El sábado 1 de marzo de 2008 al mediodía, de casualidad, asistí a un concierto gratuito de la Orquesta de RTVE en el teatro Monumental de Madrid de una ópera de cámara. Se trataba de To be sung de Pascal Dusapin, y confieso que jamás había oído hablar de ambos. Fue una sorpresa intrigante, envolvente, hipnótica y feliz. Hay óperas contemporáneas accesibles y subyugantes. Dios sea loado! Y ésta es una.
Doce personas salieron al escenario: tres sopranos, un narrador, cinco metales, dos cuerdas y un director de todos ellos. un crítico presente en su estreno en 1994 en Nanterre escribió: La msica de Dusapin, con sus cuartos de tono, se escucha con más dificultad que una sinofnía de Haydn, pero una vez que uno entra en su juego, resulta menos áspera que la audición de Webern o unos juegos de Debussy. tras penetrar con un poco de dificultad, uno se acomoda a este dicurso y puede seguirlo durante toda la obra, durante la cual, las mismas notas retornan una y otra vez al oído.
Así fue. Una hora y veinte minutos que no se hicieron largos. Se basa en A lyrical opera made by two, de Gertrude Stein, algo que habla de mores lésbicos, un texto surrealista que habla del amor entre dos mujeres, jugando con las palabras y su sonido. Un texto baladí, me pareció, sobre el que no importaba entender a medias al narrador en inglés.
Las tres sopranos formaban un coro disonante de quejidos y lamentos, de estertores y orgasmos. Los instrumentos chirriaban al gusto de nuestra época: flauta, piccolo, oboe, corno inglés, clarinetes, trompeta, trombón, violonchelo y contrabajo se conjuntaban, se oponían, se mezclaban y se mecían siguiendo un orden efectivo pero imposible de detectar, que controlaba en su atril un hombre delgado y alto, Guillermo Bautista, el director.
Cómo puedo contarles lo que oí? Fracaso total, no puedo si no es recurriendo a triviales descripciones aproximadas. La obra es como la vida misma, no pasa en ella casi nada más allá de emociones, silencios y gritos. Su msica es extraña y próxima al mismo tiempo. Cuando crees que te va a expulsar, te admite. Cuando piensas que es difícil te sorprendes arrastrado a su interior durante tiempo y tiempo, casi sin flaqueos.
Dusapin está en el lado bueno de la cincuentena y ésta es su tercer ópera de un conjunto ya de media docena: mis tres primeras óperas surgían de un proyecto musical, teórico, casi conceptual. Roméo & Juliette (1988) es un primer intento de ópera, Medeamaterial (1991) está concebida para experimentar con el gran solo lírico y trágico, y To Be Sung (1993) es una ópera de cámara plana, sin momentos culminantes. El librero no importa realmente. Importa esta msica personal y sugerente.
Alumno de Iannis Xenakis entre 1974 y 1978. Su msica me parece formidable, atravesada por un gran sentido del humor incluso cuando es más reflexiva. Los de mi generación hemos sido educados en el odio al pblico, en una tradición de elogio de lo minoritario. Pierre Boulez, al que respeto muchísimo, ha luchado durante años por llenar salas de 200 plazas. Nosotros íbamos a escuchar msica que eran juegos de lenguaje o, mejor dicho, de gramática, y pensábamos que quien no se interesaba por ello era estpido, que ésa era la médula de la msica. Estábamos peleados con el placer, con el hedonismo. Webern o Schoenberg son grandísimos compositores, figuran entre mis preferidos, como Beckett es un enorme escritor que me entusiasma, pero no puedes pretender que siempre te apetezca escucharlos o leerlo, que la gente que no entra en su mundo sea idiota. Sabe, Luigi Nonno es formidable pero hoy sus seguidores han caído en otro academicismo, declaraba hace unos años (El País, Octavi Martín, 22/02/2003).
La msica contemporánea tiene que reconciliarse con la noción de placer. Autor de más de setenta obras, Dusapin ha escrito sobre todo para cuartetos de cuerda con la particularidad de no servirse nunca del piano. La razón es muy simple: soy un pésimo pianista y mantengo una relación conflictiva con ese instrumento. La msica te exige una dedicación casi militar. Los msicos tenemos algo de niños grandes, nuestra especialidad nos protege, pero también nos condena. Un msico está obligado a conseguir el éxtasis, mientras que hoy un artista plástico es un sociólogo, casi un político. Para él, la belleza no es un problema.
Bueno, es un nombre a mantener presente y a seguir la pista. Terminemos citando a los que nos diero un muy bueno e interesante rato un sábado al mediodía cualquiera:
Claudia Yepes, soprano
Gloria Amil, soprano
Miryam Vincent, soprano
Alex Díez, narrador
Aránzazu Lavín, flauta / piccolo
Ramón Varón, oboe / corno inglés
Gustavo Duarte, clarinete / clarinete bajo
Vesco Todorov, trompeta
Ximo Vicedo, trombón
Irina Comesaña, violonchelo
Miguel Franco, contrabajo
Guillermo Bautista, director
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