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Las rutilantes Rosas de la señora Keersmaker, por J.C.Deus

Las rutilantes Rosas de la señora Keersmaker, por J.C.Deus

Por José Catalán Deus
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jcdeustelefonicanet/6/6/17
jueves 12 de noviembre de 2009, 01:00h

Anne Teresa Keersmaker fundó la compañía Rosas en 1983 con el nombre de la pieza que estrenó entonces. Ahora es un clásico cién veces representado, pero sigue siendo una pieza difícil, provocadora e irritante, al mismo tiempo que subyugadora, hipnótica e inquietante. Si se vencen las sucesivas barreras, -sobre todo la primera parte en silencio abrumador y repeticiones inacabables-, es una experiencia costosa pero sin duda gratificante. Ya se sabe que la letra con sangre entra, y el placer -físico, emotivo e intelectual- incluye cierto sufrimiento.

Cuatro mujeres trajinan incansables durante cien minutos, divididos en cinco partes soldadas que forman un círculo exasperante basado en una msica an hoy vanguardista de Thierry De Mey y Peter Vermersch y una coreografía que combina movimientos abstractos, danzísticos podríamos decir para entendernos, con gestos concretos y cotidianos como un repentino giro de cabeza, un alisarse el pelo, un estirarse la blusa. Msica y baile están basados en los principios de repetición del más genuino minimalismo, y su efecto sobre el espectador primero atosiga, luego cansa y puede convertirse en insoportable si no ocurre el milagro de la conexión telepática. A mi me ocurrió entrada ya la segunda partes, después de un duro aperitivo que parece a propósito para descolocar a cualquiera, un espectáculo de danza que es sólo silencio y vacío absoluto con las cuatro bailarinas tumbadas. Minutos interminables de torsos y codos sincronizados a ras del suelo mientras los espectadores se van sintiendo atrapados en una -otra vez me he colado!- elección fallida.

Pero como digo, en un momento dado se produce la conexión gracias a la llegada de la msica y a la progresiva entrada en acción de las cuatro bailarinas. Apenas se trata de mover interminablemente unas sillas y de sentarse y acomodarse en ellas con esa mezcla de baile y cotidianeidad que es el sustrato telrico del espectáculo. Sin embargo, de repente te descubres dominado por la msica, sientes que te hipnotiza, y comienzas a comprender el mensaje sin mensaje de la repetición de sonido y forma. Entras en estado alfa, en meditación trascendental, en semi satori o medio iluminación, en lo que todas las técnicas antiguas y modernas de alteración de la conciencia pretenden. Un estado de euforia neuronal, de borrachera mística, de colocación psicodélica, que los avanzados en el terreno saben muy bien que puede conseguirse con ciertos sencillos trucos que no tienen que ver con la injerencia de sustancias prohibidas sino con el trabajo sistemático de elevación del ser humano. Y que a veces, sólo a veces, la msica, el arte, la naturaleza, pueden provocar en las mentes inquietas.

Me sentía yo como en medio de las prácticas sufíes que aprendí de Adnan Sarham hace justo treinta años. Mantuve combinadas la completa concentración y la absoluta relajación hasta quizás la cuarta parte. Luego, y como siempre, a la subida sucedieron las bajadas insistentes hasta que terminé deseando fervientemente que bajara el telón, como casi todos los espectadores que an resistían.

Cuentan que hace 26 años esta joven coreógrafa belga conmocionó el mundo de la danza contemporánea con esta pieza extrema en potencia,
viveza y humanidad que se ha representado incontables veces en teatros y festivales de todo el mundo. En el año 1997 Thierry De Mey dirigió un filme sobre este trabajo, reuniendo a varios elencos y generaciones de la compañía belga. Ahora al fin en Madrid, Anne Teresa De Keersmaeker recupera su lugar sobre el escenario y baila junto a Cynthia Loemij, Sarah Ludi y Samantha Van Wissen. Qué cuatro extraordinarias
intérpretes, qué mujeres más mujeres, que artistas sensibles y vibrantes! Y junto a esta pieza ya emblemática, la compañía Rosas presenta también en el Festival de Otoño de Madrid su ltima creación, The Song, cerrando el que promete ser un círculo de excelencia para no perderse. Lástima que habiendo tantas cadenas de televisión ninguna llegue a un acuerdo con el Festival para transmitir en diferido tanto espectáculo meritorio que tanta gente se pierde.

