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Qué feo denigrar, por J.C.Deus

Qué feo denigrar, por J.C.Deus

Por José Catalán Deus
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jcdeustelefonicanet/6/6/17
viernes 28 de noviembre de 2008, 01:00h

Cantando bajo las balas es un monólogo de setenta minutos, en el que el general José Millán Astray y Terreros, fundador de la Legión, rememora su vida entera a propósito del acto que en octubre de 1936 le enfrentó para la historia con el escritor Miguel de Unamuno. El texto no es bueno, porque no hace justicia a tan impresionante personaje. Pero sobre el mismo, director y actor construyen uno de los más lamentables espectáculos de crueldad gratuita y demagogia barata que han podido verse en los ltimos años. Otro sainete panfletario a mayor gloria de la memoria histórica sectaria y subvencionada. Un ejemplo de lo que no debiera hacer el Centro Dramático Nacional: teatro malo, viejo, facilón, injustificado y deplorable.

El autor es incapaz de mostrarnos mínimamente al personaje a través de una caótica mezcolanza de cánticos, interjecciones y lecturas apresuradas. El director exagera hasta el paroximo la caricatura soez. Y el actor está a la altura del intento insultante, representando una marioneta tan inhumana como los muñecotes con los que el escenógrafo completa el aguafuerte. Lo peor de la tradición española de trazo gordo, sin matices, sin honestidad alguna para reflejar lo complejo de la vida.

Nunca pensé que tendría un día que defender a Millán Astray, lo más parecido a un samurai que hemos tenido por aquí, un guerrero culto apasionado de la poesía japonesa que tradujo el Bushido, un insensato que gozaba desafiando a la muerte, cosido a heridas, arrogante hasta el final. Gallego de Coruña (1879-1954), se empeñó en seguir su vocación militar, graduándose con apenas diecisiete años y marchando voluntario a la campaña de Filipinas. Durante su estancia en la isla protagonizó sus primeras leyendas épicas. Con el Diploma de Estado Mayor, se empeña en crear un cuerpo de voluntarios extranjeros a semejanza de la Legión Extranjera Francesa. El ministro de la Guerra le nombra como primer teniente coronel del Tercio de Extranjeros. Haría famosos los lemas Viva la muerte! y A mí la Legión!. En 1920 en la guerra de Marruecos pierde un ojo y un brazo. Tiene 21 años.

En la Guerra Civil Española tiene un papel secundario. Millán-Astray será jefe de Prensa y Propaganda del nuevo régimen. Se dice que la dirigía como un cuartel militar. En 1941 conoce y se enamora, durante una partida de cartas, de Rita Gasset, hija de Rafael Gasset, antiguo ministro de Fomento, y prima del filósofo José Ortega y Gasset. Cuando ésta queda embarazada, decide separarse de su esposa Elvira y marchar a Lisboa, naciendo allí, el 23 de enero de 1942, su hija Peregrina. Fallece, enfermo del corazón , el 1 de enero de 1954, en Madrid, siendo director general del Benemérito Cuerpo de Caballeros Mutilados de Guerra por la Patria. Hombre de vasta cultura, era también caballero de la Orden Militar y Hospitalaria de San Lázaro de Jerusalen. Refundó, en colaboración con periodistas y escritores como Ruiz Jiménez, Dionisio Ridruejo y Giménez Caballero, Radio Nacional de España. Como conferenciante y comentarista radiofónico durante la Guerra Civil, fue uno de los propulsores de la subida del general Franco a la Jefatura del Estado del gobierno de Burgos y uno de los creadores del mito de Franco como Caudillo. Existe una biografía reciente, de Luis Eugenio Togores Sánchez, Millán Astray, La Esfera de los Libros, Madrid, 2005).

En Españoles Excesivos (Julián Moreiro, Edaf, 408 páginas, 26 euros) se le retrata junto a Cabeza de Vaca, el Duque de Lerma, Francisco Javier de Balmis, Sor Patrocinio, el XII Duque de Osuna, y Aurora Rodríguez de Carballeira, que fue poseída por una grave enfermedad mental que la hizo creerse Dios y matar a su hija Hildegart;. A Millán Astray se le supusieron amores con Celia Gámez y presumir de haber besado a nueve monjas de clausura y tres abadesas.

Personaje extremo, a falta de una biografía buena como tantos, muy criticable sobre todo desde nuestra óptica, pero merecedor de compasión al menos, como la merecemos todos. Se ha hecho célebre el altercado que mantuvo con Miguel de Unamuno el 12 de octubre de 1936 en el paraninfo de la Universidad de Salamanca en un acto oficial. Y éste es el leiv motiv de Cantando bajo las balas.

