representan.

El emperador de la Atlántida o la abdicación de la muerte nació probablemente como un encargo de la dirección del campo dentro de su campaña de propaganda para ocultar sus terribles designios finales contra la población judía. Y queriendo ser festiva e intrascendente, no pudo sustraerse del todo del contexto. Un emperador decreta la guerra total hasta la exterminación completa de la humanidad, y aspirando con ello a usurpar el papel de la Muerte, suscita en ella como venganza el que rompa su guadaña y anule el que los humanos puedan fallecer. El orden natural se trastoca y el emperador reconoce su error. La Muerte le exige para retornar que sea él su primera víctima. Y la obra termina con un coro final que proclama: No usarás el nombre de la Muerte en vano, ni ahora ni nunca. Considerar que es una metáfora dirigida contra Hitler es mucho considerar. Los que lo hacen olvidan -o desconocen- que Ullmann era un intelectual esotérico, seguidor de la antroposofía de Rudolf Steiner, y más preocupado por los grandes interrogantes espirituales que por las contingencias terrenales.

El compositor y director de orquesta español Pedro Halfter, actual director artístico del Teatro de la Maestranza, y director titular de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla y de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria, y heredero de una potente saga musical (hijo de Cristóbal Halffter y sobrino de Rodolfo Halffter y Ernesto Halffter) se ha empeñado en revitalizar la pieza escribiendo una revisión ampliada para gran orquesta y precediéndola de otras tres piezas de Ullmann a las que aporta también su propia orquestación en dos casos. Y realizando con todo ello un panfleto descomunal a mayor glorificación del holocausto judío, un montaje que manipula la opereta original para convertirla en lo que no fue, establece una politización desconsiderada y convierte en propaganda descarada lo que debiera ser manifestación artística. No se nos ocurre comparación más a cuento que aludir a lo que está ocurriendo simultáneammente en el Teatro de la Zarzuela con el montaje Cómo está Madriz! (ver nuesta reseña). Nos da lo mismo la causa por noble que sea, ya se trate del antinazismo o del antifranquismo, la demagogia apesta.

Digamos en primer lugar que el ensamblaje es respetable, puede aceptarse, pero no nos parece que aporte más valor añadido que elevar artificialmente una opereta de mediana duración a la dimensión de ópera mayscula por el camino más fácil, el de prolongarla artficialmente hasta casi dos horas. El largo prólogo añadido comienza con El canto de amor y muerte del corneta Christoph Rilke, partitura de Viktor Ullmann sobre un texto de Rainer Maria Rilke oscuro y plmbeo, traído aquí por los pelos. El texto es declamado por la actriz Blanca Portillo, un guiño para atraer espectadores que nos defraudó y resultó casi ininteligible. Contina con el esteno de Adagio in memoriam Ana Frank, basado en una sonata de Ullmann y orquestado por Halffter, hermosa pieza pero injustificable injerto, y termina con una breve composición a modo de inventada opertura de la opereta, basada también en una sonata de Ullmann orquestada por Halffter.

Tras tan proceloso e inconsistente prólogo, llegamos a El emperador de la Atlántida propiamente dicho. Un notable trabajo teniendo en cuenta las circunstancias en que fue creado, pero de escaso interés actual. La msica centroeuropea de raíz germana del período de entreguerras ya ha dado de sí todo lo que tenía que dar en sus vertientes rupturistas, degeneradas. Profundamente irregular, a ratos comedieta musical y revista de variedades, abundante en recitativos descoyuntados, va trocando su eclecticismo musical por un ahondamiento compositivo, por un trasfondo de trascendencia, que se despliega en un final impresionante -las intervenciones de la Muerte y el Emperador y el epílogo a cuatro voces- que a punto está de salvar la pieza si hubiera sido tratada escenográficamente con mayor enjundia.

La dirección artística es uno de los mayores problemas de esta producción. No se trata de negar a Gustavo Tambascio cualidades, de no reconocer que está a la ltima en el despliegue de elementos -el vídeográfico especialmente- y que aprovecha las inmensas posibilidades del Teatro Real planteando una escenografía de carpintería creativa y exigente. Pero el enfoque general extrema el surrealismo de fábula infantil, los recursos técnicos no contribuyen a hacer más inteligible la trama, y el figurinista se lanza por un surrealismo tan exagerado que resulta un tanto contraproducente para conectar con el fondo argumental. Una atmósfera histriónica y vodevilesca que agudiza una coreografía -pésima a nuestro gusto- en la que dos bailarinas evolucionan sin significado y en demasía.

Antes de posponerlo como tantas veces nos ha ocurrido, mencionemos un aspecto que clama, las traducciones del alemán que nos ofrece el Teatro Real. Desde hace más de una década, desde los subtítulos con que presenciamos el Der Rosenkavalier de Richard Strauss a finales del pasado siglo, sentimos la misma incomodidad de traducciones poco precisas y muy deficientes, que se quedan en la epidermis textual y violentan el significado conceptual. En el caso de este El emperador de la Atlántida, volvemos a dudar si los alemanes tienen una dificultad intrínseca para expresarse con precisión o si los traductores se quedan en el ojeo del diccionario.

