Conmemorando que hace sesenta años se fundó la compañía, y que ha pasado una década desde que el director Albert Boadella le nombrara su sucesor, a Ramón Fontserè se le ha subido a la cabeza la fecha, y ha hecho de este cuadragésimo montaje de Els Joglars algo delirante, espantosamente tramado y repleto de banalidades, aburrida moralina con ropaje clásico.
En un centro de salud mental un grupo de pacientes representa ante el supervisor del ministerio una ocurrencia sobre Aristófanes, dirigidos por un profesor de literatura clásica trastornado tras haber sido expulsado de la universidad, acusado por sus alumnos de comportamiento incorrecto. Y como era de temer, aprovecha la ocasión para volver a las andadas. La directora del Centro se ve ante un posible expediente sancionador pues utilizando la disculpa de los clásicos todo lo que dicen y hacen sus pacientes resulta de lo más inconveniente.
La idea central es que las redes sociales se han convertido en las hogueras modernas donde quemar a los herejes, y que ese tribunal colectivo sojuzga la libertad de expresión especialmente en el terreno artístico. Contra la dictadura ideológica woke llegada de EEUU y adoptada por la izquierda radical, contra su sectario y dogmático decálogo de lo que puede decirse y pensarse y de lo que no, nuestros juglares contraponen una supuesta arcadia en la grecia clásica representada por este comediante ateniense de hace 25 siglos, un dechado de apertura mental, tolerancia en las costumbres, libertad de crítica, un paraíso donde los cómicos podían criticar todo y a todos con el arma de la sátira.
Ni que decir tiene que tales premisas, tan forzado dualismo, solo pueden construir un disparatado silogismo cuya conclusión es que estamos en el final de los tiempos y que hemos salido perdiendo con el paso de los siglos. Tan manido pataleo de la generación que ya no entiende lo que ocurre, que todo lo rechaza porque en su tiempo todo era mejor, ha servido a los históricos Els Joglars para construir una dramaturgia sosa y deshilvanada al servicio de los parlamentos demenciales del gran protagonista, el señor director de la compañía, transmutado en oráculo de delfos y martillo de moderneces.
No hay atisbo de interés en lo que ocurre y se dice en escena. Y sin embargo, el envoltorio formal es notable, con una escenografía a base de cuatro planos inclinados que conforman un recorrido que da profundidad al escenario y dinamismo a la acción, con la ayuda de una iluminación detallista y un rico vestuario que viene a ser lo mejor de todo, incluido atrezo y sombrerería. Los aires nuevos que aporta Alberto Castrillo-Ferrer con su actuación y dirección escénica podrían ser el futuro de un grupo muy desgastado, que ya es caricatura de sí mismo. Ramon Fontserè resulta insoportable y Pilar Sainz horrible; Xevi Vilà y Angelo Crotti se defienden en sus histriónicos papeles, pero Dolors Tuneu es una presencia desconcertante. Dentro de ese subgénero metateatral que inaugurara Marat-Sade de enfermos mentales haciendo teatro en su internado, esta propuesta es francamente de lo peorcito que hemos visto.
Era una buena idea de partida mofarse de los excesos dogmáticos y sectarios que se han apoderado de nuestra sociedad, pero la sátira tiene que tener más altura, pues no es cualquier cosa el edificio de prejuicios y condenas que se ha montado. Es un justo planteamiento defender la libertad de expresión y creación por encima de los convencionalismos sociales, pero no es la Grecia clásica tan buen ejemplo de ello. Es aceptable de todo punto querer hacer un espectáculo popular de chirigota gruesa, de guiñol simple, pero tiene que tener un nivel de calidad mínimo para representarse en teatros solventes. Que salga Aristófanes! es un buen envoltorio para un decepcionante contenido.
APROXIMACIÓN A LA PROPUESTA (del 1 al 10)
Interés: 5
Dramaturgia: 4
Dirección: 3
Interpretación: 5
Puesta en escena: 7
Producción: 6
Programa de mano: 0
Documentación a los medios: 6
Teatros del Canal
JOGLARS
Que salga Aristófanes!
Del 9 de febrero al 6 de marzo de 2022
Artistas:
Ramon Fontserè
Pilar Sáenz
Dolors Tuneu
Xevi Vilà
Alberto Castrillo-Ferrer
Angelo Crotti
Dirección: Ramon Fontserè
Dramaturgia: Els Joglars
Dirección de escena: Alberto Castrillo-Ferrer
Asesora artística: Martina Cabanas
Diseño de iluminación: Bernat Jansà
Diseño de vestuario: Pilar Sáenz
Diseño de espacio sonoro: David Angulo
Dirección técnica: Pere Llach
Escenografía: Anna Tusell
Atrezzo: Pere Llach, Gerard Mas
Confección vestuario: M ngels Pladevall, I.T.A.
Sombrerería: Nina Pawlowsky
Producción ejecutiva: Montserrat Arcarons
Una producción de Els Joglars coproducida con la Comunidad de Madrid (Teatros del Canal) y la Generalitat de Catalunya.
Duración: 80 minutos.