Había expectación por ver Realidad (The Real Thing) y por ver a su autor, el consagrado sir Tom Stoppard en el vestíbulo del teatro ejerciendo de amable anfitrión y perfecto gentleman, tal y como hizo en la sesión del 2 de febrero. Esta producción del Centro Dramático Nacional es buena. La obra es interesante. El resultado conjunto es una buena velada teatral, y la calificación que elegimos es la de notable alto. Eso significa que, por tanto, texto, escenografía e interpretación se prestan a reticencias que iremos desgranando más adelante por si tienen a bien examinarlas.
Primero, naturalmente los aciertos. Una visión aguda sobre el mundo de la intelectualidad light de nuestra época, más en concreto la subfauna teatral, ese magma donde actores, autores, subalternos y amiguetes conforman el llamado mundo de la farándula (que por cierto llenaba el teatro). En especial unas reflexiones inteligentes e hilarantes sobre la maldita political correctness y esas cuadrillas de la ceja, izquierdosas de fachada y opulentas y reaccionarias en verdad. También un equipo artístico sobresaliente y conjuntado, que fue lo mejor de la noche. Y finalmente, un reparto cumplidor en su conjunto.
Y ahora las posibles deficiencias en nuestra modesta opinión. Tal texto brillante e incisivo acompaña a una trama trivial que carece de trasfondo. La pieza es excesivamente larga, comienza por un galimatías mal explicado y termina en una escena deplorable que sin duda podía haberse cortado. Los personajes no aman ni desaman, no son de carne y hueso, sino simples voceros de frases ingeniosas, demasiado ingeniosas para parecer reales.
La escenografía es la más brillante de la temporada, un prodigio de modernidad bien entendida con el que están a la debida altura iluminación, sonido e imagen. Es producto de la influencia del gran Lépage, una copia de su inconfundible estilo, pero siendo formalmente cautivadora, a menudo se descubre un tanto caprichosa, con complicaciones superfluas y abuso de movimientos y cachivaches. Le falta la absoluta precisión de Lépage. La vídeodecoración cambia y amplifica imágenes sin ton ni son, es excesivo el continuo trasiego con los módulos que simulan el mobiliario, a veces nieva en el interior y a veces llueve en el exterior sin que venga a cuento. El vagón de tren rumbo a Escocia es lo más Lépage de todo; la incierta superficie sobre la que brinca la hija okupa, lo menos.
Y llegamos a los personajes y sus encarnaciones. Un irónico escritor, quizás demasiado listo pero adecuadamente frustrado, harto de su esposa, una actriz mordaz, se enrreda con la mujer de un actor amigo para sufrir a continuación la infidelidad de ella en una larga aventura con un soldado convertido en héroe fugaz de diletantes acomodados, mientras la hija del matrimonio deshecho se despendola ante mal ejemplo y fustiga cruelmente a su progenitor. Como ven, los mimbres que ya usaba Alfonso Paso y todos los Paso británicos. El factor Stoppard añade ingeniosos diálogos pero no consigue convencernos de que sus personajes sean seres complejos, contradictorios y atormentados como lo somos los mortales. Lo somos? Todos o unos pocos?
La directora no quiere ni puede ir más allá, y por tanto los actores se amoldan a unos personajes de desigual trazado. Mejores sin duda Henry y Annie, sobre todo Henri, totalmente autobiográfico. Peores, Charlotte y Max; tópico, el de Debbie; y rematadamente malos, Billy y Brodie, especialmente este ltimo. Las dificultades de Stoppard son las dificultades de la directora y del actor o actriz correspondiente. Natalia Menéndez tiene una larga trayectoria ya en la dirección teatral. Dirigió la pasada primavera en Las Naves del Español, Tantas voces, basado en cinco cuentos de Luigi Pirandello, pero no nos gustó. Esta Realidad supone una gran oportunidad en su carrera y puede decirse que la ha aprovechado.
Finalmente la traducción del título elegida no capta bien la intención del autor. The real thing es una especie de latiguillo del inglés coloquial equivalente a ese la verdad es que..,, que en español se usa con la misma profusión. Realidad no resulta tan ambiguo.
Tom Stoppard está considerado uno de los mejores dramaturgos en lengua inglesa de la segunda mitad del siglo XX, con grandes éxitos de crítica y pblico. The Real Thing tiene 25 años y sigue plenamente vigente. Sus personajes son como mucha de la gente que nos rodea. O mucha de la gente que nos rodea ha terminado pareciéndose a sus personajes: ahítos consumistas, aburridos indolentes, cultos ignorantes con mucha labia y ningn sentimiento. Un crítico dijo en su estreno que esta obra ha sido la primera de las suyas en demostrar que Stoppard tiene corazón además de cabeza. A lo mejor, sus personajes son así de vacíos a propósito. En unos días tendremos ocasión de comprobarlo, cuando en Las Naves del Español se estrene su ltima obra, otro capítulo del divertido pulso establecido entre Mario Gas y Gerardo Vera, entre la Comunidad de Madrid y el Ministerio de Cultura.
Lo mejor de esta obra es su cuestionamiento del izquierdismo de salón tan en boga por nuestros lares. Su argumentación tal y como queda expuesta por el personaje de Henry de que las estructuras sociales, las instituciones no serán modificadas mediante acciones sean del tipo que sean. Y el defender que el cambio, si es que puede producirse, sólo se consigue a nivel personal, a través de la percepción que se origina en la precisión verbal, es un alegato contra el activismo político, pero sobre todo contra los tópicos vacíos de contenido que repiten los miembros de esa clase privilegiada retratada en la obra, para ocultar precisamente sus injustos privilegios.
Hay también una apasionada -y compartida por nosotros- defensa del hablar articulado, lo más humano de los humanos, hoy en peligro de extinción. Las palabras no se merecen que nadie las maltrate así. Las palabras son inocentes, neutras, precisas describen esto, significan aquello. Si las cuidas, puedes construir puentes sobre la incomprensión y el caos. [] No, no creo que los escritores sean sagrados, pero las palabras lo son. Merecen respeto. Si consigues poner las palabras adecuadas en el orden adecuado, puedes hacer que el mundo se agite un poco.
Un vídeoclip de los ensayos:
http://cdn.mcu.es/videoblog_realidad.php
REALIDAD
(The Real Thing)
de Tom Stoppard
Versión de
Juan V. Martínez Luciano
Dirección de
Natalia Menéndez
Funciones
28 de enero al 7 de marzo de 2010
De martes a sábados, a las 20.30 h.
Domingos, a las 19.30 h
Teatro María Guerrero
Tamayo y Baus, 4
28004 Madrid
Producción Centro Dramático Nacional
http://cdn.mcu.es/
Equipo artístico
Escenografía Alfonso Barajas
Vestuario María Araujo
Iluminación Iván Martín
Msica y espacio sonoro Luis Miguel Cobo
Creación de vídeo Mariona Omedes
Ayudante de dirección Luis Luque
Reparto (por orden alfabético)
Charlotte Arantxa Aranguren
Henry Javier Cámara
Max Juan Codina
Debbie Patricia Delgado
Billy Alex García
Brodie Jorge Páez
Annie María Pujalte
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