Calderón de la Barca escribió este auto sacramental hacia 1635-1637, al tiempo que La vida es sueño y El alcalde de Zalamea, en su etapa de máxima inspiración. Es un alegato filosófico en favor de la fe católica escrito con los argumentos tomistas y jesuíticos de la época. Se pueden compartir hoy en todo o en parte, o se puede disentir parcial o absolutamente. Pero la obra es un monumento de nuestra cultura que merece respeto. Esta versión, meritoria en sus aspectos artísticos, está en su derecho de convertirla en una patochada graciosa, pero no en hacerla antítesis de lo que quiso el autor con un final que se mofa con escarnio de sus creencias.
Los autos sacramentales eran teatro religioso, dramas litrgicos de estructura alegórica que se representaban el día del Corpus entre los siglos XVI y XVIII hasta su prohibición en 1765 por las presiones ilustradas. Calderón -su mayor exponente- los definía así: Sermones / puestos en verso, en idea / representando cuestiones / de la sacra Teología, / que no alcanzan mis razones / a explicar ni comprender.
Este que nos llega en coproducción de la Compañía Nacional y el Teatro de Cataluña se compone de una introducción corta, en la que la Fama convoca el Gran Mercado del Mundo, y cinco sucesivos momentos o escenas. El tema del primer momento es el padre del género humano y su moralidad, el Padre de Familia, apareciendo el Buen Genio y el Mal Genio, que compran en el mercado para gusto de la Gracia y compiten por su satisfacción y su desposorio. En el segundo momento, la Gula y la Lascivia, con la Culpa como servidor, se encuentran con los genios, de los cuales el Buen Genio advierte que la Culpa quiere arrebatarle su Inocencia, y se marcha, quedando solo el malo.El Mercado abre en el tercer momento, y se realizan las compras y las ventas de los productos, gastando cada cual sus talentos, unos para bien y otros para mal. El ltimo momento cuenta los premios y los castigos que recibe cada uno. De nuevo aparecen el Padre de Familias y la Gracia. Cada genio muestra lo que ha comprado con sus talentos, y se demuestra que el ganador es el bueno.
Pues bien, Xavier Albertí tras justificar su desaguisado con metáforas sobre la niebla del tiempo que hay que despejar y sin revelar el haberla reconvertido de manifiesto moralista en astracanada chabacana, nos ofrece una horterada arrevistada muy bien puesta en escena en su tramo central, gracias a una escenografía de Max Glanzel que representa este mercado fantástico donde poder elegir entre vicios y virtudes como una noria de concurso televisivo tan llamativa como trivial. El equipo artístico funciona notablemente para servir este espectáculo cabaretero, bastante demodé, un tanto zafio, en ese subgénero barceloneta en el que rumbas y cuplés ajenos al argumento original terminan apoderándose de la escena gracias al buen sonido de Jordi Bonet.
En el reparto, la discreción de los protagonistas -Alejandro Bordanove y David Soto-, los dos hijos antagónicos entre los que Jorge Merino va a elegir al mayorazgo absoluto de su herencia, es superada ampliamente por el histrionismo desatado de Silvia Marsó, autoerigida en cuasi protagonista desde un papel, el de la Culpa, que no daba para tanto en el original. Son de destacar las dotes musicales y vocales de Antoni Comas y Jordi Domènech, aunque este ltimo se prepotere tres pueblos en sus gorgoritos interminables en el debate final a cuatro entre el dogma eucarístico y las tesis de Calvino y Lutero. Y es reseñable la exagerada ordinariez del personaje construido a partir de Lascivia, anticuado y prepotente, ordinario a más no poder. Oriol Genís terminará siendo la estrella de una función empeñada en desdibujar el debate moral, que no por estar planteado en términos ingenuos y candorosos deja de estar vigente en el mundo de hoy y en todos los que vengan después.
La propuesta podría aceptarse a pesar de su garrulería y horterez sin su fallido colofón. Un interminable canturreo del éxito italiano de los años 60 Il Mondo de Jimmi Fontana -al que se viene recurriendo en algunos recientes montajes- mientras el personaje que representa la Fe, y más que la fe, la eucaristía y la transustanciación, el elemento esencial del cristianismo católico, apostólico y romano, cargado con una gran cruz cuajada de bombillas, asciende un supuesto Gólgota donde clava el símbolo de los símbolos, y tendido finalmente en el regazo de su madre la Virgen María -encarnada por la Lascivia travestida y pornográfica-, compone una imitación de esa imagen clásica -la escultura de La Pietà de Michelangelo en la Basílica del Vaticano- que otros supuestos escandalizadores teatrales ya han usado antes.
