En este centenario de excesivas fanfarrias y pocas aportaciones, la presencia en Madrid de la ópera Marianela de Jaume Pahissa -estrenada en Barcelona en 1923- habría llenado de alegría a ese gran aficionado y practicante musical que fue Galdós, el autor de la novela del mismo título en que se basa. Aunque haya sido modesta -solo dos representaciones en versión concierto- sin duda ha supuesto un acontecimiento.
Una magnífica ópera que en nada desmerece a las grandes europeas de su tiempo, y que vuelve a demostrar que el teatro musical español es mucho más importante de lo que se cree, y que zarzuelas y óperas nuestras deben verse como una aportación unitaria a este género universal.
Jaume Pahissa (Barcelona, 1880 Buenos Aires, 1969) es uno de nuestros más relevantes compositores de ópera, con siete títulos (Gala Placidia, 1913; La Morisca, 1919; Marianela, 1923; La princesa Margarida, 1928; Angélica, 1938; Don Gil de las calzas verdes, 1955; y Tragicomedia de Calisto y Melibea, 1956) que lo sitan destacado en nuestra historia lírica y piden a gritos su vuelta a la escena, escribe Emilio Casares Rodicio en su excelente artículo del sobresaliente programa de mano. Pahissa fue un catalán cosmopolita, amante de sumar, consciente de su capacidad: En mis óperas están todas las condiciones que requiere una obra de altura: la técnica completa de la composición; el sentido orquestal, como en el gran sinfonismo germánico; el lirismo de la buena ópera italiana; el canto en las voces, siguiendo la expresión de la palabra y la cadencia de la frase; el instinto escénico y el temperamento dramático, del que su hija comenta que se comprende que no era fácil para la gente normal entender un personaje como mi padre, que era catalán y no le interesaba el dinero, que hacía una vida completamente libre, sin preocuparse por la opinión de los demás, que le interesaba la metapsíquica y la espiritualidad por encima de cualquier otra cosa y que, con poco más de veinte años de edad, había producido buena parte de su obra musical.
Marianela es una novela de Benito Pérez Galdós publicada en 1878, en la que su protagonista, esta chica huérfana y de pobres atributos físicos, sirve de lazarillo a Pablo, el hijo del patriarca de la aldea, ciego de nacimiento, que sólo conoce el mundo a través de las descripciones de ella; entre ambos se ha tejido una relación amorosa que creen que durará para siempre, pero que la llegada de un médico va a conmocionar con la perspectiva de que podría sanar al joven invidente. Así ocurre, ante la desesperación de Nela porque Pablo descubra su verdadero físico poco agraciado y no él que él sueña, y la situación se agrava ante la presencia de Florentina, una prima guapa de la que el ciego queda prendido al ser la primera mujer que contemplan sus ojos. Marianela se esconde y quiere morir, y en la versión opertística a punto está el médico de salvarla cuando fortuitamente Pablo la descubre tal cual es y ella muere del dolor que el hecho le causa mientras él pide perdón.
Un exagerado melodrama decimonónico, recargado de tintas trágicas, que solo se salva por las dotes literarias del autor y su capacidad de reflejar la rica personalidad de sus personajes. Difícil de llevar al teatro y más difícil an de ponerle msica, pero los hermanos lvarez Quintero consiguieron escribir primero una dramaturgia y después un libreto que extraía lo mejor de la novela para adaptarla a los escenarios. Pahíssa anhelaba hacerla ópera y Pérez Galdós le autorizó tras el éxito teatral. Moriría tres años antes de su éxito operístico. La figura de Marianela es de una fuerte emotividad; su conflicto amoroso está lleno de sugestiones para un msico de mi temperamento. Cómo dejar de cumplir aquella ilusión íntima?, escribirá. Serafín y Joaquín lvarez-Quintero volvierona mostrar esa valía que entre 1889 y 1938 les llevó a estrenar más de doscientas obras de diversos géneros. El libreto es versificado y exigió reducir personajes y complejidades afectivas.
