jcdeus.es
El pintor apacible y la decrepitud de la pintura, por J.C.Deus

El pintor apacible y la decrepitud de la pintura, por J.C.Deus

Por José Catalán Deus
x
jcdeustelefonicanet/6/6/17
lunes 28 de febrero de 2011, 01:00h

4. La pequeña maestraNo bien se apagan los ecos de Renoir, el Museo del Prado insiste en la pintura francesa con una antológica dedicada a Jean Siméon Chardin (1699-1779), un exponente del siglo XVIII que Francia ha reivindicado ltimamente con reiteración -en 1979 y 1999, aprovechando el bicentenario de su fallecimiento y el tricentenario de su nacimiento-, con el objetivo de afianzar la historia de un arte nacional francés frente a la influencia italiana. Tarea de grandeur a la que el Louvre se presta enchanté con una docena de obras. Su presencia en Madrid es agradable, un aroma decadente y sosegado siempre necesario en las grandes urbes, pero nos recuerda que hay mucho pintor español y mucha pintura española en los fondos del Museo del Prado pendiente de revalorizar con nuevas y sugerentes miradas: no se olvide la prioritaria tarea. Pintura española del siglo XVIII antes de Goya? Pues como Chardin, desconocida. Y probablemente decrépita.

Genio de la era de la decrepitud de la pintura, lo caracterizó Charles Baudelaire. Para el director del Museo, Miguel Zugaza, expone el momento en el que la pintura se desdramatiza y pasa a vivir su propio drama, su agonía. Puestos a buscar etiquetas, también se le llama el pintor del silencio. Virtuosismo pictórico convertido en belleza poética, dice Gabriele Finaldi, subdirector de Conservación del Museo, a quien el recorrido de la exposición le aporta una purificación de los sentimientos, una visión más clara. El comisario Rosenberg destaca su vocación intimista y recoleta frente al arte oficial de la época, los grandes lienzos de Wateau y David, las batallas, epopeyas y magnificencias de la corte. Autodidacta, pintor directo sin dibujo previo, practicante de los pequeños formatos, escuadriñador de los objetos caseros: es lo contrario al expresionismo brutal de su época. Rosenberg está muy contento de que este pintor francés tachado en su época en los países latinos haya ahora conquistado no sólo Ferrara, sino ni más ni menos que Madrid y el Museo del Prado.

140Chardin nació en vísperas del siglo XVIII y murió una década antes de que estallara la revolución francesa. Siempre vivió en París, de origen humilde: pintaba despacio y por ello su producción no pasa de doscientas obras. Académico, próspero abastecedor de una clientela de aristócratas parisinos y soberanos extranjeros, como Catalina II de Rusia, o Luisa Ulrica de Prusia, reina de Suecia. Su primera esposa murió a los cuatro años de casados, su hija falleció pronto, su hijo parece que se suicidó, él volvió a casarse con una viuda. Apenas anécdotas en un hombre dedicado a pintar y sólo a eso. Desconocido en España, donde nunca había tenido una muestra y sólo se exponían tres obras, en el Museo Thyssen para ser precisos.

El recorrido de la exposición sigue un orden cronológico, cuenta con sus famosas creaciones junto a cuadros poco conocidos de colecciones particulares o identificados recientemente. Tras su paso por el Palazzo dei Diamante de Ferrara, se han sumado 16 obras a las que allí se expusieron. Comienza con las naturalezas muertas y bodegones de la segunda mitad de
los años 20, entre los que figura la célebre La raya procedente del Louvre. Con esta obra ingresó en la Real Academia de Pintura y Escultura pero en una categoría menor, la de Pintor de animales y frutas. Ello le impulsa a amplía su campo de intereses e introduce animales vivos en sus composiciones como reflejan dos de los lienzos del Museo Thyssen que se exponen en esta primera parte de la muestra, Gato con trozo de salmón, dos caballas, mano y mortero y Gato con raya, ostras, jarro y hogaza de pan.

6. La tabaqueraEntre los bodegones de los años 30 destacan Un pato de cuello verde atado al muro y una naranja amarga o Naturaleza muerta con una jarra de loza y dos arenques. Seguidamente y de la misma década, se presentan tres versiones de la serie Pompas de jabón. Chardin no abandona jamás un género para dedicarse exclusivamente a otro, sabe renovarse, pero le gusta volver atrás a menudo y trabajar continuamente a varias bandas.

Es también a partir de los años treinta cuando aborda las escenas de género, la serena dignidad de las tareas domésticas. Su pincelada se vuelve más vaporosa y las tonalidades suaves anuncian las de los pasteles del final de su carrera. Se centra en el entorno burgués de su segunda esposa. Con obras como La joven maestra de escuela, de la que se presentan tres versiones que se renen por primera vez, El niño de la peonza o La niña con el volante, Chardin alcanzaría auténtica popularidad en la segunda mitad del siglo XIX.

3. Dama tomando el téEn los años 50 y 60 retorna a las naturalezas muertas, un género que había abandonado casi totalmente. Éstas se distinguen claramente de las de los años 20 por la multiplicación de las especies de animales de caza, variedad de frutas y de objetos (porcelanas valiosas o cristalería sofisticada) que
utiliza. De esta época, se incluyen en la exposición la deliciosa La cesta de fresas salvajes, Vaso de agua y cafetera y Ramo de claveles, tuberosas y guisantes de olor en un jarrón. En estas obras la ejecución es más ágil, más lisa, y demuestran el interés de Chardin por los reflejos y las transparencias, la luz y las sombras.

La exposición finaliza con dos retratos en pastel, medio al que se ve obligado a optar por motivos de salud, abandonando la pintura al óleo, y con el que sorprende a todos en el Salón de 1771 y ponen punto final a su tranquila carrera y sosegada vida.

10. El tarro de albaricoquesColocaba puerros mustios en el borde de la mesa, o una pieza de fruta en primer plano, o abría una puerta al fondo, para dar profundidad a sus bodegones y resaltar los muros y las superficies pétreas que los enmarcaban. Colocó guapos gatos en algunos bodegones. La exposición incluye obras repetidas, una de ellas tres veces, para que el visitante compare las sucesivas versiones. Destacan los bodegones de madurez. Decepcionan las naturalezas muertas a base de piezas de caza de su primera época. Agradan las escenas cotidianas y los rostros adolescentes. Intriga su favorecedor autorretrato a la cera al final de su vida. Maître Chardin vivió de forma apacible, sin pretensiones. Así es su pintura.

Calificación de la Exposición (del 1 al 10)
Selección: 8
Despliegue: 8
Comisariado: 7
Interés: 6
Atractivo: 6

Chardin (1699-1779)
1 de marzo 29 de mayo de 2011
Comisario: Pierre Rosenberg, miembro de la Académie Française y director honorario del Museo del Louvre.
Exposición organizada en colaboración entre Ferrara Arte y el Museo Nacional del Prado, con el patrocinio de la Fundación AXA.
Más información sobre la exposición

12. Vaso de agua y cafetera

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios