Un gran espectáculo concebido en 2013 y estrenado en 2015 llega ahora a Madrid. Una innovadora compañía de danza que ana técnicas vanguardistas con dramaturgias cuidadísimas, y escenografía impactante con banda sonora de gran belleza ecléctica, nos invita a viajar a las profundidades donde mora el Mal. Merece la pena, a pesar de las incomodidades intelectuales y emocionales que despierta.
La Veronal es un colectivo multidisciplinar más que una compañía de danza a la actual usanza, empeñado en llegar a la Gesamtkunstwerk que buscaba Richard Wagner, a esa obra de arte total que debía integrar msica, danza, poesía, pintura, escultura y arquitectura. Liderados por Marcos Morau (Ontinyent, Valencia, 1982) proponen con Voronia un viaje al centro de la Tierra entrando por la sima Krubera-Voronya, en la Georgia del Cáucaso Occidental, la cueva más profunda del planeta, 2.149 metros, el lugar más hondo al que de momento un humano puede llegar, posible morada del infierno pues segn la creencia ancestral de que el bien está arriba y el mal, abajo, el cielo y el infierno.
En esta bsqueda simbólica del Mal no habrá grutas ni espeleólogos con linternas, sino un gran espacio rectangular, luminoso y con tarima, al que un ascensor enorme traslada escolares, monaguillos y personajes inquietantes entre los que reconocer un rabino, un muftí y algunos monjes con los que asistir a una cena poco santa y a una cesárea en un quirófano, escenas enigmáticas, situaciones absurdas, imágenes sugerentes ilustrando una sucesión de msicas escogidas del clasicismo europeo y el sufismo turco y llegar finalmente a la danza en sí o a un sucedáneo de frenético movimiento corporal, de reflejos espasmódicos, a un contorsionismo acelerado, a una agitación febril insistente, extenuante, más demoníaca que animalesca, un fascinante desafío contra natura, un lenguaje específico en clave robótica que adquiere belleza cuando construye intrincados laberintos en parejas y tríos de danzantes que se entrelazan formando criaturas fantásticas que reconstruyen el cuerpo humano en cefalópodos seres de las profundidades. Pero que termina por resultar repetitivo y agotador al prolongarse sin más novedad ni nuevos recursos en sesenta y cinco largos minutos.
Se trata de una característica manera de moverse que han ido elaborando los mismos bailarines a impulsos personales dentro de la idea general del coreógrafo, un método de trabajo corporal propio, conocido como Kova (no confundir con el sistema así llamado también -casualidad?- para el conteo de leucocitos y eritrocitos en la orina y otros líquidos corporales), que están elaborando desde hace unos años. Dicen que es como un torrente que emana desde dentro, un conjunto de signos y reglas ideado por Marcos Morau y Lorena Nogal. Es movimiento abstracto de un cuerpo, acaso gesto laberíntico, como proclama el teórico de danza y colaborador del grupo Roberto Fratini. Lo presentaron en 2016 en el teatro San Andreu de Barcelona con el título de Kova. Geographic tools, sin coreografía ni msica alguna, y una duración de 45 minutos.
Alimentados por el teatro, el cine, la filosofía, la fotografía, la literatura, la pintura, la escultura, la msica contemporánea, adquieren así nuevos registros de palabras inéditas, citas y sentido. Con una sintaxis nueva, enlazada (mejor: linkeada) con el presente artístico: estructura compleja, ordenada segn los dictados de la investigación diaria, un ejercicio de auto-observación. Su significado, se adapta a cada cual, se vive segn las diversas maneras como se entiendan las cosas. No es dramaturgia guiada, no se procura generar respuestas, no se intenta dirigir al espectador. Más bien se sugiere, se plantean incógnitas, se abre horizontes de sentido, llaves nuevas con las que atravesar puertas que llevan directamente a lo recóndito de la experiencia. Cuestionando, que al fin es la nica forma de avanzar, juzgaba el colega Jordi Sora en aquella ocasión, componiendo una definición detallada del posmodernismo cultural, de la turmix de elementos robados a la historia de las artes, amputados de su autoría, convertidos en una pulpa informe sin sabor, olor ni color, que no pretende decir, solamente mecer -quizás adormecer- toda conciencia, toda consciencia.