Hugh Thomas lo ha relatado. En el acto del Día de la Raza, el profesor Francisco Maldonado, tras las formalidades iniciales y un apasionado discurso de José María Pemán, pronuncia un discurso en que ataca violentamente a Cataluña y al País Vasco, calificando a estas regiones como cánceres en el cuerpo de la nación. El fascismo, que es el sanador de España, sabrá como exterminarlas, cortando en la carne viva, como un decidido cirujano libre de falsos sentimentalismos. Alguien grita entonces, desde algn lugar del paraninfo, el famoso lema Viva la muerte!. Millán-Astray responde con los gritos con que habitualmente se excitaba al pueblo: España!; Una!, responden los asistentes; (Algunos jovenes estudiantes falangistas (segn otros carlistas) intentan enmendar el viva la muerte con vivas a Cristo Rey y a la paz misericordiosa() pero son pagados por los ensordecedores gritos de ritual semirracionales y los siguen) España!, vuelve a exclamar Millán-Astray; Grande!, replica el auditorio; España!, finaliza el general; Libre!, concluyen los congregados. Después un grupo de falangistas ataviados con la camisa azul de la Falange hacen el saludo fascista, brazo derecho en alto, al retrato de Francisco Franco que colgaba en la pared.

Miguel de Unamuno, que presidía la mesa, se levanta lentamente y dice: Estáis esperando mis palabras. Me conocéis bien, y sabéis que soy incapaz de permanecer en silencio. A veces, quedarse callado equivale a mentir, porque el silencio puede ser interpretado como aquiescencia. Quiero hacer algunos comentarios al discurso -por llamarlo de algn modo- del profesor Maldonado, que se encuentra entre nosotros. Dejaré de lado la ofensa personal que supone su repentina explosión contra vascos y catalanes. Yo mismo, como sabéis, nací en Bilbao. El obispo , dice Unamuno señalando al arzobispo de Salamanca-, lo quiera o no lo quiera, es catalán, nacido en Barcelona. Pero ahora acabo de oír el necrófilo e insensato grito Viva la muerte! y yo, que he pasado mi vida componiendo paradojas que excitaban la ira de algunos que no las comprendían he de deciros, como experto en la materia, que esta ridícula paradoja me parece repelente. El general Millán-Astray es un inválido. No es preciso que digamos esto con un tono más bajo. Es un inválido de guerra. También lo fue Cervantes. Pero desgraciadamente en España hay actualmente demasiados mutilados. Y, si Dios no nos ayuda, pronto habrá muchísimos más. Me atormenta el pensar que el general Millán-Astray pudiera dictar las normas de la psicología de la masa. Un mutilado que carezca de la grandeza espiritual de Cervantes, es de esperar que encuentre un terrible alivio viendo cómo se multiplican los mutilados a su alrededor.

En ese momento Millán-Astray exclama irritado Muera la inteligencia! Viva la muerte!, aclamado por los falangistas. El escritor José María Pemán, en un intento de calmar los ánimos, aclara: No! Viva la inteligencia! Mueran los malos intelectuales!. Y Miguel de Unamuno, todavía se atreve a decir: Éste es el templo de la inteligencia, y yo soy su sumo sacerdote. Estáis profanando su sagrado recinto. Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis. Para convencer hay que persuadir, y para persuadir necesitaréis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece intil el pediros que penséis en España. He dicho.

Dice lamo: Juzgo inverosímil que pueda existir identificación alguna con el discurso de Millán Astray, excepto para quienes vivan el concepto de nación como si de un delirium tremens se tratara. Pero eso no le autoriza a cebarse de la forma indigna como se ceba en el personaje.

Dice lamo que más de setenta años después, discursos ultranacionalistas muy parecidos a éstos siguen justificando el terror y sirviendo de coartada a los asesinos. Si se refiere a quien parece que se refiere, hubiéramos agradecido una temática actual y necesaria más que un panfleto sobre un muerto bien muerto. Y es lo que está pasando aquí, que se mira sesgadamente atrás para no mirar de frente ahora. Que se ataca cobardemente a los muertos para no juzgar con valentía a los vivos.

Antonio lamo nació en Córdoba en 1964 y aunque es ya un adulto en toda regla, pertenece a una generación a la que cuesta madurar más que a la fruta de invernadero. Ocupan el poder en todas las facetas, pero lo hacen a menudo sin personalidad ni ideas propias. Es como si los hubieran lavado y planchado en el laboratorio de la correctness. De Millán Astray, ha comprendido cero. Menos an lo ha hecho el director, lvaro Lavín, que ha agudizado la parcialidad del texto hasta convertirlo en un auto de fe cruel y deleznable. La escenografía es vieja y fea; la msica, una banda sonora errática. El actor hace un gran esfuerzo, pero con ello sólo colabora a sesgar hasta lo inaceptable su versión del personaje.

En fin, lo lamentamos. Cosas así, sólo alimentan la intransigencia y la cerrazón patrias. Eso en cuanto al fondo. En la forma, el esperpento tuvo su momento hace un siglo. Seamos más serios.

CENTRO DRAMTICO NACIONAL
Cantando bajo las balas
de Antonio lamo

Dirección:
lvaro Lavín
Producción
K. Producciones

Funciones
27 de noviembre a 21 de diciembre de 2008
De martes a sábados a las 19.00 h
Domingos a las 18.00 h

Teatro Valle-Inclán | Sala Francisco Nieva
Plaza de Lavapiés, s/n
28012 Madrid

Reparto
Adolfo Fernández
Mariano Marín

Msica
Mariano Marín

Dirección artística
José Ibarrola

Iluminación
Roberto Cerdá

Teatro María Guerrero
Tamayo y Baus, 4
28004 Madrid
Teatro Valle-Inclán
Plaza de Lavapiés s/n
28012 Madrid


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