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Barceló y sus 25 años de organizada soledad, por J.C.Deus

Barceló y sus 25 años de organizada soledad, por J.C.Deus

Por José Catalán Deus
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jcdeustelefonicanet/6/6/17
jueves 11 de febrero de 2010, 01:00h

Miquel Barceló es posiblemente -al margen de las viejas y consabidas glorias- el nombre más sólido del actual arte español, el más famoso de los pintores vivos, el pedro almodóvar de la movida pictórica española de la etapa posfranquista. Y no se entienda como peyorativo, porque en su caso concreto no tenemos reservas. Siempre nos ha gustado su trabajo, a menudo lo hemos contemplado con admiración, y cuando hemos disentido, no se ha empañado nuestra favorable impresión de conjunto. La muestra Miquel Barceló. 1983-2009. La solitude organisative, inaugurada ayer en CaixaForum Madrid, es todo un acontecimiento que recomendamos vivamente a los amantes del arte, los aficionados culturales y las amplias masas diletantes que prefieren entretenerse en un museo en vez de tomar cañas en un horrible bar.

Tan exótico enunciado La solitude organisative-, remite al título de una de sus ltima obras, con la que representó a España el año pasado en la Bienal de Venecia, un pensativo gorila sentado en un rincón de una habitación vacía, una suerte de irónico autorretrato de un Barceló que ha sobrellevado el peso y el privilegio de acarrear tan gran reputación, con aislamientos prolongados salteados de irrupciones sonadas en la esfera pblica.

Mi vida se parece a la superficie de mis cuadros, dice con una de esas frases enigmáticas que nada dicen. Porque su vida no es amalgama de detritus, acumulación de inclemencias climáticas; más bien parece un privilegiado observatorio desde el que hacer lo que le da la gana. Para entender la experiencia creativa de este gran artista en plena madurez (Mallorca, 1957), esta exposición rene 180 piezas representativas de su completa evolución en este cuarto de siglo, es decir, de toda su carrera artística. Una de sus ltimas obras, la escultura monumental Gran Elefant dret (2009), señala espectacularmente el evento en la encantadora plazoleta de acceso a CaixaForum, a cien metros del Museo del Prado. El elefante equilibrista, que hace el pino sobre su trompa rígida, es de bronce fundido y tiene siete metros de altura.

Entender el misterio y la incertidumbre de su proceso creativo, contemplar sus bodegones y retratos tridimensionales, siempre es gratificante, como esas cerámicas que recuerdan bestiarios y recipientes antiguos, las aguadas delicadas y los dibujos traslcidos en los que las imágenes prácticamente se desvanecen, todo el mundo de un artista siempre original, personalísimo, que afortunadamente para él y para nosotros marcha a su aire. Creo que animalizarse es un privilegio. No es una pérdida de humanismo, sino un extremo de humanismo, afirma, y para conseguirlo ha vivido en frica muchos años; ahora parece interesarse por el budismo tibetano, lo que pudiera hacer pensar en una próxima etapa espiritual que complete el proceso alquímico por el que todo afortunado creador pasa: cielo y tierra juntos en el alma.

La exposición insiste la analogía entre pintura y cocina que establece el artista. En la primera sala de la exposición, cuelga el famoso y an impresionante Big Spanish Dinner (1985), un ejemplo temprano de su uso de mezclas poco convencionales de pigmentos y materia orgánica realizado con utensilios concebidos para la ocasión. Destaca también su mucha relación con el mar, acantilados, barcas y fondos submarinos de oxidaciones eternas: procesos que producen texturas agrietadas y erosionadas, imposibles de obtener cuando los materiales se manipulan con métodos tradicionales. En 2001, con la colocación de lienzos extendidos sobre un armazón elevado, Barceló empezó a aplicar mezclas de pintura especiales, de modo que la fuerza de la gravedad produjera goteos. Así, las pinturas marinas de Barceló son descritas por algunos como minimalistas y barrocas al mismo tiempo.

Están omnipresentes sus viajes físicos y mentales, escapadas a través del espacio y el tiempo de otro artista nómada, a caballo de París, Mallorca y Mali, con notables incursiones en Nápoles, en los Alpes, en Nueva York. Y como complemento a la exposición, el Catálogo ha sido concebido por el mismo artista y la comisaria Catherine Lampert como una guía para el que quiere adentrarse en el territorio Barceló, con comentarios del autor sobre sus obras, algo inusual y casi inconcebible entre los pintores, siempre diciendo esa tontería de que sus cuadros hablan por si solos.