Don Pedro Calderón de la Barca vivió ochenta y un años y conoció tres reinados, el de Felipe III, el de Felipe IV y el de Carlos II; se ha dicho que el arte teatral de Lope se hace ciencia teatral en Calderón. Las fuerzas clave de su universo dramático viven a través de personajes con frecuencia contradictorios y cambiantes, en conflicto consigo mismos y con las circunstancias para acercarse al amor, a Dios y a la vida, tratando de elegir libremente a pesar del destino o de la fatalidad, de la honra y de la opinión social, como les pide su condición de católicos dotados de libre albedrío. Dicotomías del Bárroco -Dios y el demonio, vida y muerte, amor y odio, ilusión y verdad, duda y certidumbre, destino y elección-que apenas atisbamos hoy a superar, sumidos de momento en la papilla ecléctica del posmodernismo, en el panorama líquido donde todo da igual.
Dicen que es una casualidad que la cesante directora de la CNTC eligiera esta propuesta calatana para recibir a su sucesor Lluís Homar adivinando su elección con una antelación prodigiosa. Una casualidad o una concomitancia significativa de las que gustaban a Karl Jung. En todo caso, es un prólogo preocupante de la nueva etapa. No es tarea de la CNTC burlarse de los clásicos sino poner al día su sapiencia.
Xavier Albertí es director artístico del Teatre Nacional de Catalunya desde la temporada 2013/2014. En 2008 fundó con Lluïsa Cunillé la compañía La Reina de la nit. De su colaboración datan incursiones ingeniosas en la zarzuela, como un El do de la africana en 2009 para el Teatre Lliure que programó el CDN en el María Guerrero, y al poco tiempo su versión como cabaret literario de La corte del faraón que pudo verse en el Teatro de la Zarzuela, cuya reseña terminábamos: Como no hay dos sin tres, esperamos verlos de nuevo parodiando el pasado, no para denostar sino para recuperar mucho y bueno que lo merece. Han encontrado una veta original y suyo es el mérito. Si hay que reirse del pasado, nos reimos con ganas, siempre que sea sin prejuicios de parte ni anteojeras de causa. Esta vez por desgracia no ha sido el caso.
VALORACIÓN DEL ESPECTCULO (del 1 al 10)
Interés: 7
Versión: 4
Dirección: 7
Puesta en escena 8
Interpretación: 7
Producción: 8
Programa de mano: 7
Documentación a los medios: 8
CNTC
Teatro de la Comedia (C/ Príncipe,14)
El gran mercado del mundo, de Calderón de la Barca
Del 18 de septiembre al 27 de octubre
Reparto:
Cristina Arias: Soberbia
Alejandro Bordanove: Buen Genio
Antoni Comas: Inocencia
Elvira Cuadrupani: Penitencia / Humildad
Jordi Domènech: Herejía
Rubèn de Eguía: Fe
Roberto G. Alonso: Lascivia
Oriol Genís: Gula
Lara Grube: Fama
Silvia Marsó: Culpa
Jorge Merino: Padre de Familias / Mundo
Mont Plans: Malicia
Aina Sánchez: Gracia
David Soto Giganto: Mal Genio
Equipo artístico:
Sonido: Jordi Bonet
Escenografía: Max Glaenzel
Caracterización: Angels Palomar
Iluminación: Ignasi Camprodon
Coreografía: Roberto G. Alonso
Vestuario: Marian García Milla
Dramaturgista: Albert Arribas
Versión y dirección: Xavier Albertí
Coproducción: CNTC / TNC
-Horario de funciones: Martes y domingos a las 19 h. De miércoles a sábado 20 h. Lunes: descanso
-Precios: De 10 a 25 (Jueves día del espectador: 50 % de descuento)
-Venta de entradas:Taquillas: Taquillas de teatros del INAEM (Auditorio Nacional de Msica, Teatro María Guerrero, Teatro Valle-Inclán y Teatro de la Zarzuela)
Telefónica: 902224949 / 985679668
Internet: www.entradasinaem.es