El compositor -nos cuenta Casares Rodicio- había ya recorrido el camino del postromanticismo simbolizado en Wagner y Strauss, y también la vanguardia que significa Schoenberg, y buscando el suyo propio se lanzó en pos de la melodía sin olvidar el sinfonismo que dominaba. Es un continuum sin nmeros ni escenas, y el canto es exigente, usando con maestría recitados y ariosos como era moda en la ópera española: Se plegó al gusto del pblico y a sus exigencias, y de ahí el éxito tanto ante éste como ante la crítica, que se desató en elogios.
Pahissa era un líder del novecentismo que odiaba el ruralismo, el orfeonismo, el sardanismo, y quería europeizar la msica catalana y española; por ello usará temas populares catalanes sacados de ese contexto buscando una msica universal, aunque sin perder un distintivo español clarísimo frente a óperas contemporáneas centroeuropeas; msica y texto convergen con un gran protagonismo de la orquesta, que rubrica y añade interés al canto, más parco que abundante, y que rubrican escasas pero rotundas intervenciones del coro. Puede ser considerado como un vanguardista, al día de lo que rompía en Europa. Se acercó incluso a la dodecafonía, y experimentó en torno a la textura polifónica con uso de fuertes disonancias, lo que le llevó a inventar un sistema intertonal. Los apuntes atonales de Marianela son los justos para resultar convincentes.
Es de recordar que el compositor costarricense Benjamín Gutiérrez Sáenz es autor de otra ópera Marianela basada en la novela de Galdós estrenada en 1958, de la que solo sabemos eso.
En cuanto a la afortunadamente recobrada obra de Pahissa, la ausencia de montaje escénico apenas se notó en La Zarzuela, gracias a la calidad de la dirección musical de Óliver Díaz y la buen actuación de la orquesta, el coro y el reparto, con una destacada presencia de la soprano gautemalteca Adriana González en el papel principal, de potentes agudos y gran expresividad actoral, y un excelente Luis Cansino como el médico Golfín, barítono consolidado, realmente inspirado y seguro. También merece mención el veterano bajo Simón Orfila, resultando algo confusos los juegos colectivos de voces, y muy alto el diapasón general de los cantantes. El pblico mostró su aprobación con diversos aplausos durante la función y una sentida ovación final poblada de bravo y brava que se alargó diez minutos.
Podrán señalarse estos u aquellos deméritos en la propuesta, pero Marianela resultó fresca y emotiva, armoniosa y auténtica, un melodrama que an conmueve, un descubrimiento estupendo que se une al buen inicio de temporada del Teatro de la Zarzuela.
Aproximación al espectáculo (valoración del 1 al 10)
Interés: 9
Libreto: 8
Partitura: 8
Dirección musical: 8
Voces: 8
Orquesta: 8
Programa de mano: 9
Teatro de la Zarzuela
Marianela
Ópera en tres actos
(Versión en concierto)
Msica de JAIME PAHISSA
Libreto de Serafín y Joaquín lvarez Quintero, basada en la novela homónima de Benito Pérez Galdós
Dirección musical Óliver Díaz
Viernes, 27 de noviembre de 2020, a las 20:00 horas
Domingo, 29 de noviembre de 2020, a las 18:00 horas
Reparto
Marianela ADRIANA GONZLEZ;
Florentina PAOLA LEGUIZAMÓN;
Pablo ALEJANDRO ROY;
Teodoro Golfín LUIS CANSINO;
El patriarca de Aldeacorba
SIMÓN ORFILA; El padre de Florentina
CÉSAR MÉNDEZ SILVAGNOLI;
Mariuca MARÍA JOSÉ SUREZ;
Gasparuco MARIO VILLORIA;
Pedrillo JAVIER ALONSO;
Ramón ENRIQUE BUSTOS;
Pachín JOSÉ RICARDO SNCHEZ.
Orquesta de la Comunidad de Madrid Titular del Teatro de La Zarzuela
Coro Titular del Teatro de La Zarzuela,. Director: Antonio Fauró.
Duración aproximada acto primero, segundo y tercero: 1 hora y 40 minutos (sin pausa).