LA EXPOSICIÓN AL DETALLE

Siete espacios, vertebrados por una sala larga que resume sus obsesiones creativas, forman un conjunto deslumbrante. En El mar, el museo, la biblioteca y el estudio están algunas de sus obras más conocidas y emblemáticas. En los inicios de su carrera, la obra de Barceló mantenía estrechos vínculos con el arte conceptual y procesual. En los primeros años ochenta, Barceló trabajaba a cuatro patas, extendiendo los lienzos sobre el suelo, donde la pintura creaba severas construcciones rocosas y ondulantes, epidermis llenas de fuerza.

Lamour fou (1984) alude a los orígenes isleños del pintor (nacido en 1957 en
Felanitx, Mallorca), donde el mar y el rompeolas forman un contraste con los
estantes de la biblioteca que al artista le gusta considerar el decorado de su
vida. En Le petit amour fou (1984) son olas de libros, y no de agua, las que
inundan su estudio. En otras obras de esta sala, como Atelier avec sculptures équestres (1993), los cuadros del estudio representan esculturas que el artista imagina que creará en
el futuro.

En la sección Un repertorio de la esperanza humana se exponen las acuarelas del encargo de ilustrar La divina comedia de Dante. Muchas de ellas no han sido nunca expuestas y algunas no fueron utilizadas finalmente en la edición del libro, aunque una selección se expuso en el Louvre en 2004.

En Todos estos cuadros pertenecen al mundo terrenal las densas capas de materia de las imitan los procesos naturales de transformación lenta pero inexorable, con adiciones, depósitos materiales y grietas, frías pinceladas azul grisáceas que imitan la transparencia del calamar y las cebollas, y superficies monocromáticas descoloridas y secas. A finales de los noventa, Barceló empezó a colocar frutas y animales o peces muertos junto a (y a veces dentro de) los lienzos, mientras concebía nuevas mezclas de pigmentos puros, óleo y extraños agentes aglutinantes. Aquí se incluye Ex voto à la chèvre (1994) una explosión de entrañas animales y vegetales, y Double Portrait (recto), dos papayas casi humanas.

En Huir del exceso está representada su ascenso hacia la luz, expoleado por su contacto con el desierto del Sáhara en 1988, pinturas en las que predominan pálidas tonalidades monocromáticas salpicadas de diminutas sombras y pequeños objetos irreales. Un diario es la sala más autobiográfica, con cuadernos de bocetos, acuarelas y pinturas portátiles referidos a los viajes mentales y físicos del artista. Constituye, con más de 70 piezas muchas de ellas prestadas de su estudio una especie de
inventario personal muy interesante.

La obra más temprana incluida es Selfportrait with Dog (1983), un collage de imágenes recortadas y pegadas sobre papel, donde el cuerpo ágil del artista sugiere un protagonista de cuento. Este viaje a modo de diario incluye representaciones de sus estudios de París,
Farrutx, Gogoli y emplazamientos provisionales, como, por ejemplo, frente a un
glaciar de Suiza en 1990 (Lascension, 1990), así como un grupo de acuarelas
pintadas a orillas del río Níger entre 2001 y 2004, donde desde una misma
esquina observaba a los habitantes de Mopti. Se exponen también por primera vez dos cuadernos de bocetos, Cuaderno de Gogoli, realizado durante 1992, y el reciente Cuaderno de animales, de 2009.

Y en Chemin de lumière, el montaje escénico tiene por objeto evocar obras vislumbradas a la luz de la luna o gracias a pequeñas lámparas de aceite, así como la experiencia de imágenes captadas enla penumbra de iglesias y santuarios animistas.

Finalmente, Retratos incluye sus representaciones de personas conocidas y admiradas por el artista, como la historiadora de arte Dore Ashton, su amigo Achille, su marchante Bruno Bischofberger. Y destaca entre todos el curioso autorretrato Moi (2005), empezado en los años noventa y terminado casi veinte años después al sacarlo de la cabaña de Mali con nidos de abejorro, telarañas y polvo.

La Fundación la Caixa y Miquel Barceló mantienen una relación duradera desde la exposición
26 pintores, 13 críticos: panorama de la joven pintura española, de 1982. Hoy, su Colección de Arte Contemporáneo incluye obras clave suyas de distintas épocas. El año pasado, pudimos ver una exposición de pequeño formato, El mar de Barceló, en la que se mostraba el proceso creativo del artista mallorquín en la realización de la cpula de la sede de las Naciones
Unidas en Ginebra.

En fin, una completa y pormenorizada antología de un artista serio, que se hace preguntas, que avanza. Miquel Barceló hace un alto en el camino para seguir viaje. Una buena ocasión para conocerlo mejor.

Miquel Barceló. 1983-2009. La solitude organisative,
Obra Social la Caixa
Comisariada por Catherine Lampert
CaixaForum Madrid
Paseo del Prado, 36
Del 10 de febrero al 13 de junio de 2010.
Posteriormente viajará a CaixaForum Barcelona.

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