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Siempre la vida es sueño
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Siempre la vida es sueño

Por José Catalán Deus
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jcdeustelefonicanet/6/6/17
jueves 12 de septiembre de 2019, 01:00h

Si a la -muy probablemente- mejor obra de todo nuestro repertorio clásico se unen una versión soberbia y una dirección creativa, junto al contexto recoleto e intimista de las alturas del Teatro de la Comedia y un elenco de juvenil energía madurada, la velada se torna mágica. Esta propuesta es de las que mantienen viva la llamada eterna del perenne espectáculo teatral.

De Pedro Calderón de la Barca (1600-1681) y de su inmortal obra La visa es sueño, estrenada en 1635, poco podríamos añadir (vean por ejemplo nuestras reseñas de las versiones de Carles Alfaro en 2017 en los teatros del Canal, o la que la compañía Teatro del Temple ofreció en el Bellas Artes en junio de 2018). Dice Juan Mayorga, el autor de esta versión, que no hay clásico en nuestro teatro que lo sea tanto como La vida es sueño. Calderón encontró forma exacta para representar una experiencia universal: la que hace quien, al mirar a su alrededor, se pregunta si vive o si sueña o si le hacen soñar-. Tampoco hay en nuestro teatro otro personaje en que se nos dé a ver la frágil belleza de lo humano como la reconocemos en Segismundo. Ni ha alcanzado nuestra lengua en otra obra, me parece, la tensión que atraviesa los versos de esta trágica comedia. Sus intervenciones han sido prudentes y acertadas, y los 3319 versos -silvas. décimas, quintillas, octavas, redondillas y romance- de que constan sus tres actos han encontrado una puesta en escena sobria e impactante en dosis medidas, algo que los buenos directores consiguen hermanar. Un aprovechamiento excelente de la sala -de corto aforo, largo escenario y magníficas prestaciones- permite poblar sus alturas y emplear sus andamiajes como si en esa fortaleza escondida que imaginó el autor nos encontráramos.

Mónica Teijeiro plantea una mínima escenografía de esas que los británicos popularizan desde hace dos décadas para poner a Shakespeare, con un foro que se abre en cortinaje plástico traslcido, de esos que protegen quirófanos y mataderos-, un piano de cola en el lateral izquierdo que rubrica las escenas palaciegas, unos sillones giratorios, y una corona real, la que oscila trágica entre padre e hijo. Su vestuario junto a la iluminación de Gómez Cornejo ambientan la tragedia a la perfección. Elogios sin duda merece el espacio sonoro de Eduardo Vasco que convierte los apuntes pianísticos en generadores de atmósferas (especialmente la larga pieza en la que Clarín manipula sus tripas al estilo de Jhon Cage), y que tiene sitio para coplillas que coreografía Nuria Castejón junto a otros movimientos rítmicos colectivos de los que el que abre la obra no nos gustó tanto.

Este título me ha acompañado de una forma u otra a lo largo de los ltimos ocho años. Fue mi primer montaje como directora de la CNTC (ver nuestra reseña de entonces), y lo he elegido para despedirme con el objetivo de entregar este enorme tesoro de la dramaturgia universal a los componentes de la Joven,para que se lo apropien desde la escena con rigor, respeto y osadía, nos dice Helena Pimenta; puede estar segura de que su despedida ha sido rbrica apropiada a su notable gestión: trabajo de filigrana en tono quedo, en respeto sumo al autor y a la obra, de cuidadoso planteamiento y de conmovedor resultado, el que bucamos cuando revisitamos un clásico. Con alguna escena desnivelada, como por ejemplo demasiada tensión en el primer encuentro del rey con su lacayo. Y con una -a nuestro juicio- magnífica aportación: esos avatares blancos de los protagonistas que constituyen un segundo reparto de máximo nivel, que desdoblan parlamentos en sus voces interiores, que pueblan la escena de misterio y que dotan de vida redoblada a Rosaura, Clotaldo, Astolfo y Estrella.