El caso es que Voronia, más allá de discursos, es una experiencia sensorial en la que nada se reconoce de la supuesta trama original, del argumento que nos han contado, de la reflexión que se pretende. Un gigantesco golpe de efecto, un trabajado impacto emocional en el que solo queda una conmoción formal a partir de una amalgama de elementos literarios y musicales (intolerable la falta de una relación explicada de citas bíblicas y pasajes musicales) reducidos a escombros sobre los que edificar este vapuleo a toda mecha, a plena potencia sonora y visual. Voronia puede entenderse como una obra de madurez en el estilo definitorio de La Veronal, un trabajo estéticamente cuidado, conceptualmente gaseoso, intelectualmente líquido y formalmente sólido, que busca subyugar, aplastar e hipnotizar al espectador en una inmersión sensacionalista.
Dicen presentarnos un lugar de una aterradora indiferencia donde una humanidad alucinada va bajando todos los niveles de su abismo moral, todos los círculos de su Hades, sin parar de festejar y festejarse; acompañada de todos los ídolos y símbolos y rituales y decálogos que se ha inventado para creer; convencida de ir hacia arriba mientras una fuerza irresistible la precipita hacia una total, subterránea y banalísima ausencia de bien: la revelación, tal vez, de que no hay ya nada por revelar; o la revelación de que el centro de gravedad donde se rene todo lo más grave (il mezzo al quale ogni gravezza si rauna del que hablaba Dante), el corazón mismo del infierno, es también el lugar más superficial, el más normal de todos. Y no tiene fondo.
Efectivamente había en su anterior producción, Nippon-koku en 2014 para la Compañía Nacional de Danza (ver nuestra reseña de entonces), un irritante teléfono que sonaba constantemente y nadie se dignaba a responder. Hay ahora, en Voronia, un ascensor maldito que nunca sube, que siempre activa la señal luminosa de bajada. Pero todo lo que nos pareció de aquel espectáculo está en este, se repite aquí, quizás mejorado. Tras Voronia, llegó Pasionaria (que tuvo su estreno absoluto en Teatros del Canal la pasada temporada), y lo que vendrá después es Cathedral. Una velada con Arvo Pärt: se estrena el próximo 30 de octubre en Rotterdam.
El pblico adicto a La Veronal es el mismo que sigue con arrobo a Angélica Lidell y otros artistas de los que le han dicho que representan esa virtual ruptura generacional con la que parecen contentarse los jóvenos de 30-40 años. No es que aplauda, ovaciona arrobado. No es que disfrute, es que participa en una ceremonia sacra a la que o te sumas dócil o pasas a nutrir las filas del viejo orden caduco, de la jubilación forzosa, de la vejez decretada. Anécdotas del necesario relevo generacional.
Aproximación al espectáculo (valoración del 1 al 10)
Interés: 6
Dramaturgia: 7
Coreografía: 7
Interpretación: 8
Escenografía: 8
Msica: 8
Teatros del Canal
LA VERONAL
Voronia
13 y 14 de abril de 2019
Sala Roja. Duración: 1h 5min
Dirección: Marcos Morau
Coreografía: Marcos Morau en colaboración con los intérpretes
Dramaturgia: Roberto Fratini y Pablo Gisbert El Conde de Torrefiel
Intérpretes: Rober Gómez, Jon López, Nria Navarra, Lorena Nogal, Shay Partush, Marina Rodríguez, Manuel Rodríguez, Sau-Ching Wong
-Con la participación de: Miguel Delgado, Christian Moreno, Carlos del Olmo, José Miguel Santana y Pablo Venero
-Con la colaboración especial de: Sal Esgueva
Diseño de escenografía: Enric Planas
Diseño de iluminación: Albert Faura
Diseño de sonido: Marcelo Lastra
Vídeo: Joan Rodon
Fotografía y vídeo: Edu Pérez y Jess Robisco
Dirección técnica: Bernat Jansà
Producción ejecutiva: Juan Manuel Gil Galindo
Asistente de producción: Cristina Goñi Adot
Voronia es una producción de La Veronal
-Coproducción: Mercat de les Flors, Grec 2015 Festival de Barcelona, Hessisches Staatsballett / Staatstheater Darmstadt & Hessisches Staatstheater Wiesbaden, Tanz im August Berlin, Théâtre National de Chaillot París
-Con la colaboración de El Graner, centre de creació.
-Con el apoyo de ICEC Departament de Cultura de la Generalitat de Catalunya y Ministerio de Cultura y Deporte INAEM.