Pedro Halffter, el inspirador de este proyecto, brilló como director musical al frente de la orquesta, que estuvo magnífica en los muchos matices de la partitura, y perfectamente sincronizada con la escena y los cantantes. Fueron las voces lo más destacado del espectáculo, todas ellas verdaderamente convincentes, destacando sin duda Alejandro Marco-Buhrmester a cargo del emperador y Torben Jrgens como la Muerte, pero en el caso del romance entre el soldado, con Albert Casals en el papel, y la chica Bubikopf, a cargo de Sonia de Munck, con un plus de cercanía y humanidad que nos pareció destacable. Bien asímismo la mezzo Ana Ibarra en ese extraño papel de tamborilero mayor del imperio.

No resulta esta propuesta especialmente amena ni gratificante, pero ya aprendimos del finado Mortier que a la ópera se va a sufrir y no a gozar tontamente. Programada tras el Moisés y Aarón de Schmberg plantea una insistencia remarcable en el dodecafonismo y el judaísmo que no sabemos si es casual o debida a compromisos de altura. En la velada del martes, la tercera de las cinco programadas, era notoria la presencia de pblico nuevo y variopinto, y la ausencia de una parte de los abonados de fuste. Los aplausos fueron largos, más intensos con Blanca Portillo, mientras una parte minoritaria del pblico abandonaba a toda prisa el coso. Destacaron unos abucheos aislados pero sonoros a la salida a saludar de Halffter. En nuestra humilde opinión, un esfuerzo español desusado por una causa un tanto ajena, la conversión de Viktor Ullmann en símbolo, otro que añadir al parnaso simbolista de nuestra época.

VALORACIÓN DEL ESPECTCULO (del 1 al 10)
Interés: 6
Dirección musical: 7
Dirección artística: 6
Orquesta: 7
Voces: 7
Escenografía: 6
Producción: 7
Programa de mano: 8
Documentación a los medios: 8

El emperador de la Atlántida o la abdicación de la muerte
Viktor Ullmann (1898 1944)
Ópera en un acto
Libreto de Peter Kien
Funciones, 10, 12, 14, 16, 18 de junio de 2016

PRÓLOGO

El canto de amor y muerte del corneta Christoph Rilke, para narrador y orquesta (1944)
Msica de Viktor Ullmann
Texto de Rainer Maria Rilke
Versión española de Jess Munárriz
Reconstrucción de Henning Brauel
Narración de Blanca Portillo
Estreno en España

Adagio in memoriam Ana Frank
Basado en movimientos de la Sonata para piano nm. 7 de Viktor Ullmann (1944 / 2015)
Msica de Viktor Ullmann y Pedro Halffter
Orquestación de Pedro Halffter
Estreno absoluto

Pequeña obertura para El emperador de la Atlántida
Basada en movimientos de la Sonata para piano nm. 7 de Viktor Ullmann (1944 / 2015)
Msica de Viktor Ullmann y Pedro Halffter
Orquestación de Pedro Halffter
Estreno absoluto

EL EMPERADOR DE LA ATLNTIDA, OP. 49
Msica de Viktor Ullmann
Revisión y orquestación de Pedro Halffter (1943/2015)
Libreto de Peter Kien
Reconstrucción de Henning Brauel
Estreno absoluto de la revisión ampliada para gran orquesta por Pedro Halffter (2015)

Equipo artístico
Director musical Pedro Halffter
Director de escena Gustavo Tambascio
Escenógrafo Ricardo Sánchez Cuerda
Figurinista Jess Ruiz
Iluminador Felipe Ramos
Coreógrafa y asistente
del director de escena Nuria Castejón

Asistente del director musical Santiago Serrate
Asistente del escenógrafo Juan José González Ferrero
Asistente del figurinista Isabel Cámara
Supervisora de dicción alemana Rochsane Taghikhani
Vídeo Tom Skipp, Sebastián Alfie

Reparto
El emperador Overall Alejandro Marco-Buhrmester
El altoparlante Martin Winkler
La Muerte Torben Jrgens
Arlequín Roger Padullés
Un soldado Albert Casals
Bubikopf Sonia de Munck
El tambor mayor Ana Ibarra

Prólogo
Narradora Blanca Portillo

Actores
Helena Dueñas, Javier Ibarz, Rodrigo Poisón, Lander Otaola, Elena González, Ainara Arístegui, Resu Morales, David Tenreiro, Fernando Ustarroz

Bailarinas
Cristina Arias, Carmen Angulo

Orquesta Titular del Teatro Real
Estrenada en el Theater Bellevue de msterdam el 16 de diciembre de 1975, segn la versión de Kerry Woodward
Estreno absoluto de la revisión ampliada para gran orquesta por Pedro Halffter (2015)
Nueva coproducción del Teatro Real, el Teatro de la Maestranza de Sevilla y Palau de les Arts Reina Sofía de Valencia
Duración Aproximada: 1 hora y 30 minutos, sin interrupción
Prólogo: 35 minutos, Ópera: 55 minutos
20:00 horas; domingos, 18:00 horas.

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