Y nombrando a los personajes, mencionemos la excelente actuación del reparto, esta docena de ya crecidos intérpretes juveniles de los que no nos atrevemos a mencionar los méritos individuales de cada uno debido a que no nos han sido presentados acompañados de sus personajes, ese fallo de los programas de mano que siempre criticamos. Gran Segismundo, aunque siempre tenso, incluso cuando debiera estar distendido (quizás Pimenta ha querido hacer una antítesis de su otro Segismundo, el de Blanca Portillo); excelente Rosaura, nos encantó su trazado; muy oportuno siempre Clarín en su contrapunto cómico; desgarrador, Basilio; convincente, Clotaldo; centrado, Astolfo. Quizás Estrella sea el personaje más plano dentro de su buena ejecutoria. Un apunte es necesario al magnífico encaje y ejecución de todos ellos en todas las intervenciones musicales, tan importantes para conducir a buen puerto a una obra difícil que necesita aliño como este. Perfectísima dicción del verso como es habitual gracias al celo de Vicente Fuentes.

La quinta promición de la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico debutó la temporada pasada con el programa pedagógico Préstame tus palabras con el que realizó una gira por dieciséis Institutos de Enseñanza Superior de seis Comunidades Autónomas y un recital en la Biblioteca Nacional de España, coincidiendo la exposición Lope de Vega y el teatro del Siglo de Oro y concluyó en el pasado festival Olmedo Clásico. A este espectáculo pedagógico con textos de Calderón de la Barca y de Lope de Vega, se sumaron los montajes El desdén, con el desdén de Agustín Moreto con dirección de Iñaki Rikarte, y Todo es guerra, una sesión especial dirigida por Alex Ruiz-Pastor y Pepa Pedroche, con motivo de las actividades conmenoraivas del 200 aniversario del Museo del Prado.

Cada promoción de La Joven, tras un largo proceso de selección, recibe formación en la especialidad concreta del teatro clásico, tanto el conocimiento de los textos dramáticos, su análisis e investigación en cuanto a forma y fondo, como el entrenamiento en las destrezas necesarias: voz, prosodia, cuerpo, danza, emoción, pensamiento, sensorialidad, lucha escénica, canto La Joven, cumple así con el objetivo de ser cantera de profesionales que garantice la continuidad de la representación de los autores clásicos.

En estos doce años de vida, La Joven ha representado un repertorio cuidadosamente elegido, tanto por la temática como por la adecuación de las obras a la edad de los intérpretes. Estos son los títulos que ha interpretado: Las bizarrías de Belisa (2007), La noche de San Juan (2008), La moza de cántaro (2010), Todo es enredos amor (2011), La noche toledana (2013), La cortesía de España (2014), junto a la Joven Kompanyia del Teatre Lliure El caballero de Olmedo (2014), La villana de Getafe (2016), el Programa Préstame tus palabras (2016), Pedro de Urdemalas (2016), Fuente Ovejuna (2017), La dama boba (2018 y 2019), Los empeños de una casa (2018 y 2019), El desdén con el desdén ( 2019) y Todo es guerra ( 2019).

A lo largo de estos años, estos jóvenes se han ido incorporando a los elencos de diversos montajes de la CNTC, a saber, El perro del hortelano, La voz de nuestros clásicos, Enrique VIII y La cisma de Inglaterra, El alcalde de Zalamea, La dama duende, El castigo sin venganza, El banquete y La hija del aire.

En fin, Dios guarde a la Joven Compañía y proteja a la CNTC en el cambio de guardia que tendrá lugar esta temporada. Ojalá que sea para bien. Pues así llegué a saber / que toda la dicha humana, / en fin, pasa como sueño. / Y quiero hoy aprovecharla / el tiempo que me durare, / pidiendo de nuestras faltas / perdón, pues de pechos nobles / es tan propio el perdonarlas.

CNTC
Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico
Teatro de la Comedia
LA VIDA ES SUEÑO
de Calderón de la Barca

Reparto por orden alfabético:
Iñigo lvarez de Lara
Mariano Estudillo
Anna Maruny
Alejandro Pau
Aisa Pérez
Pau Quero
Alba Recondo
Víctor Sáinz
Irene Serrano
Fernando Trujillo
Juan de Vera
José Luis Verguizas

Asesor de verso: Vicente Fuentes
Espacio sonoro: Eduardo Vasco
Coreografía Nuria Castejón
Iluminación: Juan Gómez Cornejo
Escenografía y vestuario Mónica Teijeiro
Versión: Juan Mayorga
Dirección: Helena Pimenta

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