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Un témpano en Ushuaia
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Un témpano en Ushuaia

Por José Catalán Deus
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jcdeustelefonicanet/6/6/17
sábado 18 de marzo de 2017, 01:00h

La enésima historia de nazi refugiado en Argentina, con una variante argumental tan delirante que empeora incluso la propuesta, a la que un director de notable recorrido no puede dar vuelo, y en la que todo se fía al atractivo de un nombre, José Coronado, que deja un borrón en su trayectoria. Ushuaia nada aporta.

Por algo no quisimos ver La piedra oscura, Premio Max al Mejor Autor Teatral 2016: nos temíamos lo que esta Ushuaia viene a mostrar: Alberto Conejero es todavía un inmaduro autor teatral aunque mimado por la fortuna, con demasiadas citas literarias en la cabeza y poca experiencia vital para contar historias creíbles. Este texto tiene también otro premio que sumar a su nutrida colección, ocho galardones ni más ni menos, cuya justicia no discutimos pero que tampoco deben influirnos para juzgar el trabajo concreto que estamos reseñando.

Nos dice el autor que Ushuaia es fundamentalmente una exploración sobre la persistencia dela culpa y la potencia redentora del amor, lo cual queda bonito pero es un topicazo que no aporta nada. Un anciano vive escondido en la que presume de ser la ciudad más recóndita del planeta y da título a la pieza, ocultando su pasado entre remordimientos y apariciones de un joven oficial nazi que parece él mismo y una prisionera judía de la que se enamora. Aquejado de una progresiva ceguera, contrata a una asistenta para que le ayude, y la asistenta resultará otra cosa, igual que quien parecía llamarse Mattaus, resultará otro.

Teatro narrado, literario en su peor acepción, esa escena inmutable cien minutos en la que los personajes cuentan sin moverse del sitio lo que debiera ocurrir en escena. Si la historia además tiene visos trillados y recurrentes, el tedio aparece pronto, tal y como es el caso en esta pieza. Una introducción incomprensible con repetición absurda de cita bíblica entre remedos de abluciones en un barreño, da paso a la llegada de una extraña que turbará la soledad del prófugo. Y a partir de aquí ya sólo queda aguantar lirismos huecos sobre el holocausto, apariciones del pasado con aspecto presente y diálogos presentes con sabor pasado alternándose en proporcionarnos datos sobre los cuatro personajes con ayuda de socorridos monólogos telefónicos, alguna canción evocadora y citas, muchas citas literarias, insoportables lecturas de Moby-Dick y La Iliada que ni vienen a cuento ni son inteligibles.

Los prometedores antecedentes del director Julián Fuentes Reta se estrellan en una causa imposible. Mejor hubiera resultado la sala pequeña para esta pieza sin acción de ningn tipo, limitada a soliloquios, a silencios envarados y diálogos de besugos. No hubiera estado a la altura de su trabajo con Los iluminados, de Derek Ahonen, en el espacio reducido de este Teatro Español en 2013 (ver nuestra reseña), pero al menos hubiera evitado la sensación de vacuidad que en el templo del teatro español producía Ushuaia la noche del estreno. El mismo director de Cuando deje de llover en 2014, una obra excepcionalmente tramada del australiano Andrew Bowell con un montaje que hizo época, y una escenografía e interpretación fantásticas, se estrella ahora en una puesta en escena convencional y al frente de un reparto francamente deficiente.

Nada que resaltar en la escenografía congelada de Alessio Meloni salvo esos cuatro dramáticos árboles australes. Cumplen sin brillar el resto de los elementos escenográficos. Y con ello la suerte queda en manos del reparto. Hay que criticar seriamente los continuos trastabilleos que ofrecieron, quizás resultado de ensayos cicateros. Hay que criticar seriamente el desbarajuste sonoro de sus micrófonos más allá del mismo hecho censurable de usarse en una pieza que en nada justifica tal abuso tecnológico, si no es para vejar al teatro con técnicas ajenas.

Y con quien la critica debe ser más severa es con el consagrado José Coronado, que estropea todo verosimilitud resonando hasta lo ininteligible con el artefacto. Coronado pugna por dar verosimilitud a un personaje que si parece errático a lo largo de la obra naufraga totalmente en sensiblería ñoña cuando se sabe quién en verdad es. ngela Villar, Daniel Jumillas y Olivia Delcán resultan an menos creíbles. En el caso de Villar, esta insegura Nina es un paso atrás en referencia a lo que hizo en la citada Cuando deje de llover o en El tiempo y los Conway.

Casi nada puede salvarse de esta Ushuaia, que menos pretenciosa y más humilde, hubiera sido pasable en escenario menos rimbombante. Desacierto absoluto en esta primera selección de la nueva directora del teatro, Carmen Portaceli, que corre con la responsabilidad de una producción fallida. Si a Alberto Conejero no le hubieran aupado precipitadamente a los altares, podría juzgarse su trabajo con mayor benevolencia. Su versión de Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín (ver nuestra reseña), permitió ofrecer el año pasado a Darío Facal una versión pesadillesca de la aleluya lorquiana con resonancias de Twin Peaks. Nos parece que sin haber cumplido los cuarenta, perteneciendo a la generación que está tomando el relevo en todos los campos, debería dar un paso atrás para poder dar mañana con otra pieza dos adelante.

VALORACIÓN DEL ESPECTCULO (del 1 al 10)
Interés: 5
Texto: 6
Dirección: 6
Interpretación: 6
Escenografía: 6
Producción: 6
Programa de mano: 6
Documentación a los medios: 6

Teatro Español Sala Principal
Ushuaia
de Alberto Conejero
Del 16 de marzo al 16 de abril de 2017

Dirección:
Julián Fuentes Reta

REPARTO
por orden de intervención
Matthäus Daniel Jumillas
Mateo Jose Coronado
Nina ngela Villar
Rosa Olivia Delcán

EQUIPO ARTÍSTICO
Dramaturgia Alberto Conejero
Dirección Julián Fuentes Reta
Escenografía Alessio Meloni
Iluminación Joseph Mercurio
Vestuario Berta Grasset
Sistema Audiovisual Néstor Lizalde
Msica y espacio sonoro Iñaki Rubio
Ayudante de dirección Jorge Muriel
Una producción del Teatro Español

Horario de martes a sábado a las 20h y domingos a las 19h.
Entradas de 5 a 22. Martes y miércoles 20% de dto. (Espectáculo incluido en abono de temporada)
Duración 1 hora y 40 minutos (sin intermedio).

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