UNA SOMERA EXPLICACIÓN

Para los muy interesados, describamos más detalladamente el espectáculo; los demás pueden saltárselo. Parece como si pequeños sucesos acaecidos durante el proceso de creación se hubieran infiltrado en la pieza como citas literales. Pero no sólo los movimientos consiguen que la cercanía
ilusoria de la pieza (es sólo danza) se tense constantemente hacia una realidad mucho más mundana. Por ejemplo, en el intervalo entre la primera y la segunda parte, las bailarinas se quitan los zapatos, planchan la ropa y se toman su tiempo para recuperar el aliento. Y otra vez, al final de la parte cuarta, muy física, las bailarinas muestran su fatiga abiertamente: permanecen de pie sobre el escenario, jadeando y sudando visiblemente. Estos momentos cortos enseñan, por así decirlo, la otra cara de la moneda de la danza como un arte del cuerpo. Es algo que
no se ve en las piezas de ballet clásico; incluso las coreografías modernas tienden a ocultar cualquier signo de esfuerzo y fatiga.

Por contraste, en el trabajo de De Keersmaeker, también después de Rosas danst Rosas, hay frecuentemente una negación de la ilusión de que una pieza de danza muestra una realidad totalmente distinta de la del movimiento de la vida cotidiana. Puede verse, por ejemplo, que De Keersmaeker nunca aspira a la perfección en la ejecución de sus trabajos coreográficos: permite a los bailarines llevar a cabo movimientos simultáneos sin alcanzar la absoluta excelencia. Por esta razón, las producciones de Rosas tienen siempre una expresividad y humanidad particulares.

La primera parte de Rosas danst Rosas tiene lugar sobre el suelo y en silencio. Rodando, y con pasos intermedios, las bailarinas
se tumban en el escenario para construir una gran diagonal de movimiento desde el lado superior derecho al lado inferior izquierdo, movimientos acompañados nicamente de la msica puramente humana de la respiración, de los brazos que golpean el suelo, del cuerpo que se desliza, etc.
La segunda parte tiene lugar sobre pequeñas filas de sillas colocadas en una diagonal. Los movimientos consisten en gestos duros y rápidos que responden a los latidos metálicos de la percusión.

La tercera parte es, como la primera, un juego entre líneas rectas y diagonales que se acenta con pasillos de luz sobre los que se produce el movimiento. El momento en el que un hombro se desnuda deliberadamente (un ritual de seducción?) es uno de los gestos más impactantes de esta sección.

La cuarta parte consiste en un grupo de danza que se mueve en marcado crescendo hacia los límites de la extenuación física; diagonales, líneas rectas y círculos alternan. La sección que cierra es una coda muy corta que consiste solamente en gestos concretos y genuinos ligados a la extenuación de los bailarines ().

La enorme sala A de los Teatros del Canal estaba a rebosar; dos docenas de espectadores fueron abandonando a lo largo del espectáculo. Mucha gente sufrió lo indecible por llegar al final. Pero hubo entusiasmo en los muchos aplausos que coronaron la experiencia. Ya decimos, una experiencia difícil y tremenda.

DANZA
ROSAS DANST ROSAS
www.rosas.be
Teatros del Canal, Sala A
Tel. 91 308 99 99
www.teatrosdelcanal.org
10, 11 y 12 de noviembre a las 20 horas
Duración aproximada: 1 hora y 40 minutos (sin intermedio)
ESTRENO EN MADRID

Coreografía: ANNE TERESA DE KEERSMAEKER
Bailarinas: ANNE TERESA DE KEERSMAEKER, CYNTHIA LOEMIJ, SARAH LUDI y SAMANTHA
VAN WISSEN
Msica: THIERRY DE MEY y PETER VERMEERSCH
Grabación musical: THIERRY DE MEY, WALTER HUS, ERIC SLEICHIM y
PETER VERMEERSCH
Escenografía: ANNE TERESA DE KEERSMAEKER
Iluminación: REMON FROMONT
Vestuario: ROSAS


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